Por Jonathan Bernstein
Por donde uno mire hay alguien que piensa que el presidente saliente, Donald Trump, dominará la política republicana mientras el presidente electo, Joe Biden, esté en el cargo, y que seguramente será nominado nuevamente en el 2024.
El propio Trump parece estar a punto de anunciar su próxima candidatura, tan pronto como deje de fingir que ganó esta ronda.
Por un lado... claro, es plausible. Los republicanos, paranoicos de que sus partidarios más fuertes se vuelvan contra ellos, ya están haciendo todo lo posible para evitar enojar a Trump, y algunos de los miembros del partido más visibles repiten sus falsas afirmaciones sobre fraude.
Es fácil evidenciar que se forma un problema de acción colectiva, en el que todos los candidatos potenciales para el 2024 temen tanto volverse en contra de Trump durante demasiado tiempo que terminan dándole la nominación, incluso cuando muchos actores del partido son muy conscientes de que ha sido rechazado por el electorado (dos veces, de hecho, si contamos el voto general en el 2016).
Por otro lado? Concuerdo con Josh Chafetz, quien dice que es “igualmente plausible que realmente se desvanezca”.
Los jugadores clave aquí están en los medios alineados con las ideologías republicanas. Si Fox News y los presentadores de programas de entrevistas conservadores tratan a Trump como el presidente legítimo durante los próximos cuatro años, será muy difícil para otros actores del partido hacer lo contrario.
Estarán constantemente en la posición en que las elecciones especiales de Georgia los han puesto ahora: si critican a Trump, simplemente podría decirle a sus partidarios que se vayan a casa, y solo unos pocos tendrían que escucharlo para costarle a los republicanos cualquier posibilidad de ganar.
¿Pero si los medios simplemente siguen adelante? Entonces Trump es solo un tipo con una cuenta de Twitter. Sí, en este momento un alto porcentaje de votantes republicanos aprueba su presidencia. No obstante, es casi seguro que es menos impresionante de lo que parece.
Después de todo, la mayoría de los partidarios aprueban y votarán por cualquiera que esté en la boleta del partido. Y aunque seguramente hay mucho más entusiasmo por Trump que por quien sea el candidato para asesor del condado o de una agencia de impuestos local, nos acaban de mostrar cuán fácilmente pueden cambiar estas lealtades —con todos esos partidarios de Bernie Sanders y Hillary Clinton que votaron en cifras récord por Biden.
Además, tres años —desde ahora hasta los primeros eventos de nominación del 2024— es mucho tiempo. En noviembre del 2008, parecía que Sarah Palin tenía el apoyo entusiasta y leal de muchos republicanos; para el 2011, era una estrella desplazada. Y para un expresidente de unos 70 años con posibles problemas financieros y legales, tres años podrían parecer aún más largos.
Pero más que eso, es bastante posible, y hasta probable, que a menos que los medios de comunicación partidistas realmente resalten a Trump, él descubrirá que es más una novedad reemplazable para los votantes republicanos que una pasión que dure toda una vida. Si los medios deciden hacerlo depende de ellos, no de Trump.