La nueva variante del coronavirus COVID-19 reavivó viejas teorías conspirativas en Estados Unidos, ya que en las redes sociales se difundió información en la que se afirmaba que la variante ómicron no era más que una pantalla para encubrir objetivos más oscuros.
Algunas personalidades en internet insinuaron durante el fin de semana que el gobierno, los demócratas u otras personas con poder inventaron lo de la nueva variante del coronavirus para impulsar el voto por correo en las elecciones de mitad de periodo del 2022, para distraer la atención del juicio por tráfico sexual de esta semana contra Ghislaine Maxwell —una antigua colaboradora de Jeffrey Epstein— o para asustar a los estadounidenses.
Sin embargo, la variante ómicron es real y no fue inventada como parte de un nefasto complot, a pesar de la insistencia de algunos usuarios de redes sociales.
“La administración Biden y el doctor Fauci, al parecer, están inventando nuevas cepas de COVID, sólo para asustar aún más a los estadounidenses”, escribió el domingo un usuario de Facebook en un post que fue muy compartido.
“¡Aquí viene la MEV: la Variante de las Elecciones de Medio Periodo”, se leía en un tuit. “Necesitan una razón para impulsar los votos por correo no solicitados a nivel nacional. Los demócratas harán cualquier cosa para engañar durante las elecciones, pero no vamos a dejarlos”.
Otro post que circuló en los medios digitales afirmaba que la “histeria” de la ómicron estaba estratégicamente programada para distraer a los consumidores de las noticias y evitar que se centraran en el juicio de Maxwell.
Estas afirmaciones no se basan en pruebas y mezclan acontecimientos no relacionados para promover opiniones. No mencionan que el virus fue reportado por primera vez por funcionarios de Sudáfrica y que fue identificado por agencias de salud extranjeras antes de que Biden lo abordara.
También se basan en conceptos erróneos: Tal y como informó anteriormente la AP, no existen pruebas históricas de un fraude electoral generalizado a través del voto por correo.
El resurgimiento de viejas teorías conspirativas como éstas es habitual en periodos de incertidumbre, según Rachel Moran, una estudiosa de la desinformación en la Universidad de Washington.
Para ella, estas falsedades pueden ser atractivas porque ya hemos visto antes versiones de ellas, y nos permiten escapar mentalmente de la realidad de que el virus sigue siendo una amenaza.
“La variante más reciente llega en un momento en el que mucha gente está volviendo a la ‘normalidad’ –al pasar, por fin, el Día de Acción de Gracias con sus seres queridos y hacer planes para la Navidad–, y la posibilidad de una nueva ola de un virus peligroso resulta desalentadora y agotadora”, dijo Moran.
“No es de extrañar que la gente quiera creer que es falso y que ha sido diseñado por el gobierno o las grandes farmacéuticas, ya que así no tienen que enfrentarse a la posibilidad de tener que dar marcha atrás en lugar de avanzar”.
Los científicos de Sudáfrica detectaron por primera vez la variante ómicron la semana pasada tras secuenciar el material genético de muestras del virus en ese país.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la calificó de “variante de preocupación” cuando se supo que ómicron tenía varias mutaciones que podían afectar su comportamiento o su facilidad de propagación.
La OMS advirtió el lunes que el riesgo global de la variante ómicron es “muy alto”, de acuerdo con evidencia preliminar, y afirmó que el coronavirus mutado podría provocar repuntes con “graves consecuencias”.
Por su parte, Biden instó a la precaución, pero no al pánico, ya que todavía se desconoce mucho sobre esta variante. Los investigadores aún evalúan si es más contagiosa, si tiene más probabilidades de causar enfermedades graves o mayor capacidad para evadir las vacunas que otras versiones del virus.