Hay que preguntarse si esa baja tasa de crecimiento es temporal o ya es la tendencia de largo plazo a la que hemos llegado. A nivel internacional, Alemania, Japón, Corea, salieron de situaciones de recesión económica severas y (después de la Segunda Guerra Mundial, en los dos primeros casos, y de la guerra de Corea, en el tercero) pasaron a situaciones de crecimiento alto y sostenido, a los cuales se denominó milagro económico. Hoy crecen a tasas moderadas, pero ya habían logrado convertirse en países desarrollados. En América Latina, los casos de Chile y Perú son similares. Salieron de recesiones severas a auges económicos de crecimiento sostenido. Entre 1984 y el 2002 la economía chilena creció a un ritmo de 5.5% anual. Y Perú, tras la severa recesión de fines de los 80, entre 1991 y el 2002 creció a 4% anual.
-¿Qué le dice el bajo crecimiento de nuestra economía en el 2019?-
-El crecimiento en ambos países se prolongó por más tiempo, incluso a mayores tasas…-
Sí, luego del 2002 el crecimiento económico se acelera, entre el 2002 y el 2013, en el Perú a 6% y Chile crece a una tasa de 4.6%, pero esos datos del crecimiento ya están inflados por el boom de precios de materias primas, que luego culminó y el crecimiento económico se desaceleró: en Chile a 2% y en Perú a 3%, promedio anual, entre el 2014 y el 2019. Entonces pareciera que la tasa de crecimiento de largo plazo se ha deteriorado en ambos países (Perú y Chile). Pero, a diferencia de lo que pasó en Alemania, Japón y Corea, nuestros países aún no han logrado el desarrollo. Chile tiene un ingreso per cápita de US$ 15,000 y el Perú de US$ 7,000.
-¿Cómo es que antes del boom de materias primas, el Perú pudo crecer a una tasa sostenida de 4% anual de 1991 al 2002?-
Se hicieron varias cosas para lograr eso. Una, que no se valora en su real dimensión, es que pasamos a hacer políticas macroeconómicas normales, estándar, que están en los libros de texto, a diferencia de antes de los 90, cuando había controles masivos de precios, se aplicaban aranceles altísimos y controles a las importaciones, había 10 o 15 tipos de cambio, se estatizó los servicios públicos, entre otros. A cambio de eso, en política fiscal se buscó que el déficit sea el menor; en política monetaria no emitir para financiar el déficit fiscal. Pasar de aplicar políticas anormales a políticas normales nos dio un gran impulso económico, porque hizo que el ambiente sea el adecuado para la inversión.
-¿Solo con eso se logró crecer?-
Otro gran impulsor de la economía fue el modelo de desarrollo que se tomó. Se puede discutir cuál es este. Hay varias experiencias a nivel mundial, pero el que se tome debe ser atractivo para la inversión privada. Claramente, el modelo que impuso Fujimori fue mucho más amigable para la inversión que el modelo que teníamos antes. Igual ocurrió en Chile. Otro factor a favor fue abrir la economía, aranceles relativamente bajos, no muchas empresas públicas. Esos fueron los principales impulsores de la economía peruana entre 1991 y el 2002. Pero, además, hubo otras cosas que se hicieron y que ya están en el plano de la política económica propiamente dicha.
-¿Cuáles fueron esas políticas?-
Se hicieron políticas que podemos llamar sectoriales que, ex post, vemos que funcionaron, tanto en Chile (el impulso a la acuicultura del salmón es clara) como en el Perú, donde claramente se impulsó la minería. A la minería se le ofrecieron contratos de estabilidad jurídica, la depreciación acelerada, entre otros, y 20, 25 años después, vemos que dio resultado.
-¿Hubo otra política sectorial?-
Ya hacia el 2000 se hicieron políticas para la agroexportación. Casi simultáneamente, se dio una ley de promoción agraria, con una tasa de impuesto a la renta menor, aportes menores al seguro social, y con una legislación salarial especial y, por otro lado, se impulsaron grandes canales de irrigación para nuestra costa árida. Eso explica el milagro de la agroexportación, que pasó de unos US$ 400 millones a inicios de siglo a cerca de US$ 8,000 millones.
-¿Por qué resultaron bien estas políticas sectoriales?-
Tienen varias cosas en común: una capacidad productiva inmensa; una demanda externa garantizada; son sectores geográficamente localizados de manera tal que es muy fácil supervisar el apoyo que se les da.
