Los futbolistas del Bochum y el Leipzig guardan un minuto de silencio por las víctimas de la guerra en Ucrania antes del partido liguero disputado el 27 de febrero de 2022 en la ciudad de Bochum, al oeste de Alemania. (Foto: Ina Fassbender AFP)
Los futbolistas del Bochum y el Leipzig guardan un minuto de silencio por las víctimas de la guerra en Ucrania antes del partido liguero disputado el 27 de febrero de 2022 en la ciudad de Bochum, al oeste de Alemania. (Foto: Ina Fassbender AFP)

El deporte internacional ha hecho de la neutralidad política y geopolítica una de sus principales razones de ser, barrida en unos días por la guerra en Ucrania, con sanciones muy duras contra Rusia, pero también contra sus deportistas.

Y en un segundo plano, con el riesgo de crear “precedentes” que podrían ser invocados por en eventuales conflictos en el futuro en el mundo.

¿Fin a la neutralidad en el deporte?

Al recomendar la exclusión de Rusia y Bielorrusia y de sus deportistas, el Comité Olímpico Internacional (COI) se internó el lunes por un camino inédito, al que no tardaron en lanzarse las instancias del fútbol, el deporte global. La UEFA y la FIFA fueron seguidas de otros muchos, como el atletismo, deporte rey del olimpismo, y el patinaje sobre hielo, especialidad rusa.

En opinión de Pim Vershuuren, investigador en geopolítica del deporte de la universidad de Rennes, las federaciones internacionales son “el fruto de la mundialización y se ven afectadas por muy numerosas tensiones políticas, religiosas, y siempre se van a alinear sobre el denominador más débil”.

Detrás de la revolución del lunes se perfila el riesgo del “doble rasero” ante otro conflicto en el que se violen derechos humanos, explica el experto.

“La política del ‘apoliticismo’ está para evitar ser instrumentalizado en los conflictos”, precisa.

Para Jean-Loup Chappelet, especialista en el olimpismo en la Universidad de Lausana, “la presión era demasiado fuerte”, habida cuenta del impacto sobre la opinión pública occidental. Las federaciones, con el COI en la cúspide, “están bajo mucho más escrutinio de la opinión pública que en el pasado”, con un recelo nacido ante “decisiones del tipo de un Mundial en Catar”, explica.

Pocos podrían haber vaticinado una ruptura de esta envergadura hace apenas una semana.

Tanto más porque Rusia permitió en los últimos años, al igual que China, “cubrir la falta de candidaturas” para organizar grandes citas deportivas.

El principio de neutralidad sale a menudo a la palestra: “sólo podemos cumplir nuestra misión de unificación del mundo si los Juegos Olímpicos transcienden todas las diferencias políticas. Para alcanzar esta solidaridad mundial y una verdadera universalidad, el COI y los Juegos Olímpicos deben ser neutros en el plano político”, declaraba el presidente del COI, Thomas Bach, en el 2020.

¿Obstáculos jurídicos?

Luego de tachar las medidas de “discriminatorias”, Rusia dio a entender que podría protestar las decisiones de exclusión.

Entre bastidores, algunas federaciones se preguntaban el martes sobre la base legal de la decisión del COI, temiendo ser después desautorizadas, en caso de recurso, por el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS).

“Está el martillo de la presión política y la hoz de la jurídica”, ironiza Pim Vershurren, en alusión al viejo símbolo soviético.

En opinión de algunos, los estatutos de la FIFA no permiten suspender a Rusia.

Según cuenta Loic Tregourès, autor del libro ‘El fútbol en el caos yugoslavo’, cuando algunos pidieron la exclusión de la República Federal de Yugoslavia del Mundial de fútbol en 1998 “debido a lo que el régimen de Milosevic hacía en Kosovo”, la FIFA respondió: “mientras que la ONU no tome una decisión en ese sentido, nosotros no nos movemos”.

Al tratarse de la FIFA, “se pueden encontrar bases legales” en sus estatutos sobre “el respeto de los derechos humanos”, pero “sin embargo está el principio de independencia y de neutralidad política” en los mismos estatutos, explica Tatiana Vassine, abogada especializada en derecho del deporte.

Dos objetivos “a conciliar”. Sin contar, explica ella, que las asociaciones nacionales de las federaciones deportivas “se supone deben ser independientes” en el sentido jurídico. En otras palabras, la federación rusa de fútbol no es deudora por las decisiones del presidente ruso.

El riesgo de los “precedentes”

La FIFA sabe que “cada acción política que tome contra Rusia, podría volverse en su contra más tarde”, explica Pim Vershurren, en especial cuando defiende “la neutralidad” que hasta ahora ha sido “creíble”, porque “en el pasado ha sido más prudente”. Las decisiones tomadas “sentarán precedentes y harán historia”.

“Cuando es Occidente el que es atacado en sus valores más profundos, federaciones como la FIFA o el COI están bajo mucha más presión que cuando son otros países más alejados”, añade. “Pensamos en Medio Oriente, donde hay situaciones similares” añade.