Sobrevivió durante décadas como una de las principales voces independientes de Rusia, pero el locutor Alexéi Venediktov supo que había terminado una época cuando su radio Eco de Moscú cerró el mes pasado.
“El país ha retrocedido en todos los sentidos, para mi es un retroceso de 40 años”, explica Venediktov, que se unió a la emisora en su fundación en 1990 y la dirigió durante los 20 años de poder de Vladimir Putin hasta el envío de tropas rusas a Ucrania hace dos meses.
“Estamos exactamente en 1983 con la guerra de Afganistán (invadida por la URSS), los disidentes en prisión o expulsados del país y el jefe del KGB (Yuri) Andrópov en el Kremlin”, afirma.
Yuri Andrópov fue el sucesor de Leonid Brézhnev al frente de la Unión Soviética.
Y dentro de unos años, “vendrá un (Mijail) Gorbachov...”, añade con una sonrisa cómplice, refiriéndose al líder soviético que liberalizó la URSS, haciendo caer todo el sistema.
Con un alborotada y canoso pelo rizado, el periodista de 66 años ha sido una figura destacada de la escena mediática rusa durante años, al frente del buque insignia de las emisoras liberales.
Eco de Moscú llegó a las ondas en agosto de 1990, en los meses finales de la Unión Soviética y se convirtió en símbolo de las nuevas libertades de prensa de Rusia.
Venediktov, antiguo profesor de historia, se sumó a la radio como reportero y se convirtió en editor en jefe en 1998.
Mientras la presión sobre el periodismo en Rusia crecía durante los últimos 20 años y numerosos medios independientes caían bajo control estatal, Eco de Moscú sobrevivió, lo que muchos atribuían a los vínculos de Venediktov con poderosos responsables, algunos de ellos en el Kremlin.
“Compañeros de copas”
Él no escondió que tenía amigos bien posicionados, a los que llamaba jocosamente sus “compañeros de copas”, y fue uno de los pocos periodistas en Rusia que continuó criticando abiertamente a Putin.
El jefe del Kremlin intervino personalmente cuando algunas autoridades querían cerrar la emisora, explica Venediktov durante la entrevista en un restaurante del centro de Moscú. “Putin dijo tres veces: +No, dejadlos trabajar+”, asegura.
Pero eso cambió cuando Rusia lanzó su ofensiva militar en Ucrania el 24 de febrero y Eco de Moscú describió la campaña como un “error político”.
La emisora desapareció de las ondas radiofónicas el 1 de marzo y cerró formalmente su consejo de administración, donde la mayoría de votos estaban controlados por la energética estatal Gazprom.
Las frecuencias de la emisora en Moscú y otras ciudades fueron tomadas por la radio estatal Sputnik.
“Entiendo la lógica (de Putin): no podía mantenernos porque la propaganda durante estas operaciones debe ser total”, dice Venediktov.
Rusia introdujo también en marzo penas de cárcel de hasta 15 años por publicar falsa información sobre el ejército. Y el mismo Venediktov fue clasificado a finales de abril por el gobierno como “agente extranjero”.
El mes pasado, Venediktov publicó en redes una imagen de la cabeza de un cerdo con una peluca rizada que habían dejado frente a su apartamento y una pegatina antisemita enganchada a su puerta.
Muchos periodistas han huido de Rusia temiendo por su seguridad, pero Venediktov no tiene planes de irse. “La gente confiará más en mi si atravieso las mismas dificultades, ando por las mismas calles que ellos y me enfrento a las mismas sanciones”, explica.
Cara a cara con Putin
Venediktov gestiona ahora un canal de YouTube que ha conseguido medio millón de sunoscriptores.
En él quiere continuar hablando del conflicto en Ucrania, argumentando que los rusos necesitan saber “por qué ha pasado esto” y “por qué están sufriendo”.
Durante estos años, el periodista se ha encontrado varias veces con Putin, pero “nunca hemos hablado el mismo lenguaje” porque el dirigente ruso cree que “los medios son un instrumento” del Estado, asegura.
“Le dije cara a cara que el principal problema del país es la ausencia de cualquier forma de competencia: política, ideológica y económica”, explica.
A pesar de sus diferencias, Putin le ha preguntado en dos ocasiones al periodista qué lugar ocupará en los libros de historia: una en el 2008 tras sus dos primeros mandatos presidenciales y otra en el 2014 con la anexión de Crimea, señala.
Pero Venediktov, profesor de historia durante 20 años, no está seguro de la respuesta: “Estamos todavía en mitad del capítulo y todavía quedan páginas”.