Todos hemos tenido esos momentos incómodos en los que olvidamos algo importante. Ya sea el nombre de una persona recién presentada o las llaves que no sabemos dónde dejamos, estos pequeños lapsus de memoria son comunes. Con la edad, estos episodios se vuelven más frecuentes, lo que puede generar preocupación. Aunque es normal olvidar de vez en cuando, ciertos hábitos pueden empeorar nuestra capacidad de recordar, afectando nuestra memoria a largo plazo.
Según Charan Ranganath, profesor de neurología en la Universidad de California, la pérdida de memoria no es un destino inevitable, sino algo que puede prevenirse con algunos ajustes en nuestras rutinas diarias. Ranganath, tras años de estudio en neurociencia de la memoria, ha identificado cuatro hábitos que deterioran nuestra memoria con el tiempo. Evitarlos puede marcar la diferencia entre tener una mente ágil o sufrir lapsus frecuentes. A continuación, te presento estos cuatro hábitos dañinos y cómo evitarlos para preservar tu memoria durante años.
En la actualidad, vivimos en una sociedad que celebra la multitarea, pero nuestro cerebro no está diseñado para funcionar de esta manera. La corteza prefrontal, responsable de nuestra capacidad para prestar atención, se ve particularmente afectada cuando intentamos hacer varias cosas al mismo tiempo. Esta área del cerebro se encarga de ayudarnos a concentrarnos y recordar lo que es importante.
Cuando intentamos realizar múltiples tareas a la vez, estamos sobrecargando esta parte del cerebro, agotando los recursos que normalmente se usarían para formar recuerdos duraderos. Por ejemplo, responder correos electrónicos mientras hablas por teléfono o ver televisión mientras trabajas puede dificultar que se almacene información de manera efectiva.
La solución es clara: concentrarse en una sola tarea a la vez. Esto no solo mejora tu rendimiento, sino que también ayuda a fortalecer tu capacidad de recordar lo que estás haciendo. Dale a tu cerebro el espacio para enfocarse y verás cómo tu memoria mejora con el tiempo.
El sueño es fundamental para la salud en general, y la memoria no es una excepción. A medida que envejecemos, dormir bien puede volverse más difícil, ya sea por el estrés, el uso de medicamentos o simplemente los cambios biológicos que ocurren con la edad. Sin embargo, un sueño de calidad es clave para mantener una buena memoria.
Durante el sueño, el cerebro trabaja en la eliminación de toxinas acumuladas a lo largo del día, lo que permite que las conexiones neuronales que sustentan los recuerdos se mantengan fuertes. Si no duermes lo suficiente o si tu sueño es de mala calidad, esos procesos se ven interrumpidos, lo que afecta tu capacidad para recordar.
Para mejorar la calidad de tu sueño, establece una rutina de relajación antes de acostarte. Evita las pantallas de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de dormir, ya que la luz azul que emiten puede interferir con la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño. Además, evita las comidas pesadas y el alcohol antes de acostarte, ya que estos factores también pueden afectar negativamente tu descanso.
La monotonía puede ser un enemigo silencioso de la memoria. Cuando realizamos siempre las mismas actividades, nuestro cerebro tiene menos razones para prestar atención y almacenar recuerdos nuevos. De hecho, si echas la vista atrás, es probable que recuerdes eventos inusuales o significativos, como un viaje o una reunión especial, pero no recordarás los detalles cotidianos de un día común.
Nuestro cerebro necesita novedad para mantenerse activo. Las experiencias nuevas y emocionantes generan más conexiones neuronales, lo que ayuda a formar recuerdos más vívidos y duraderos. Pasar tiempo con diferentes personas, probar actividades nuevas o simplemente cambiar tu rutina diaria puede ser suficiente para mantener tu cerebro alerta.
Recuerda que las experiencias únicas son las que dejan huella en tu memoria. No te conformes con la rutina; explora nuevas oportunidades, viaja a lugares distintos, y mantén tu mente activa con actividades que desafíen tu forma de pensar y aprender.
Es común pensar que podemos recordar todo lo que necesitamos sin esfuerzo. Por ejemplo, cuando te presentan a varias personas en una reunión, es posible que creas que recordarás todos sus nombres sin problemas. Sin embargo, a menudo sucede que al momento de intentar recordar sus nombres, los olvidamos.
Este exceso de confianza puede volverse perjudicial si no tomamos medidas para fomentar activamente nuestra capacidad de retención. Aceptar que podemos equivocarnos y que nuestra memoria no es perfecta es el primer paso para mejorarla. En lugar de asumir que recordarás todo de inmediato, realiza ejercicios de memorización.
Un buen truco es repetir mentalmente lo que deseas recordar y hacer un esfuerzo consciente por recuperar esa información más tarde. Por ejemplo, después de conocer a alguien nuevo, repite su nombre varias veces mentalmente o busca asociaciones que te ayuden a recordarlo. También puedes practicar memorizando listas pequeñas de información y probando tu capacidad de recordarlas después de un tiempo.
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