La Cumbre Amazónica de Belém do Pará, que tendrá lugar los próximos días 8 y 9 de agosto, se celebrará menos dos semanas antes de que en Ecuador se celebre una histórica consulta nacional sobre si debe debe poner fin a la extracción de petróleo en un valioso yacimiento de la Amazonía, un plebiscito cuyo resultado puede ser el principio del fin de la industria petrolera en el país.
La inédita consulta nacional tendrá lugar el próximo domingo 20 de agosto, el mismo día de las elecciones generales extraordinarias, y el resultado marcará probablemente un punto de inflexión en Ecuador, de cuya Amazonía salen a diario unos 480,000 barriles de petróleo, una cifra que en 2022 le reportó al Estado ecuatoriano ingresos por más de US$ 10,000 millones, un 8.5 % de su producto interior bruto (PIB).
También podría sentar un precedente para el resto de países de la cuenca amazónica que producen petróleo como Brasil, Colombia, Perú y Venezuela, en una relación siempre marcada por el impacto de un entorno natural tan sensible y la relación con los pueblos indígenas donde se encuentran los pozos.
Esta inédita consulta será la primera de su tipo en el mundo, pues pone en manos de la población de todo un país una trascendental decisión sobre una importante parte de su industria petrolera.
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Más de 13.4 millones de ecuatorianos están llamados a las urnas el próximo día 20 de agosto para votar “Sí” o “No” a dejar en el subsuelo las reservas del Bloque 43-ITT, que opera desde el año 2016 en el Parque Nacional Yasuní, considerado el corazón de la Amazonía de Ecuador por albergar una de las mayores concentraciones mundiales de biodiversidad.
En este espacio conviven más de 2,000 especies de árboles y arbustos, 204 de mamíferos, 610 de aves, 121 de reptiles, 150 de anfibios y más de 250 de peces.
“Ecuador va a dar un mensaje al mundo”, vaticinan algunos líderes políticos a favor del “Sí”, como el candidato presidencial Yaku Pérez, un ambientalista de convicción que apuesta porque Ecuador sea el país que dé el primer gran paso a nivel global para abandonar el petróleo, en un momento en que la demanda mundial de crudo aún sigue creciendo.
Otros especialistas en la industria, que consideran perfectamente compatible la conservación de la Amazonía con la actividad petrolera, lamentan que la consulta se politice, toda vez que se celebra simultáneamente con las elecciones generales extraordinarias, y auguran un delicado problema económico si termina triunfando el “Sí”.
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Un amplio historial de derrames
Así, en torno al Bloque 43-ITT se ha acotado esta disyuntiva, pese a que en el Yasuní existen otros tres bloques petroleros más antiguos, que operan dentro del Parque Nacional desde los años ochenta y a los que no afecta este plebiscito.
El colectivo ambientalista Yasunidos, que consiguió sacar adelante la realización de la consulta nacional luego de reunir 757,000 firmas en 2013 y librar una batalla legal de diez años con instituciones del Estado, centró esta iniciativa en el Bloque 43-ITT con el trasfondo de un fatídico historial de derrames en años y décadas anteriores en la Amazonía ecuatoriana.
En los últimos años se han vertido decenas de miles de barriles de petróleo a la Amazonía, la mayoría por roturas de los oleoductos que transportan el crudo hasta la costa del océano Pacífico, como uno en 2009 de 14,000 barriles y otros de 11,000 en 2013, unos 15,000 en 2020 y 6,300 en 2022.
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A las puertas de indígenas en aislamiento
Hasta ahora no ha habido derrames al medio ambiente en el Bloque 43-ITT, donde se producen diariamente unos 55,000 barriles de petróleo, alrededor del 11 % de la producción nacional, que según Petroecuador dieron el año pasado al Estado una renta de US$ 1,200 millones, una cifra que los ambientalistas califican de inflada y que ven posible compensar con la creación de un impuesto a la riqueza.
Al llamado a la conservación de la selva amazónica del Yasuní se suma la situación de los tagaeri, taromenane y dugakaeri, tres pueblos indígenas en aislamiento voluntario que habitan en una zona intangible dentro del Yasuní que limita con el Bloque 43-ITT, cuyos pozos del campo Ishpingo están cerca de ella.
Sin ningún otro campo petrolero listo ni licitado para que pudiese compensar de inmediato el cese de la explotación del Bloque 43-ITT, la producción de Ecuador caería abruptamente si gana el “Sí”, y generaría, según el Gobierno, un grave problema financiero, además de la imperiosa necesidad de acelerar la transición energética.
Fuente: EFE
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