-El impacto positivo del boom de materias primas desde el 2002 al 2013 impulsó el crecimiento...-
Sí, pero ese acontecimiento internacional tiene dos componentes que posiblemente no se repitan, quizás, en décadas. Uno es que China estaba creciendo a 10%, 12% al año; y, dos, que las tasas de interés en el mundo en desarrollo fueron cercanas a 0%. Entonces, los crecimientos promedio de 6% en Perú y de 4.6% en Chile, entre el 2002 y el 2013, difícilmente van a repetirse.
-Ya estamos transitando por ese terreno, porque desde el 2013 en adelante Perú no ha vuelto acrecer más de 5%...-
Así es. Podemos decir que en este periodo el impulso externo ha sido neutral. Así, las cifras del crecimiento económico de ese periodo 2013-2019 reflejan más o menos el crecimiento normal potencial de la economía peruana, de un 3% promedio anual.
-¿Cómo ve el crecimiento de nuestra economía a futuro?-
Va a depender de los impulsores que mencioné antes. Será casi imposible encontrar en el futuro inmediato un contexto internacional que se parezca al del 2002-2013, no va a ser el gran impulsor del crecimiento de nuestra economía.
-¿La política económica puede todavía ser un impulsor importante?-
No imagino cómo pueda mejorarse la política monetaria del BCR, o la política fiscal del MEF. Quizás, pueda haber pequeñas mejoras, pero eso es pie de página en comparación al poder que tuvo la política macroeconómica cuando pasamos de la anormalidad a la normalidad. Por lo tanto, ya no tenemos este elemento impulsor que fue la política macroeconómica a inicios de los 90. Lo mismo pasa con el modelo de desarrollo.
-¿Y tampoco se pueden hacer políticas macroeconómicas específicas este año o el siguiente para impulsar el crecimiento?-
Seguro que se puede hacer, pero a veces olvidamos que el rol de la política económica es más limitado de lo que se cree, que es procurar que el crecimiento sea más o menos al ritmo del crecimiento potencial. Si crece debajo del crecimiento potencial, la política macroeconómica no ha cumplido con su rol. Creo que algo de esto ha pasado en el 2019, con un crecimiento de 2%, debajo del crecimiento potencial, algo falló en la política macroeconómica. Y para este año el crecimiento esperado es de más o menos 3%, que es una tasa similar a nuestro crecimiento potencial y, por lo tanto, en este año no hay mucho espacio para la política macroeconómica. Por lo tanto, no hay justificación para hacer políticas macroeconómicas expansivas, ni desde el BCR, ni desde el MEF.
-Entonces, no siendo ya impulsores importantes del crecimiento de nuestra economía las políticas macroeconómicas,¿qué queda por hacer para elevar la tasa de crecimiento?-
Están las políticas económicas sectoriales. Ahí sí tenemos espacio. Los sectores que se impulsaron en el pasado (minería y agroexportación) siguen funcionando, mal que bien. La agroexportación con mayor intensidad que la minería, pero con estos motores vamos a seguir creciendo solo 2%, 3% al año, y si quisiéramos crecer a mayores tasas, habrá que ver si hay posibilidad de incorporar nuevos motores para el crecimiento de la economía.
-Antes de eso, hay críticas al modelo de crecimiento. ¿Qué puede decir a ello?-
En lugar de estas generalidades que escuchamos: cambios en el capítulo económico, o más reformas estructurales, o reformar el Estado, creo que lo concreto es que necesitamos con urgencia nuevos impulsores del crecimiento económico. Dos impulsores ya se han agotado, la política macroeconómica y el modelo de desarrollo, ya dieron lo que podían dar.
-¿Hay más impulsores o no?-
Lo que entiendo es que el crecimiento importante de la agroexportación ya puede estar enfrentando ciertos cuellos de botella que no tienen que ver, felizmente, con el mercado internacional, sino con la capacidad productiva doméstica, más concretamente con la falta de agua. Entonces, en lugar de estar revisando el Plan de Competitividad, que tiene muchos objetivos y políticas, creo que, si concentrásemos la atención en la búsqueda de soluciones para el problema del agua para la agroexportación, habríamos contribuido de una manera importante a la tasa de crecimiento de nuestra economía en las próximas décadas.
