Hasta hace poco lo consideraban moribundo, pero la victoria de los socialdemócratas en las elecciones legislativas en Alemania demuestra el renacimiento de un partido que supo acallar las disensiones internas y aprovechar el final de la era de la canciller Angela Merkel.
Según los resultados oficiales difundidos el lunes, el Partido Socialdemócrata (SPD) ganó por escaso margen las elecciones, con un 25.7% de votos frente al 24.1% del centroderecha de la canciller.
El partido alemán más antiguo también consiguió conservar el prestigioso ayuntamiento de la capital, Berlín, y ganar casi el 40% de los votos en las elecciones regionales en Mecklemburgo, en el este del país.
“El SPD celebra su resurrección”, señala la revista Der Spiegel.
Los socialdemócratas tienen la intención de regresar a la cancillería, tras haber participado en tres gobiernos como socio de los conservadores de Angela Merkel.
-Sin rumbo-
El SPD ha recorrido un largo camino. Hace solo un año las encuestas otorgaban al partido menos del 15% de los votos.
“Muchos expertos lo daban más o menos por acabado y que pasaría a la oposición para curar sus heridas”, afirma Sudha David-Wilp, politóloga del grupo de reflexión German Marshall Fund en Berlín.
Y es que durante dos décadas el partido más antiguo de Alemania, creado en 1863, parecía desorientado.
Arrastraba el lastre del legado de la política de inspiración liberal aplicada a principios de siglo por el canciller Gerhard Schröder, algo difícil de digerir para el “partido de los trabajadores”. Sobre todo la impopular reforma del mercado laboral, que redujo el desempleo pero precarizó el empleo.
Además parecía condenado a hundirse debido a las disputas internas entre el ala izquierdista y la centrista y a la pérdida de su identidad, a fuerza de participar en coaliciones con los conservadores.
La crisis existencial se acentuó tras la aplastante derrota en las elecciones legislativas de 2017 (20% de los votos) y la bofetada en las europeas en 2019.
Por falta de opciones hace tres años y medio el partido se resignó a renovar su asociación con Angela Merkel, pero acabó muy dividido y debilitado.
El partido se separó en un tiempo récord de dos presidentes, antes de nombrar en 2019 a un tándem de desconocidos del ala izquierdista para bloquear las ambiciones del centrista Olaf Scholz.
El movimiento parecía buscar su salvación en un giro a la izquierda, como durante un tiempo los laboristas en el Reino Unido o los socialistas en Francia, pero finalmente eligieron al ministro de Finanzas y vicepresidente Olaf Scholz.
Porque la historia demuestra que el centro es el que permite ganar las elecciones en Alemania. Ganaron la apuesta. El cálculo fue un éxito como se ha visto con el retroceso de la izquierda radical alemana este domingo.
La victoria del SPD es como un bálsamo para la socialdemocracia europea en crisis. Se posiciona para dirigir Alemania, ya está al mando en Suecia, Dinamarca y Finlandia, y quizá pronto en Noruega.
-La unidad, a prueba-
Pese a su escaso carisma, Olaf Scholz engrosará probablemente la lista de cancilleres del SPD de la posguerra, integrada por Willy Brandt (1969-1974), el padre de la apertura diplomática al este, Helmut Schmidt (1974- 1982) y Gerhard Schröder (1998-2005).
Queda un gran interrogante: ¿resistirá la unidad del partido?
Es posible que el ala izquierdista no aprecie los compromisos inevitables que Scholz tendrá que aceptar con el partido liberal FDP si quiere formar una coalición mayoritaria, sumando también a los ecologistas.
El FDP, un partido más a la derecha que el de Angela Merkel, se opone, por ejemplo, a cualquier subida de los impuestos y a gravar las rentas más altas. Y el SPD hizo campaña a favor de imponer un impuesto a las grandes fortunas.