FOTOS | Hace cinco años, cuando estudiaban en la universidad en el País Vasco, cinco jóvenes españoles decidieron que querían revolucionar algún sector. Y optaron por uno de los más tradicionales: el vinícola.
Imanol, Íñigo, Gorka, Aritz y Taig se lanzaron a crear un vino de color azul, una de las últimas innovaciones en una industria poco dada a las extravagancias.
Después de dos años de trabajos de investigación y desarrollo en la Universidad del País Vasco, con ayuda de ingenieros químicos y de un centro exterior dedicado a innovación alimentaria, lanzaron su empresa Gik Live en el 2015.
Vendieron 30,000 botellas en su primer año de actividad, y cerca de medio millón en el 2017. Ahora exportan a 21 países, con Estados Unidos como primer mercado y Francia en segundo lugar.
De los cinco que eran al principio han pasado a tener doce ahora empleados.
"Entendemos que para mucha gente el vino es algo con lo que no se debe jugar", un producto "sagrado que no está ahí para cambiarlo", cuenta el cofundador Taig Mac Carthy, mitad irlandés mitad vasco, en las oficinas de la empresa en Portugalete, junto a Bilbao.
"Sin embargo, a nosotros nos gusta cambiar las cosas y no tenemos miedo a probarlo", añade Taig, en una oficina donde no faltan los ingredientes del "hipsterismo" propio de las "start-ups": empleados tecleando frente a sus ordenadores al lado de guitarras y una batería listas para ser tocadas en un momento de inspiración.
Una receta azul
Su vino color azul eléctrico se elabora en varias bodegas españolas, siguiendo el proceso tradicional, desde la fermentación de la uva hasta el embotellado. El proceso combina "naturaleza y tecnología", según puntualizan.
La fórmula comienza mezclando una gran cantidad de vino blanco con una proporción menor de vino tinto, junto con una pizca de mosto.
El color azul se obtiene gracias a dos pigmentos: antocianinas, un componente que se encuentra en la piel de las uvas rojas, e indigotina.
Es todo lo que cuenta Gik Live, que por lo demás no quiere revelar su "secreto industrial".
La empresa usaba edulcorantes artificiales, pero ahora recurre al vino dulce para conseguir el sabor azucarado.
Tras el vino azul, la compañía ha variado su oferta. Están vendiendo vino tinto infusado con té Earl Grey, vino blanco infusado con té japonés Sencha, y hasta un vino rojo picante llamado "Bastarde".
Los precios a la venta en internet oscilan entre 11 y 13 euros la botella, para una clientela de entre 25 y 45 años de edad, según la empresa.
Falsificación china
La respuesta al vino ha sido ambivalente. Jean-Michel Deluc, antiguo jefe sommelier en el Ritz de París, lo catalogó de "inesperado".
"No es lo que yo bebería, pero no está mal, está bastante bien elaborado", señaló en un video en el portal del club de vinos Le Petit Ballon.
En una reseña en agosto, el diario británico The Daily Telegraph lo describió como "muy dulce, demasiado dulce", tachándolo de "truco".
Para Rafael del Rey, director del Observatorio Español del Mercado del Vino, el azul es una de varias innovaciones en "un sector tradicionalmente conservador" que ha perdido consumidores.
Entre los sectores que se han alejado están los "jóvenes, mujeres, ciudadanos más urbanos que rurales", que tienen "menos tiempo para las comidas, con necesidad de productos más ligeros y una mayor tendencia hacia sabores un poco más dulzones", indicó.
Muchos de ellos, en definitiva, "no se han encontrado con un vino que le resulte atractivo".
Y esa demanda, apunta, está generando productos innovadores como el vino azul, o los vinos con menos graduación alcohólica.
En Europa, Gik Live está obligado a etiquetar su producto como "bebida alcohólica", porque las autoridades no lo consideran vino por ser azul. En otros países, como Estados Unidos, sí puede ser comercializado como vino.
"Sabíamos desde el principio que Gik Blue sería un producto que polarizaría mucho las opiniones", señala Aritz López, otro cofundador de Gik Live.
De 25 años, López habla frente a los ondulantes viñedos de la bodega que fabrica el vino azul de la empresa -junto con vinos tradicionales- en la provincia de Zaragoza, en el noreste de España.
Pide no revelar ni el nombre de la bodega ni el del pueblo donde se encuentra, invocando la necesidad de proteger la actividad de las críticas del sector. Con todo, la empresa espera terminar el año con una facturación de 1.5 millones de euros.
Prueba de su popularidad, Taig Mac Carthy dice haber encontrado en una tienda española réplicas del vino azul de Gik Live...falsificadas en China.