La variante ómicron del COVID-19 es al menos un 40% más letal que la influenza estacional, según científicos japoneses, lo que pone de relieve el potencial peligro de retirar demasiado rápido las restricciones implementadas por la pandemia y subestimar los riesgos del virus para la salud.
La tasa de mortalidad de la variante ómicron en Japón, sobre la base del exceso acumulado de mortalidad y la cifra de contagio desde enero, fue de alrededor de 0.13%, según un análisis realizado por científicos que asesoran al ministro de Salud del país.
Si bien ese nivel está muy por debajo de la tasa de mortalidad de 4.25% en las etapas previas del brote, sigue siendo mayor al entre 0.006% y 0.09% observado con la influenza estacional, dijeron.
Países de todo el mundo han estado relajando las medidas de mitigación, desde los mandatos de uso de cubrebocas hasta los requisitos de realización de pruebas, y presionando para volver a la vida normal. La población está cansada de las restricciones y la menor gravedad de la variante ómicron ha hecho que muchos confíen en que las normas ya no son esenciales.
Si bien Japón no ha reducido formalmente la condición, está flexibilizando las restricciones fronterizas y los períodos de cuarentena para viajeros, trabajadores esenciales y contactos estrechos de casos positivos para mantener la economía en marcha.
La disminución de la mortalidad con ómicron podría reflejar tanto la menor virulencia de la variante, particularmente en comparación con la variante delta, como los beneficios de la vacunación, señala el análisis. Los hallazgos muestran la importancia de haber implementado medidas de control antes de que las vacunas se distribuyeran completamente, dijeron los investigadores.
Se necesitan más estudios para determinar el impacto de la flexibilización una vez que se levanten todas las restricciones, señaló el miércoles por la noche Takaji Wakita, presidente de la junta asesora del Ministerio de Salud, en una sesión informativa donde se presentaron los datos. La actual información se obtuvo cuando la mayoría de las restricciones pandémicas aún estaban vigentes, dijo.
El estudio, que no ha sido revisado por pares ni publicado en una revista médica, tiene varias limitaciones, como las diferencias en la forma en que se recopilaron los datos, lo que dificulta las comparaciones con otros estudios, indicó Wakita.
“De todas formas, hay una considerable diferencia en la mortalidad”, aunque la llegada de ómicron ha reducido la brecha entre el COVID y la influenza, dijo.
La ola impulsada por la variante ómicron ha llevado a algunas regiones de Japón a imponer estados de cuasi emergencia que restringen el funcionamiento de bares y restaurantes. Actualmente, 31 de las 47 prefecturas del país están bajo esas medidas hasta el 6 de marzo.
Algunas áreas, como Osaka y Kioto, han intentado extenderlas, mientras que otras han pedido que se levanten, informó el miércoles el medio nacional NHK.