Por Sarah Green Carmichael
Las primeras órdenes de confinamiento por el COVID emitidas en marzo hicieron que muchos de nosotros adquiriéramos nuevos hábitos.
Algunos de estos cambios fueron saludables; pero otros, no tanto. Empezamos a cocinar más, lo que generalmente es más saludable que comer en restaurantes; comenzamos a lavarnos las manos de forma mucho más frecuente.
Algunos grupos demográficos, como las personas mayores, comenzaron a hacer más ejercicio.
Pero también estamos bebiendo más alcohol, especialmente si somos mujeres. Ahora vemos ocho horas más de televisión a la semana. Muchos de nosotros hacemos menos ejercicio y pasamos más tiempo viendo malas noticias en las redes sociales –tendencia conocida como “doomscrolling”–.
La ansiedad por la pandemia ha perturbado nuestro sueño. El aburrimiento nos ha llevado a algunos a realizar compras en línea de forma demasiado impulsiva. La salud mental se ha visto afectada durante esta pandemia, y hábitos como estos no alivian el sufrimiento. Con el tiempo, el exceso de cualquiera de estas actividades dejará a la persona (o su cuenta bancaria) agotada.
En la primavera, entrevisté a Alice Boyes, autora de “The Healthy Mind Toolkit”, sobre el entonces creciente hábito de “doomscrolling”. Debido a que muchos psicólogos sociales estiman que se necesitan unos 40 días para formar un nuevo hábito, le pregunté si pensaba que las experiencias de encierro traerían cambios a largo plazo en nuestro comportamiento.
En ese momento, Boyes dijo que no, que una vez que el contexto más amplio cambiara, el comportamiento humano también volvería a cambiar.
Pero aquí está, nueve meses después, y nuestro contexto no ha cambiado mucho en absoluto. Tampoco parece probable que cambie en los próximos meses; la mayoría de las personas no podrá vacunarse hasta avanzado el próximo año. Atrapados como estamos, ¿qué podemos hacer para que nuestras propensiones desarrolladas durante la pandemia vuelvan a la normalidad? Llamé a Boyes.
“Los hábitos buenos para usted que requieren un poco de autocontrol serán los que somos más propensos a perder”, dice Boyes. Para dejar atrás un hábito sin el que usted podría estar mejor, “piense en la necesidad que le satisface”, señala.
Por ejemplo, si ese Martini nocturno sirve como señal del final de su jornada laboral, intente hacer otra cosa para relajarse. Reemplazar un mal hábito con una actividad diferente también suele ser más fácil que simplemente tratar de resistirse a él.
Puede haber un elemento de resolución de problemas al tratar de cultivar hábitos más saludables, indica Boyes. Para hacer más fácil una actividad que le favorece, elimine las barreras para hacerlo. Consiga el equipo que necesita; asegúrese de que esté organizado y accesible.
Use la misma lógica para dificultar los hábitos poco saludables: traslade el licor al sótano o cierre la sesión de las redes sociales en su teléfono.
“Es más fácil tener un hábito diario que dos veces a la semana”, dice Boyes, pero no es necesario ser rígido al respecto. Si correr todas las mañanas le causa dolor en la rodilla, puede lograr su objetivo moviendo su cuerpo todas las mañanas. Tal vez corre tres días a la semana y los otros cuatro realiza elongaciones o hace algunos ejercicios de “bodyweight”. Todo forma parte de su “rutina de correr”, incluso si no solo corre. Intente hacerlo a la misma hora todos los días.
También enfatiza la importancia de los hábitos mentales saludables en este momento, cuando es fácil pensar “estoy atrapado en mi casa” o “no puedo hacer nada de lo que quiero hacer”. Es importante desafiar estos pensamientos y recordarnos todas las actividades aún disponibles.
Formar un nuevo hábito “es un proceso gradual”, explica Boyes. Si alguna vez ha sido abordado por un amante de la meditación o el “crossfit”, por ejemplo, es probable que sea porque su nuevo hábito le está ayudando a sentirse realmente bien. No obstante, tuvo que llegar a él a su debido tiempo. Un modelo de cambio sugiere que las personas podrían sopesar su comportamiento durante un año antes de dar pasos incluso pequeños hacia la meta de actuar de manera diferente.
Es por eso que no ayuda mortificarse si sus intentos de formar nuevos hábitos están fallando. Y está bien ser esporádico en la formación de hábitos. Puede continuar corriendo durante unos meses y luego dejarlo. Puede dejar las compras en línea hasta fin de año y luego reevaluarlo. Intente nuevos hábitos como una forma de experimento. Trabaje con los ritmos de la temporada, la semana, el día.
Cuando finalmente usted cambia su comportamiento, dice Boyes, es como descubrir un concepto diferente de usted mismo. Quizás nunca se haya considerado alguien a quien le guste cocinar comidas saludables. Pero... ¿ahora le gusta? Extraño ¡Y emocionante!
Esta sensación de crecimiento es lo que nos ayuda a liberarnos del modo de supervivencia. A principio de la pandemia, hubo una fuerte reacción contra las personas con personalidad tipo A que decían que estaban usando este tiempo para aprender un nuevo idioma o escribir un libro.
No hay necesidad de ser tan productivo, pero los seres humanos no manejan bien el estrés cuando están atrapados en modo de supervivencia durante tanto tiempo, dice Boyes. Debemos encontrar formas de avanzar.