-¿Es tanto así el potencial de la agroexportación?-
Dicen los entendidos que actualmente tenemos como 70 mil hectáreas produciendo para la agroexportación y que si los proyectos de irrigación actualmente en discusión: Majes Siguas II y Chavimochic III, se pusieran a trabajar, significaría la incorporación de 100,000 hectáreas más para esta actividad. Eso daría un impulso muy fuerte al crecimiento económico y a la creación de empleo, por mucho tiempo.
-¿Qué otra política sectorial podría hacerse?-
Otro sector que tenemos es el turismo, que es similar a la minería y a la agroexportación en el sentido de que tiene una capacidad productiva inmensa. Nuestra historia es riquísima, y tenemos un mercado internacional inmenso para esta actividad. El gran problema es que, geográficamente, esta actividad no está localizada, y es un poco más complicado desarrollarla. Una apuesta a más largo plazo es buscar un sector que se parezca al minero, a la agroexportación, que tenga una capacidad productiva inmensa y un mercado internacional garantizado, para la exportación o para sustituir importaciones.
-¿Sustituir importaciones? Puede sonar a mala palabra en el Perú después del fracaso de ese intento en los 70 y 80-
No es una mala palabra, puede funcionar si el mercado existe. Por ejemplo, el sector construcción ha tenido tasas de crecimiento en las dos últimas décadas de 5%, 6%, promedio. Por lo tanto, uno diría que este sector, en particular el vinculado a las viviendas, ha demandado mucha madera y la hemos importado casi toda, teniendo un sector forestal con un potencial inmenso. Según los expertos, tenemos muchos más recursos forestales que los uruguayos y chilenos, y ellos exportan 40 veces más madera que nosotros. Falta algo, que es el Estado con políticas sectoriales. Entiendo que algo se ha hecho al respecto, pero la prueba de que realmente hemos logrado cautivar al inversionista es que alguien se anime a invertir.
-¿La coyuntura política actual, no representa un riesgo en sentido contrario a lo que usted propone; es decir, volver a la ‘anormalidad’ de políticas estatistas?-
La buena noticia es que en estos casi 29 años de tener una macroeconomía más o menos ordenada, los ministros que han estado en el MEF han compartido la idea de que no hay que repetir errores de los 80 y han repetido lo que se ha venido haciendo. Incluso, presidentes con un discurso de querer cambiarlo todo, cuando fueron elegidos, aparentemente fueron persuadidos que lo que se estaba haciendo era lo mejor y ese temor que señala no ocurrió.
-¿Pero qué pasará en adelante?-
Es difícil saber, pero, en cualquier caso, lo mejor que se puede hacer para que esos temores no se materialicen es superar el crecimiento de 2% o 3% que tenemos, porque con esas cifras el peligro de que quieran cambiar todo (el modelo, el sistema) es altísimo. Recordemos que, en el 2006 y en el 2011, casi un tercio de nuestra población votó por promesas de cambiar la política económica. No subestimemos eso, sobre todo porque se dio en los mejores tiempos, cuando la economía crecía 4, 5%, 6%.
-Entonces, lo que nos dice es que ese riesgo de cambiar el modelo existe…-
La posibilidad de que se dé, con crecimientos de 2%, 3%, es alta. El antídoto para ello es recuperar altas tasas de crecimiento.
-¿Qué debería hacer este Gobierno en lo que le resta para que no se concrete ese riesgo?-
Lo más obvio, y seguramente la ministra de Economía lo sabe, es poner toda la energía para que la inversión pública crezca a una tasa decente de 6%,7%. La gran noticia es que hay recursos y es un tema de gestión. Lo otro, seguramente, es concentrar la atención en esos grandes proyectos de inversión que están pendientes. Quizás no resulten para este año, pero si los dejamos listos para el 2021, 2022, van a ser los impulsores más potentes del crecimiento de la economía y permanentes.
-¿A qué proyectos se refiere?-
Al del aeropuerto (ampliación del Jorge Chávez, Chinchero), la Línea 2 del Metro, entre otros, que son proyectos que mejoran la capacidad productiva de la economía y duran décadas. Otro tema, es que va a ser muy importante discutir abiertamente el capítulo económico de la Constitución. Tengo la impresión de que no tienen razón los que quieren cambiarlo, pero hay que transparentar esa discusión.
-¿Cree que esa discusión se dará en este Congreso?-
Es posible que lo planteen los grupos de izquierda y hay que discutirlo. En un momento en que la tasa de crecimiento ha bajado a 2%, es importante hacerlo.