El Banco Central Europeo realizó el jueves su esperado aumento de 75 puntos básicos a su tasa de interés de depósito, elevándola al 1.5%. Sin embargo, la decisión se adoptó con un sesgo moderado que refleja el deterioro de las perspectivas de crecimiento, así como un intento de evitar que los bancos se beneficien del rápido cambio en la postura monetaria observado en los últimos meses.
Más que nunca, los responsables de la política monetaria se encuentran luchando en varios frentes a la vez.
La presidenta Christine Lagarde enfatizó que la desaceleración económica observada en el tercer trimestre de la eurozona empeorará el próximo año. Aunque dijo que era posible que se realicen varios aumentos más para combatir la inflación de dos dígitos, los operadores rebajaron sus expectativas para la decisión de diciembre a solo 50 puntos básicos. Ese mes también se discutirán las futuras formas de reducir el balance de € 5 billones (US$ 5 billones) del banco central. En otras palabras, el ajuste cuantitativo no se producirá este año.
Sin embargo, subir las tasas de interés y dejar de compras bonos es lo más fácil. Mantener el dinero fluyendo libremente en el sistema mientras se ajusta la política es más complejo.
El BCE ha otorgado alrededor de €2 billones en préstamos superbaratos al sistema bancario a lo largo de la última década. Conocidos como operaciones de financiación a más largo plazo con objetivo específico (TLTRO), algunos se ofrecieron a tasas de interés que alcanzaron niveles tan bajos como el menos 1% en el punto álgido de la pandemia. La premisa original era fomentar el aumento de los préstamos bancarios a las empresas, en particular en los países periféricos.
Sin embargo, se invirtieron grandes cantidades en bonos soberanos, siendo los bancos italianos especialmente activos.
Pero esta generosidad tan necesaria en ese momento se ha convertido rápidamente en un problema político delicado. En pocas palabras, los bancos pueden recibir el dinero gratuito y devolverlo al banco central a las nuevas tasas de interés más altas. Por ello, las condiciones de las TLTRO se están ajustando, y el BCE parece decidido a terminar el programa lo antes posible.
A los bancos se les han dado tres ventanas en las que pueden pagar los préstamos de forma anticipada. Y para incentivarlos, los intereses de todos los préstamos pendientes aumentarán hasta la tasa de depósito actual del 1.5% a partir del 23 de noviembre.
En promedio, esto supone un incremento de los costos de financiación de entre 200 y 250 puntos básicos. Dado que es probable que la tasa de interés de los depósitos suba hasta el 2% en la reunión del 15 de diciembre, esto animará a prácticamente todos los bancos a abandonar el programa a fin de año. Solo los bancos que no puedan financiarse en términos atractivos y necesiten créditos a más largo plazo probablemente mantendrán estos préstamos.
Retirar liquidez siempre conlleva muchos riesgos, ya que tirar de un extremo de la cuerda puede desentrañar cosas inesperadas. Los bancos podrían responder restringiendo el crédito disponible para las empresas y los hogares, deprimiendo aún más el crecimiento.
O podrían deshacerse de sus tenencias de bonos del Gobierno al mismo tiempo que el BCE busca reducir su deuda. Si el banco central se equivoca, la ley de las consecuencias no deseadas podría entrar en acción. Las condiciones financieras se están ajustando rápidamente, y la tasa de depósito se ha disparado desde los menos 50 puntos básicos de hace solo tres meses.
El otro riesgo de retirar liquidez es crear una contracción de las garantías en el mercado de bonos, como la que sufrieron recientemente los gilts del Reino Unido. En un entorno de tasas positivas, la tasa de depósito del BCE debe ser el piso del marco monetario; pero las tasas de mercado a veces pueden situarse por debajo de la tasa oficial si las instituciones financieras buscan desesperadamente garantías de alta calidad y ofrecen costos de financiamiento más atractivos para garantizar activos preciados.
Lagarde dijo que el banco central es muy consciente de este peligro, y señaló que puede convertirse en un problema aún mayor a fin de año; también señaló que el cambio en las condiciones de las TLTRO debería “aumentar el conjunto de garantías en el futuro”.
”Hemos avanzado en la senda de la normalización, pero todavía tenemos terreno por recorrer”, dijo Lagarde. El BCE ha llegado más tarde a la fiesta de las alzas de tasas que sus homólogos de la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra; pero al centrarse en los costos de endeudamiento en lugar de en el balance general, se ha dado un respiro muy necesario para hacer frente a una caída del crecimiento si eso es lo que ocurre este invierno.
Por Marcus Ashworth