Lo que está en juego en Cuba es mucho, dijo el historiador Michael Bustamante, de la Universidad de Miami. (Photo by YAMIL LAGE / AFP)
Lo que está en juego en Cuba es mucho, dijo el historiador Michael Bustamante, de la Universidad de Miami. (Photo by YAMIL LAGE / AFP)

Una guerra de palabras en los medios de comunicación plagada de espionaje con dobles agentes, escuchas telefónicas y cámaras ocultas, se está librando en Cuba antes de las protestas previstas para el 15 de noviembre, lo que ha generado un enfrentamiento entre el gobierno comunista y un grupo disidente que afirma que su arma más potente es el teléfono celular.

En setiembre, los disidentes solicitaron un permiso a las autoridades para realizar una “Marcha Cívica por el Cambio” a mediados de noviembre tras las protestas de julio en la isla. El gobierno comunista negó esa solicitud el mes pasado, al argumentar que están trabajando encubiertamente con Estados Unidos para derrocar al régimen castrista. Los manifestantes planean llevarla a cabo de todas maneras.

Desde entonces, el gobierno ha lanzado una campaña en los medios empleando tácticas generadas por el exdictador comunista Fidel Castro, aprovechando las fuerzas de seguridad del Estado de amplio alcance para desenterrar pruebas que, según dice, muestran que los disidentes están trabajando con el respaldo estadounidense, una afirmación que niegan los líderes de la protesta.

Historiadores y observadores de dicen que el 15 de noviembre marcará la primera prueba real de esas estrategias de la era de la Guerra Fría contra un movimiento que es más joven y conocedor de Internet que cualquier otro antes.

Claramente, han vuelto a su viejo libro de jugadas”, señaló Paul Hare, exembajador británico en Cuba durante la llamada “Primavera Negra” en el 2003, cuando Castro decidió poner en prisión a 75 disidentes.

Pero con más cubanos que nunca en línea se ha vuelto más difícil para el gobierno dominar las ondas de radio, dijo Hare. “Han perdido la narrativa, la batalla de ideas, especialmente con los jóvenes”, añadió.

El régimen cubano no respondió a una solicitud de comentarios sobre esta nota

Lo que está en juego en Cuba es mucho, dijo el historiador Michael Bustamante, de la Universidad de Miami. Los manifestantes planean marchar el mismo día en que reabre sus puertas al turismo internacional uno de los principales destinos del Caribe tras una pausa de dos años durante la pandemia de coronavirus.

Los ingresos por turismo son vitales para la frágil economía de Cuba.

Este es el momento en el que el Estado cubano busca darle la vuelta a lo que ha sido un año muy malo y aquí tienes a este grupo diciendo ‘no, estamos eligiendo este momento específico para presionar por un cambio político’”, dijo Bustamante. “Creo que eso explica la intensidad de la respuesta del Estado”, agregó.

Herramientas de espionaje

La convocatoria de las protestas es liderada por un grupo de llamado Archipiélago. En una publicación del 3 de noviembre en la plataforma de redes sociales, el grupo dijo que tiene 31,501 miembros, la mayoría de los cuales viven en la isla y tienen entre 25 y 44 años.

En una serie de programas de televisión en horario estelar en los canales estatales, el gobierno cubano ha recurrido al espionaje para cuestionar a Yunior García, un dramaturgo cubano, disidente y líder del Archipiélago.

En un segmento de televisión transmitido la semana pasada, un oncólogo, mostrando su bata blanca del hospital, reveló que en realidad era “Fernando”, un agente doble que durante 25 años se infiltró en el movimiento disidente y acompañó a García a un taller para discutir el papel de los militares cubanos en la promoción de un cambio de régimen.

Yunior (García Aguilera) está buscando la confrontación con las Fuerzas Armadas y el Minint, estamos viendo en él la creación y la actuación de un contrarrevolucionario”, dijo Fernando en la televisión.

Reuters no pudo comunicarse con “Fernando”, cuyo nombre real es Carlos Leonardo Vázquez, para hacer comentarios.

En una entrevista en su casa en La Habana, el líder disidente García dijo a Reuters que recuerda a “Fernando” en el taller, pero rechazó cualquier sugerencia de que buscaba derrocar violentamente al gobierno.

Y señaló que nunca ha recibido fondos estadounidenses. “Al régimen le cuesta mucho trabajo admitir que está desplegando todas sus fuerzas contra un grupo de jóvenes con teléfonos (celulares)”, comentó.

Tienen miedo de un público que ya no cree en ellos y que no tiene miedo de decirlo en las redes sociales”, añadió.

García agregó que las autoridades cubanas se han apoyado en una estrategia antigua: culpar a Estados Unidos.

La televisión estatal transmitió también una llamada telefónica que García dice que fue grabada sin su conocimiento.

En la llamada, Ramón Saúl Sánchez, un conocido exiliado radicado en Miami a quien Cuba acusa de estar detrás de una serie de ataques terroristas desde hace décadas, parece prometer su apoyo a García y le pregunta si debería enviar una flotilla de barcos para protestar en aguas cercanas a Cuba. García se muestra reacio.

Sánchez no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.

Sin embargo, el régimen comunista cubano ha dicho que su evidencia apunta a un movimiento que busca un cambio de liderazgo y que cuenta con el respaldo de personas en el exterior.

El argumento tiene precedentes. Un informe del comité del Senado de Estados Unidos de 1975 reveló los intentos de espías estadounidenses de matar a Fidel Castro usando “dispositivos que ponen a prueba la imaginación”, incluidos puros explosivos y píldoras venenosas. En el 2009, Estados Unidos respaldó los esfuerzos para crear un “Twitter cubano” para provocar disturbios en la isla.

Casi la mitad de los miembros del Archipiélago residen fuera de Cuba, según cifras divulgadas por el grupo. Alrededor de una cuarta parte vive en Estados Unidos.

El Departamento de Estado de Estados Unidos no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios. A fines de octubre, un portavoz del departamento dijo que Estados Unidos apoya el derecho de los cubanos a protestar, pero que los mítines no eran una “demostración ... de los deseos del gobierno de Estados Unidos”.

El gobierno de Estados Unidos ha amenazado con sanciones en medio de una ola de arrestos tras las protestas del 11 de julio, que se cree que son las más grandes desde la revolución de Castro de 1959. Las autoridades cubanas dicen que los arrestados fueron culpables de delitos que incluyen desorden público, resistencia al arresto y vandalismo.

Muchos de los que han abogado públicamente por las protestas dicen que han sido acosados o avisados por la seguridad del estado y los partidarios del gobierno en un intento por mantenerlos fuera de las calles el próximo lunes.

No está claro cuántos planean marchar el 15 de noviembre, ya sea en casa o en el extranjero, ni cuál será la respuesta del gobierno de Cuba.

Creo que la pregunta es si Cuba puede volver a meter al genio del 11 de julio en la botella o no”, dijo Bustamante. “El 15 de noviembre será una medida de eso”.