El “alcalde Pete”, como le dicen sus partidarios, libra una campaña para presidente sorpresivamente sólida y bien financiada. Lori Lightfoot conquistó la alcaldía de Chicago con una victoria abrumadora.
Los avances de Lightfoot y Pete Buttigieg -el alcalde de South Bend, Indiana- reflejan los enormes progresos hechos por gays y lesbianas en la política de Estados Unidos. Ambos hablan libremente sobre temas LGBT y sobre sus matrimonios con parejas del mismo sexo.
“La novedad no es que candidatos abiertamente gay salen adelante, sino que ser gay es hoy irrelevante”, expresó Richard Socarides, quien fue asesor de la Casa Blanca sobre temas gays durante la presidencia de Bill Clinton.
“Aquí tenemos dos personas con ideas nuevas y una nueva visión para el futuro”, dijo Socarides. “Al votante no le interesa su orientación sexual. Ese es un cambio enorme”.
En 1998 Tammy Baldwin, de Wisconsin, pasó a la historia como la primera persona abiertamente gay que llega a la Cámara de Representantes. Hoy hay ocho miembros LGBT en la cámara baja y dos en el Senado (Baldwin y Kyrsten Sinema, cuya bisexualidad nunca fue un tema relevante en su reñida campaña del año pasado).
Con la victoria de Lightfoot en la tercera ciudad más grande del país y el triunfo de la lesbiana Satya Rhodes-Conway en Madison, Wisconsin, hay actualmente 37 alcaldes, de acuerdo con el LGBTQ Victory Fund, que recluta y apoya a candidatos LGBT. Jared Polis, por su parte, asumió en enero como el primer gobernador abiertamente gay en Colorado.
Annise Parker, una lesbiana que sirvió tres términos como alcaldesa de Houston y dirige ahora el Victory Fund, dijo que los candidatos LGBT como Polis y Lightfoot “están alcanzando posiciones que obligan a la gente a tomarlos en cuenta”.
“Esto no es algo casual”, expresó. “Estos son servidores públicos dedicados, trabajadores, que aportan honestidad e integridad... Son francos acerca de quiénes son”.
Buttigieg, de tan solo 37 años, ha recibido Fuertes elogios en sus presentaciones. Su esposo, Chasten, tiene 176,000 seguidores en Twitter por sus comentarios sobre su relación y sus perros.
Para Shannon Minter, directora legal del Centro Nacional para los Derechos de las Lesbianas, opina que el atractivo de Lightfoot y Buttigieg obedece a su “personalidad, su liderazgo y sus ideas”.
Cree también que los candidatos LGBT pueden tener ciertas ventajas.
“Pueden ser más proclives a empatizar con otros que han experimentado discriminación y obstáculos”, expresó. “También pueden ser más proclives a valorar la oportunidad de postularse para un cargo público y servir, algo que otros políticos pueden subestimar”.
Un indicador de los cambios en marcha es que Lightfoot, una ex fiscal, y Buttigieg, graduado de Harvard y quien peleó en Afganistán, no han sido inmunes a las críticas de algunos activistas.
“Para algunos miembros de la comunidad LGBTQ, el que el candidato se presente como gay o lesbiana no basta”, dijo Katherine Franke, quien dicta cursos sobre género y sexualidad en la Universidad de Columbia.
“Ni Lightfoot ni Buttgieg son particularmente progresistas”, afirmó. “Lightfoot fue criticada por estar de lado de los fiscales y de la policía en una ciudad donde ha habido abundante violencia policial y Buttigieg ha sido criticado por identificarse con las elites”.
Los progresos de los políticos LGBT no son un fenómeno bipartidista. Hay pocas figuras prominentes de ese movimiento entre los republicanos y pocos legisladores republicanos apoyan una Ley de Igualdad para combatir la discriminación de los LGBT que tiene un respaldo casi unánime de los demócratas.
“Es muy frustrante”, manifestó Parker. “Nos encantaría apoyar más candidatos en el partido Republicano, pero el partido de Donald Trump no tiene lugar para ellos. Prefiere atacar los derechos y el bienestar de la gente LGBT para solidificar su poder político”.
Tyler Deaton, del American Unity Fund, que promueve candidatos gays entre los republicanos, admitió en un correo electrónico que los LGBT demócratas “están teniendo un año fenomenal”.
“Es una lección para mis correligionarios republicanos”, escribió Deaton. “El partido necesita parecerse más al electorado, lo que implica reclutar y promover mujeres, personas de color, minorías religiosas y personas LGBTQ”.
Para algunos activistas LGBT la creciente aceptación de candidatos de ese movimiento es desconcertante.
La abogada Roberta Kaplan señala que hace solo seis años ella batallaba en la Corte Suprema en defensa de Edie Windson, quien debía pagar una cantidad enorme de impuestos porque estaba casada con una mujer y no con un hombre. Dos años después, en el 2015, la corte legalizó el matrimonio entre personas de un mismo sexo en toda la nación.
“Hay una plegaria tradicional judía en la que se agradece a Dios por existir y por sacarnos adelante”, dijo Kaplan en un correo electrónico. “Así me siento hoy al ver la victoria de Lori Lightfoor en Chicago o la candidatura de Pete Buttigieg a presidente”.