Durante gran parte de los últimos dos años, los administradores de dinero otorgaron crédito a casi cualquiera que lo solicitara: nuevas empresas tecnológicas sin utilidades. Compañías de cruceros que luchaban por navegar a través de la pandemia. Minoristas que dependían de centros comerciales en desaparición.
Pero en menos de dos meses, los tranquilos días del crédito ultrabarato han dado señales de llegar a su fin. Los bancos centrales de todo el mundo, que inyectaron billones de dólares en los mercados para mantener a flote las economías, ahora se apresuran a reducir la liquidez y controlar la inflación. Esos esfuerzos podrían acelerarse después de que los datos del Departamento del Trabajo Estados Unidos mostraran el jueves un aumento de precios mayor al esperado en enero.
En los mercados de deuda, los préstamos se han dificultado para las empresas más riesgosas y se han vuelto más caros incluso para las más solventes, y las órdenes para los nuevos bonos con grado de inversión de EE.UU. están disminuyendo.
No obstante, el crédito barato no se ha ido del todo. Todavía hay sectores en los que la demanda de los inversionistas sigue siendo intensa. Los gestores de fondos seguirán atiborrándose a las ofertas, sobre todo en los préstamos apalancados e incluso en los bonos corporativos con grado de inversión. Los rendimientos han aumentado, pero en general están en línea o incluso por debajo del promedio de la última década, que en general ha sido un período de dinero fácil.
Pero a medida que la Reserva Federal y otros bancos centrales se preparan para absorber el exceso de dinero en el sistema financiero, las empresas y otros prestatarios están sintiendo la diferencia. Y los bancos están descubriendo que la suscripción de deuda es un poco más difícil, lo que podría afectar las ganancias y, en última instancia, también los ingresos comerciales.
Se espera que la Fed empiece a elevar las tasas de interés en marzo en hasta en medio punto porcentual, que correspondería al primer aumento de esa magnitud desde 2000. Los administradores de dinero que compran bonos ahora tienen que aceptar el riesgo real de que sus valores pierdan aún más valor del que ya tienen, y perderlo pronto.
Los bonos corporativos con grado de inversión habían perdido un 5,5% este año hasta el cierre del jueves, con un desempeño peor incluso que el de las acciones de EE.UU., mientras que, también al jueves, el rendimiento de la nota promedio había aumentado un 3,1% desde el 2,33% de fines del año pasado. Eso corresponde a cerca del promedio desde febrero de 2012. Incluso para los instrumentos respaldados por activos que rara vez experimentan grandes fluctuaciones de precios en períodos cortos de tiempo, como los vinculados a préstamos para automóviles, los diferenciales se ampliaron 0,08 puntos porcentuales la semana pasada.
Con más pérdidas potenciales, los inversionistas han estado sacando dinero de los fondos de bonos. Los fondos de bonos de grado especulativo han registrado salidas durante las últimas cinco semanas, una suma de dinero que totaliza más de US$13.000 millones.
Disminución de las órdenes
Este año, entre la deuda de empresas con grado de inversión, los inversionistas han realizado pedidos, en promedio, por alrededor de 2,4 veces la cantidad de los bonos en oferta, en comparación con 3,1 veces en el mismo punto del año pasado, y cuatro veces para todo 2020, según datos recopilados por Bloomberg News. Las empresas también tienen que pagar un poco más y el prestatario promedio paga un rendimiento que es aproximadamente 0,05 puntos porcentuales más alto que su deuda existente, en comparación con rendimientos un poco más bajo que la deuda existente en este período de 2021.
Estas cifras son solo sombrías para los estándares del mundo pospandémico. En 2019, por ejemplo, las empresas vendieron bonos con rendimientos que promediaron 0,04 puntos porcentuales por encima de su deuda existente.
Pero la menor demanda se produce incluso cuando las ventas de bonos de grado de inversión se han desacelerado ampliamente este año. Las empresas han vendido alrededor de US$174.000 millones de ese tipo de instrumentos este año, un 7% menos que en este punto de 2021.
Entre los instrumentos respaldados por activos, los procesos de venta se están ralentizando. Si bien las transacciones respaldadas por activos generalmente se anuncian los lunes por la mañana y se venden el martes o el miércoles, ahora podrían tardar hasta el jueves o el viernes.
Todavía hay muchas ofertas de instrumentos respaldados por activos. Hasta el miércoles, las ventas de este año habían superado los US$30.600 millones, frente a los US$27.700 millones observados en igual período del año pasado, considerando que 2021, en su conjunto, fue un récord. Pero no hay duda de que vender estas ofertas es más difícil, según operadores e inversionistas.
Préstamos apalancados
Una de las pocas áreas del mercado donde la demanda sigue siendo fuerte es en la deuda de tasa variable, especialmente para préstamos apalancados. Los inversionistas han vertido al menos US$1.300 millones en fondos que invierten en préstamos apalancados de EE.UU. en cada una de las últimas cinco semanas.
Aun así, la emisión está cayendo y totaliza alrededor de US$79.000 millones en lo que va de 2022, en comparación con alrededor de US$131.000 millones en el mismo punto del año pasado. Con una fuerte demanda y una menor oferta, los préstamos han ganado alrededor del 0,4% sobre la base del rendimiento total, en comparación con una disminución del 3,4% para los bonos de grado especulativo.
Se está preparando más de US$100.000 millones en deuda para financiamiento de compras apalancadas en EE.UU. y Europa, y aunque el plan siempre fue dividirlo entre bonos y préstamos, ahora la combinación se está desplazando más fuertemente a favor de los préstamos.