Por Faye Flam
El mensaje sobre las vacunas de refuerzo es engorroso y confuso, pero la ciencia es bastante sencilla y tranquilizadora. Su vacuna todavía reduce su riesgo de contraer un caso grave o morir por COVID-19, incluso si han pasado varios meses desde que la recibió.
Sin importar cuándo recibieron las primeras vacunas, se recomienda una dosis adicional para las personas mayores de 65 años y para aquellas con cualquier afección a la salud que comprometa la inmunidad, o con afecciones que aumentan enormemente el riesgo al contraer COVID-19, las que están enumeradas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Pero, ¿qué pasa si eres joven y saludable y estás vacunado?
“Las tres vacunas que se usan actualmente en Estados Unidos continuarán protegiendo contra enfermedades graves en un alto nivel y no hay evidencia de erosión”, me dijo Paul Offit, un experto en vacunas del Hospital de Niños de Filadelfia.
Eric Toner, académico senior de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins, está ampliamente de acuerdo. Una de las razones por las que esto se ha debatido, dijo, es que las vacunas Pfizer y Moderna ya ofrecen una protección bastante buena, incluso después de siete a nueve meses.
El mayor cambio es la recomendación que hicieron los CDC la semana pasada de que todas las personas que recibieron la dosis única de la vacuna Johnson & Johnson reciban una segunda dosis, no porque la dosis única no funcione, sino porque algunas mediciones sugieren que no es tan protectora como las otras vacunas disponibles en Estados Unidos.
Recientemente, se determinó que la eficacia de la vacuna J&J contra una enfermedad grave es del 74%, cifra que aumenta hasta un 94% con un refuerzo, según los ensayos clínicos. La segunda dosis la alinea con Pfizer y Moderna, que todavía muestran más del 90% de protección contra enfermedades graves, incluso cuando la protección contra una enfermedad más leve ahora parece más baja que la primavera pasada.
El otro gran cambio, que debería ser tranquilizador, es que puede recibir su segunda o tercera dosis de cualquiera de las tres vacunas que se ofrecen en este país. No parece haber ningún riesgo en mezclarlas y combinarlas.
Toner enfatizó que, dado que ahora hay consenso sobre quién debe recibir una vacuna de refuerzo, hay poca necesidad de una prueba de anticuerpos para tratar de determinar si su protección está desapareciendo.
Por un lado, no está clara la correlación entre las pruebas de anticuerpos con la protección de un individuo, dijo. Y la inmunidad es complicada: también hay células que luchan por un largo tiempo contra los virus, esas células B y T, que se esconden en la médula ósea y los ganglios linfáticos.
El riesgo es más importante que los niveles de anticuerpos y los científicos han sido consistentes en reconocer que es mucho más alto para las personas mayores. Y siempre han dicho que las infecciones en personas vacunadas suelen ser leves, o al menos no lo suficientemente peligrosas para la vida como para requerir hospitalización, pero pueden ser mortales en personas con ciertas afecciones que dañan el sistema inmunológico: personas como Colin Powell, que murió a los 84 años de COVID-19 después de una larga batalla contra el cáncer.
Los científicos también han sido coherentes en el mensaje de que los riesgos que plantean las vacunas y los refuerzos son bajos. Entonces, para las personas que enfrentan mayores probabilidades de contraer la enfermedad, los beneficios de una vacuna adicional superan claramente los riesgos.
Aun así, la gente está confundida por los mensajes contradictorios que están recibiendo sobre si el efecto de las vacunas está desapareciendo o si no funcionan tan bien como nos dijeron. Cuando investigué sobre esto para escribir una columna el verano pasado, Eric Topol del Scripps Research Translational Institute en La Jolla, California, se lamentaba de que mientras las noticias estaban llenas de informes alarmantes sobre el aumento de las hospitalizaciones, nadie podía encontrar información básica y crucial acerca de las personas hospitalizadas: su edad, estado de salud, si fueron vacunados, qué vacunas recibieron y cuándo les fueron administradas.
También fue un error que algunos médicos intentaran difundir el mensaje de que las vacunas no impedían que las personas transmitieran el virus, dijo Monica Gandhi, doctora en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco.
Ese mensaje resulta desconcertante o falso cuando se insta a las personas a vacunarse para proteger a otras personas. La conclusión, dijo, es que las vacunas reducen enormemente las probabilidades de que uno infecte a otras personas.
Las vacunas no solo hacen que sea mucho menos probable que padezca un caso grave. También reducen la cantidad de casos leves o asintomáticos y, en caso de contagiarse, las personas vacunadas eliminan el virus más rápido, por lo que las vacunas reducen las probabilidades de que le transmita la enfermedad a otra persona.
No son perfectas. Es por eso que los expertos coincidieron en que un refuerzo también es una buena idea para los trabajadores de la salud y de hogares de ancianos u otras personas cuyo trabajo los pone en riesgo o en contacto con personas vulnerables.
No culpe a los expertos por la confusión. Muchos han dado todo de sí para ayudar a las personas a comprender lo que está sucediendo, incluidos los tres entrevistados para esta columna. Pero no siempre tienen acceso a la información que les gustaría.
Un comunicado de prensa reciente de Pfizer, por ejemplo, promocionó un estudio en el que se siguió a 10,000 personas después de recibir dos o tres dosis de la vacuna. Los resultados sonaron impresionantes: 109 se infectaron en el grupo de dos dosis y solo 5, en el grupo de tres dosis. Pero el comunicado de prensa no mencionó el nivel de infección que registraron: ¿fue grave, leve o simplemente una prueba positiva? Tampoco se especificaron las edades.
Como escribí el verano pasado, parte del problema es que los números se pueden leer de diferentes maneras, dependiendo de si el objetivo es persuadir a las personas para que se vacunen o persuadir a los vacunados para que usen mascarilla en público.
Los mensajes que han sonado verdaderos y se han mantenido a lo largo del tiempo son aquellos que tienen como objetivo no asustar a las personas o cambiar su comportamiento, sino informarnos para que podamos comprender y mitigar nuestros propios riesgos y reconocer nuestras responsabilidades para con los demás.