Los bancos de alimentos en Estados Unidos que ya lidian con el aumento de la demanda de familias vapuleadas por la pandemia enfrentan ahora un nuevo obstáculo: el alza de los precios de los alimentos y los problemas en la cadena de suministros en el país.
Los altos costos y la limitada disponibilidad significan que algunas familias pudieran recibir raciones más pequeñas o sustituciones para suministros como la mantequilla de maní, que cuesta casi el doble de lo que costaba el año pasado. Al acercarse la temporada navideña, algunos bancos de alimentos temen no tener suficientes ingredientes para las cenas familiares.
“Lo que sucede cuando los precios de los alimentos suben es que empeora la inseguridad alimentaria para quienes la sufren”, afirmó Katie Fitzgerald, jefa de Operaciones de Feeding America, una organización sin fines de lucro que coordina las gestiones de más de 200 bancos alimentarios en el país.
Los bancos alimentarios que se ampliaron para satisfacer la demanda sin precedentes causada por la pandemia no podrán absorber eternamente los costos de los alimentos, que son el doble o el triple de lo que solían ser, comentó.
Los problemas en la cadena de suministros, la reducción de los inventarios y la falta de trabajadores han contribuido a un aumento de costos para las organizaciones de beneficencia de las que dependen decenas de millones de personas en Estados Unidos para alimentación.
Es más caro ahora mover la comida donada porque los costos del transporte son más elevados y las trabazones en fábricas y puertos dificultan la obtención de productos.
Si un banco alimentario tiene que optar por latas de atún más pequeñas o hacer sustituciones para maximizar sus fondos, indicó Fitzgerald, es como “poner sal en la herida” para una familia que padece incertidumbre.
En la costosa área de la Bahía de San Francisco, el Alameda County Community Food Bank en Oakland está gastando US$ 60,000 adicionales al mes en comida. Combinado con un aumento de la demanda, se está dedicando ahora US$ 1 millón al mes para distribuir 2 millones de kilogramos (4.5 millones de libras) de alimentos, dijo Michael Altfest, el director del banco para relaciones con la comunidad.
Antes de la pandemia, se estaba gastando una cuarta parte del dinero para 1.2 millones de kilos (2.5 millones de libras) de comida.
El costo de las latas de habichuelas y de los melocotones ha subido 9%, dijo Altfest. El atún enlatado y la tilapia congelada han subido más de 6% y una caja de pollo congelado de 2.4 kilos (5 libras) ha subido 13%. El precio de la avena seca ha subido 17%.
Los miércoles, centenares de personas forman cola afuera de una iglesia en el este de Oakland para sus suministros semanales de comida gratuita. La Shiloh Mercy House alimenta a unas 300 familias esos días, mucho menos que las 1,100 familias que nutría en el pico de la pandemia, dijo Jason Bautista, organizador de eventos de la organización. Pero sigue viendo nuevas personas cada semana.
“Y mucha gente dice simplemente que no puede comprar alimentos. Tienen dinero para comprar ciertas cosas, pero no alcanza”, manifestó.
Las familias pueden utilizar también un mercado comunitario abierto por Shiloh en mayo. Los refrigeradores contienen leche y huevos, mientras que los estantes tienen panes para hamburguesas y baguettes.
La residente de Oakland Sonia Lujan-Perez, de 45 años, recogió recientemente pollo, apio, cebollas, pan y papas — suficiente para una cena de Acción de Gracias para ella, su hija de tres años y su hijo de 18. El estado de California le paga para que cuide a su hija Melanie, que tiene necesidades especiales, pero no es suficiente con un alquiler mensual de US$ 2,200 y los altos costos de la leche, los cítricos, la espinaca y el pollo.
“Eso (el mercado) es maravilloso para mí, porque voy a ahorrar mucho dinero”, dijo y añadió que la temporada de fiestas es difícil, con los juguetes de Navidades para los niños.
No está claro hasta qué punto otra ayuda gubernamental, incluyendo la ampliación del programa de almuerzos escolares en California y un aumento de las prestaciones para las personas beneficiarias del Programa de Asistencia Suplementaria de Nutrición, contrarrestarán el aumento de precios de los alimentos.
Un análisis del centro de estudios Urban Institute en Washington concluyó que, aunque se espera que la mayoría de los hogares reciban suficientes prestaciones máximas para provisiones, existe aún una brecha de 21% entre los condados urbanos y rurales en el país.
Bryan Nichols, vicepresidente de ventas para Transnational Foods Inc., que entrega suministros a más de 100 bancos de alimentos asociados con Feeding America, dijo que los alimentos enlatados procedentes de Asia — como cocteles de frutas, melocotones y mandarinas — han estado varados en el extranjero por falta de espacio en los buques de carga.
Los problemas en la cadena de suministros parecer estar amainando y los precios es están estabilizando, pero Nichols prevé que los costos seguirán altos luego que tantas personas salieron del negocio de embarques durante la pandemia.
“Un contenedor promedio procedente de Asia antes del COVID costaba alrededor de US$ 4,000. Hoy, el mismo contenedor cuesta alrededor de US$ 18,000″, dijo.
En el Care and Share Food Bank for Southern Colorado en Colorado Springs, la directora Lynne Telford dice que el costo de un camión de mantequilla de maní ha subido 19% respecto a hace un año y el costo mayorista del picadillo de res ha aumentado 5% en tres meses. El banco está gastando más dinero para comprar comida para compensar por la baja de las donaciones y hay menos para escoger.
La temporada navideña le preocupa. Para empezar, el costo de donación para comprar un pavo congelado ha aumentado de US$ 10 a US$ 15.
“Lo otro es que no estamos recibiendo suficiente comida navideña, como relleno y salsa de arándanos. Así que estamos teniendo que suplementarlo con otros tipos de comida, algo que nos entristece”, dijo Telford, cuyo banco alimentó a más de 200,000 personas el año pasado, distribuyendo 11.3 millones de kilos (25 millones de libras) de comida.
El Alameda County Community Food Bank dice que está listo para el Día de Acción de Gracias, con cajas de arándano enlatado y paquetes de puré de papas en su almacén. El director de recursos Wilken Louie hizo un pedido de ocho camiones de pollo congelado — equivalente a más de 60,000 aves — para repartir gratis, además de pavo disponible a costo.
Por eso, Martha Hasal se siente agradecida. “Va a ser un Día de Acción de Gracias costoso, el pavo no va a costar lo que solía costar”, dijo Hasal mientras se aprovisionaba de coliflor y cebollas para el Bay Area American Indian Council. “Y no van a regalar el pavo. Así que gracias a Dios que regalan el pollo”.