El presidente estadounidense, Joe Biden, enfrenta una creciente presión de los republicanos por el aumento de la llegada de migrantes, especialmente de menores, a la frontera con México, una situación que la oposición califica como la primera crisis migratoria de su mandato.
El líder de la minoría republicana de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, encabeza este lunes una delegación de congresistas que visitarán la frontera en Texas para denunciar el incremento de la llegada de migrantes.
Rubia Tabora, una guatemalteca de 25 años, cruzó la frontera de forma irregular en Texas con su hijo de un año para reunirse con su marido que vive en Virginia.
“En mi país no hay trabajo, no hay dinero”, contó el fin de semana. Para ella el hecho de que Biden esté en el gobierno marcó una diferencia. “Mi marido me dijo que viniera ahora”, agregó.
Cerca de 200 migrantes irregulares pasaron por la estación de buses de Brownsville, en Texas, cerca de la frontera con México, según asociaciones locales.
En febrero, fueron arrestadas unas 100,000 personas en la frontera sur -entre ellas 9,457 menores no acompañados-, un aumento de 28% respecto a enero, según las autoridades.
Para hacer frente al flujo de menores, Alejandro Mayorkas, jefe del Departamento de Seguridad Interior (DHS) anunció que la agencia de emergencias FEMA va a apoyar en la tarea de albergar temporalmente a los niños, en medio de las críticas de que las autoridades los retuvieron durante largos períodos en instalaciones abarrotadas.
“Fuera de control”
El aumento de la llegada de personas a la frontera es un desafío político para Biden, que busca revertir muchas de las políticas contra la inmigración impuestas por su predecesor, Donald Trump.
El presidente demócrata quiere tramitar una ambiciosa reforma migratoria en el Congreso, que podría dar una vía para la ciudadanía para millones de indocumentados.
En Washington, los republicanos denuncian que hay una “crisis” en la frontera, pero la Casa Blanca se niega a aceptar esta retórica.
Para el líder de la minoría republicana de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, “esta crisis se está saliendo de control”.
Los republicanos temen que la llegada del buen tiempo con el verano boreal aumente el flujo en la frontera. El alcalde de la localidad de Uvalde, en Texas, indicó que espera la llegada de entre 25,000 y 30,000 migrantes para la temporada estival.
“En nuestra área no estamos equipados para manejar esto”, indicó el edil. “Nuestros recursos están mermados por la pandemia y además tuvimos la tormenta de nieve hace unas semanas”.
Para el gobierno de Biden, que decidió suspender acuerdos firmados por Trump como el programa “Quédate en México”, que obligaba a los demandantes de asilo a esperar al otro lado de la frontera, y reinstauró la iniciativa CAM para acoger a menores centroamericanos con padres con residencia legal en Estados Unidos, el mensaje es que “la frontera está cerrada” a la inmigración irregular.
La semana pasada, la secretaria de prensa de la Casa Blanca admitió que se trata de un “enorme desafío” y un tema central para el presidente, pero descartó usar la palabra crisis.
“Estamos adoptando políticas para hacer frente a lo que percibimos como un desafío humano en la frontera”, agregó la portavoz del ejecutivo.
Una reforma migratoria
El fin de semana, el senador demócrata Chris Murphy defendió al gobierno en la Cadena Fox News” afirmando que el presidente “heredó” del gobierno de Trump un “desastre” en materia migratoria y está intentando arreglarlo de una forma “humana”.
Para los republicanos, el anuncio de que el presidente demócrata busca dar una vía hacia la ciudadanía a cerca de 11 millones de inmigrantes irregulares generó un efecto llamada.
La amplia reforma migratoria anunciada por los demócratas a mediados de febrero no está en el calendario de las próximas votaciones, un indicio de que los jefes del partido no están seguros de contar con los votos necesarios.
A la espera, el partido quiere votar esta semana en la Cámara un proyecto de ley para abrir el camino a la naturalización de los “soñadores” o “dreamers”, jóvenes que llegaron cuando eran niños a Estados Unidos en compañía de sus padres, y a los trabajadores agrícolas.