Las escuelas primarias empezaron a reabrir sus puertas el lunes en Inglaterra, un paso en el desconfinamiento que muchos consideran precipitado en el segundo país del mundo con más muertos por coronavirus pese a que la infección de signos de remisión.
Solo Estados Unidos, con una población cinco veces mayor, tiene más fallecidos por COVID-19: el Reino Unido sumaba el lunes 39,045 muertes confirmadas, 111 más que la víspera.
Los números a principios de semana siempre son bajos por retrasos en los registros del sábado y el domingo, pero aun así es el menor balance diario desde el inicio del confinamiento el 23 de marzo.
Y un “progreso importante”, aseguró el ministro de Sanidad, Matt Hancock, en la rueda de prensa diaria sobre la crisis.
En este contexto, el primer ministro, Boris Johnson, está bajo presión para relajar unas restricciones con elevado coste económico y social.
A partir del lunes autorizó las reuniones de seis personas al aire libre y la reanudación de competiciones deportivas: comenzaron las carreras de palomas, la hípica y el billar y la Premier League debe hacerlo el 17 a puerta cerrada.
También reabrieron concesionarios de automóviles y mercados exteriores.
“Es aún incipiente, parece que el mercado está básicamente despertando”, decía Mario Warner mientras se comía una pitta con su novia en el turístico mercado londinense de Camden.
“Estamos deseosos de recuperar algo de normalidad”, afirmaba John Jellesmark, propietario de uno de los puestos.
También algunas escuelas reanudaron su actividad el lunes, aunque de momento solo para niños 4 a 6 y de 10 a 11 años.
Reticencia de los padres
“Son todos cambios sopesados y nos tomamos estas decisiones muy en serio”, aseguró Hancock.
Pero estas medidas se aplican solo a Inglaterra, porque los gobiernos autónomos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte siguen sus propios calendarios, bastante más lentos.
E incluso en Inglaterra, muchos consideran que la reapertura de las escuelas es prematura.
El Sindicato Nacional de Educación pidió más “pruebas y evidencias científicas sólidas” y la Asociación de Dirigentes Escolares está preocupada por los “importantes problemas logísticos” que plantea.
“No podemos prometer a los padres que sus hijos estarán siempre a dos metros de distancia”, decía Bryony Baynes, director de una escuela primaria en Worcester, en el oeste de Inglaterra, cuando los alumnos retomaban el camino de las aulas. También a algunos padres les preocupa la perspectiva.
Un estudio realizado por la Fundación Nacional de Investigación Educativa entre 1,200 directores de escuela mostró que casi la mitad de familias prevé mantener a sus hijos en casa.
Ayudar a niños desfavorecidos
En el noreste de Londres, la Halley House School abrió sus puertas a los alumnos más pequeños, aplicando medidas de distanciamiento y mucho lavado de manos.
Sindicatos de maestros se oponían pero su directora, Claire Syms, afirma creer que “es seguro para nuestros alumnos estar aquí”.
"Volver al colegio debería ser una experiencia realmente positiva para ellos", agrega.
La Comisionada de la Infancia, Anne Longfield, pidió incluso al gobierno que organice escuelas de verano para ayudar a los niños “más desfavorecidos” a recuperar el terreno perdido durante los meses de confinamiento.
Reticentes también ante este calendario, los gobiernos locales de numerosos municipios y condados ingleses pidieron a sus escuelas que no abran todavía.
E incluso algunos miembros del comité científico que aconseja al gobierno expresaron sus temores: el profesor John Edmunds consideró “arriesgado” pasar a la siguiente etapa de desconfinamiento cuando hay todavía varios miles de contaminaciones diarias.
“Prevemos que la mayoría de escuelas primarias reabran esta semana, pero todos enfrentamos circunstancias únicas y algunas pueden necesitar más tiempo para prepararse”, admitió un portavoz de Downing Street.
Es “un regreso cauteloso y gradual durante el cual la asistencia irá aumentando”, afirmó. “Sólo hemos dado este paso porque creemos que es seguro hacerlo”, insistió.