Han pasado dos semanas desde que un grupo de 27 inmigrantes murió intentando llegar al Reino Unido desde Francia cuando su embarcación naufragó en el canal de la Mancha. Lejos de unirse para enfrentar la crisis que comparten, ambos países se han dedicado desde entonces a echarse la culpa mutuamente, intercambiar insultos e ignorar las tan necesarias reformas. Si quieren prevenir la siguiente tragedia, la cordura debe prevalecer rápidamente.