Por Faye Flam
El término científico “cambio climático” se queda corto. Suena como algo creado por un comité y no se entiende fácilmente como una crisis cuando también escuchamos a científicos hablar de glaciaciones y otros cambios climáticos naturales que ocurren a lo largo de la historia de la tierra. Sin embargo, el “calentamiento global” es algo que preocupa a la gente desde hace años. Es esencialmente otro término para lo mismo, pero transmite un peligro que aplica a todo el planeta.
Hay buena evidencia de que el calentamiento global está exacerbando los incendios forestales en el sur de Australia, pero cuando lo tildamos de “cambio climático”, la población no científica podría preguntarse cuál es la conexión y cómo se podría haber evitado. No obstante, si lo calificamos de “calentamiento global”, es intuitivamente fácil entender que si en general el mundo se está calentando, entonces, por supuesto, algunos lugares cálidos se pondrán aún más calientes y, por ende, algunos lugares realmente calientes, como el sur de Australia, quemarán bajo las llamas.
Sin embargo, nadie parece estar hablando de calentamiento global por estos días.
Algunos científicos a veces sostienen que “cambio climático” es un término más amplio y preciso que abarca un rango más extenso de fenómenos. Eso está bien para la comunicación entre científicos del clima, pero es un término demasiado amplio que no transmite gran cosa al individuo promedio. En efecto, es un problema, porque el futuro depende de que los no científicos reúnan la voluntad política para hacer algo al respecto.
En el 2014, investigadores de las universidades de Yale y George Mason encuestaron a 1,657 estadounidenses sobre los dos términos y descubrieron que muchas personas estaban preocupadas por el calentamiento global, mientras que muchas menos estaban preocupadas por el cambio climático. El último término no conectaba a las personas y las confundía sobre el supuesto significado (escribí un artículo sobre este informe cuando salió).
¿Calentamiento global sigue siendo un término científicamente correcto? Hace un siglo, científicos reconocieron que a 149.6 millones de kilómetros del sol, nuestro planeta estaría congelado en el ecuador si no fuera por ciertos componentes de nuestra atmósfera que atrapan el calor, especialmente el dióxido de carbono.
A principios del siglo XX, científicos pronosticaron que la quema de carbón aumentaría la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que a su vez conduciría a un planeta más cálido. Ahora estas proyecciones se han hecho realidad: como muestran mediciones cada vez más sensibles, el dióxido de carbono total en la atmósfera ha aumentado más de 45% y las temperaturas de nuestra atmósfera y los océanos se han calentado exactamente como se estimó.
¿Cómo, entonces, el término "cambio climático" llegó a dominar a su predecesor más descriptivo? Algunas organizaciones de noticias han señalado un memorando, destinado a la confidencialidad, del asesor de George W. Bush Frank Luntz. En él, Luntz proponía evitar el término "calentamiento global" porque podría asustar a la gente.
Pero el término "cambio climático" también se hizo popular entre científicos, quienes han argumentado que su alcance es más amplio e incluye todos los efectos secundarios de la acumulación de dióxido de carbono —no solo el calentamiento, sino también los cambios en los patrones de lluvia, el aumento del nivel del mar, tormentas más peligrosas, inundaciones y sequías. Desde esta perspectiva, "cambio climático" debería ser el término más aterrador, pero irónicamente, la encuesta de Yale/George Mason reveló que los no científicos tuvieron la reacción opuesta: el calentamiento global conllevaba una sugerencia mucho más fuerte de posible catástrofe.
Los términos científicos, como todas las palabras, pueden cobrar vida propia. Surgen y se quedan a través del suceso histórico. Por ejemplo, el término "big bang" para describir una teoría predominante de la cosmología ha sido objeto de críticas durante años porque, entre otras razones, el nacimiento del universo no habría generado ningún ruido*. Pero como lo dijo el escritor científico John Horgan en una edición de 1995 de Scientific American, “Las palabras son como arpones. Una vez se muerden, son muy difíciles de sacar”.
Según el libro de Dennis Overbye “Lonely Hearts of the Cosmos” (Corazones solitarios del cosmos), una teoría posterior y más refinada del origen de nuestro universo, la inflación, fue definida por su inventor principal, Alan Guth, después de la inflación económica que estaba ocurriendo a fines de la década de 1970.
Los mamíferos fueron nombrados por Carl Linnaeus durante la década de 1700, y aunque hay muchos rasgos que diferencian a nuestro tipo animal de otros vertebrados, eligió etiquetarnos bajo la palabra latina para senos. Realmente, si somos honestos, no hay evidencia de que nuestra especie, el Homo sapiens (hombre sabio) fuera más sabio que el Homo erectus o el Homo neanderthalensis.
No obstante, estos términos están arraigados. En 1993, la revista Sky and Telescope llevó a cabo un concurso para que los lectores reemplazaran el término big bang con algo que describiera mejor el origen del universo. Si bien obtuvieron más de 1.000 entradas, ningún término funcionó. Por lo tanto, no hay muchas esperanzas de lograr que científicos o el público comiencen a llamar al resultado de las emisiones de carbono "interrupción climática global" por ejemplo, como propuso una vez el asesor científico del expresidente Obama, John Holdren.
Pero “calentamiento global” resuena con el público, es científicamente preciso y debería volver a cobrar vida. Implica correctamente un problema grave y crea un sentido de urgencia útil. “Cambio climático” aún podría ser útil en algunos contextos, pero debemos asegurarnos de que el arpón no se atasque.
* La palabra se originó en una transmisión de la cadena radial BBC, por parte del astrónomo Fred Hoyle, quien no estaba de acuerdo con la noción de que nuestro universo se había expandido por una semilla primordial. La palabra big bang aparentemente no se puso a la moda hasta finales de la década de 1960.