La reinfección de un estadounidense de COVID-19, que estuvo más enfermo la segunda que la primera vez, suscita nuevos interrogantes sobre la adquisición de una inmunidad, si bien estos casos son por ahora excepcionales.
¿Cuántos casos?
Hasta ahora, se confirmaron cinco casos en el mundo, según la revista médica The Lancet Infectious Diseases: el primero, anunciado el 24 de agosto, se dio en Hong Kong, después en Bélgica, Holanda, Ecuador y el último, comunicado el martes, en Nevada (Estados Unidos).
Investigadores de Corea del Sur e Israel describieron otros casos, lo que elevaría a menos de veinte las reinfecciones examinadas científicamente, una cifra irrisoria frente a los más de 37 millones de casos positivos diagnosticados en el mundo desde el inicio de la pandemia.
Pero “esto no significa que no haya más”, previene el autor principal del estudio sobre el caso de Nevada, el doctor Mark Pandori.
Primero porque muchas personas contagiadas son asintomáticas; segundo, porque para estar seguros de que se trata de una segunda infección, es necesario realizar un análisis genético de las muestras tomadas en ambas ocasiones, una técnica difícil de aplicar a gran escala.
¿Cuáles son las consecuencias para los pacientes?
Depende. En los casos de Nevada y Ecuador, la segunda infección fue más grave que la primera, a diferencia de los otros tres.
Para los científicos, el hecho de que el paciente de Hong Kong no desarrollara síntomas la segunda vez sugiere que su sistema inmunitario aprendió a defenderse frente al COVID-19.
En cambio, el paciente de Nevada fue hospitalizado de emergencia y recibió oxígeno en la segunda ocasión, mientras que en la primera sufrió síntomas más leves.
“Es preocupante”, juzga el doctor Akiko Iwasaki, especialista en inmunidad de la Universidad de Yale (Estados Unidos), en un comentario publicado en The Lancet Infectious Diseases.
Para los autores del estudio, el estadounidense podría “haber estado expuesto a una dosis de virus más alta la segunda vez, lo que habría provocado una reacción más aguda”.
También podría tratarse de una cepa más virulenta del SARS-CoV-2 o bien deberse a los anticuerpos generados durante el primer contagio, como sucede con otras enfermedades, como el dengue.
Por otro lado, investigadores holandeses citaron recientemente el caso de una mujer de 89 años fallecida tras una reinfección. Pero sufría además de un cáncer raro y sus defensas inmunitarias estaban muy bajas.
Tampoco se descarta que estos casos tengan un factor común que explique la reinfección.
¿Y para la pandemia?
Las reinfecciones, que se dieron en intervalos relativamente cortos, suscitan interrogantes sobre el desarrollo de una inmunidad frente al nuevo coronavirus.
En el caso de Hong Kong pasaron cuatro meses y medio entre el primer y el segundo contagio y en el de Nevada, 48 días.
“Los ejemplos de otros coronavirus, causantes de resfriados banales pero también de las epidemias del SARS y el MERS, muestran que la inmunidad no es de por vida”, subrayó recientemente una experta de la Organización Mundial de la Salud, Maria van Kerkhove.
Por eso, “la gente que ya padeció el COVID-19 debería continuar tomando precauciones, como el distanciamiento físico, el porte de mascarilla y el lavado de manos”, abunda por su parte Pandori.
Las reinfecciones muestran que “no podemos apoyarnos en la inmunidad adquirida mediante la infección natural para alcanzar la inmunidad de grupo”, concluye Iwasaki.
¿Y para una futura vacuna?
Las reinfecciones sugieren que “una vacuna no sería completamente protectora. Pero dado que se trata de un número de casos minúsculo, no podemos dejar de desarrollar” un antígeno, afirma el doctor Brendan Wren, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, citado por el organismo británico Science Media Centre.
Las vacunas “siguen siendo nuestro mejor método de protección (contra el COVID-19), incluso si se demuestra que no garantizan una protección para toda la vida y que son necesarias varias dosis”, subraya en su sitio internet la Alianza para la Vacunación (GAVI).