Cuando la crisis financiera mundial golpeó a las economías emergentes en el 2008, ocurrieron dos tipos de éxodo. El capital circulante huyó de sus mercados financieros y la mano de obra migrante abandonó sus urbes por el seno de sus pueblos y ciudades natales.
Desde que se produjo la “coronacrisis”, el primer éxodo se ha repetido en una escala sin precedentes: inversores extranjeros sacaron más de US$ 83,000 millones en acciones y bonos de los mercados emergentes en marzo, según el Instituto de Finanzas Internacionales, una asociación bancaria, la mayor salida mensual registrada. Pero el éxodo de la fuerza laboral se ha visto obstaculizado por los esfuerzos de los gobiernos por paralizar el transporte y confinar las poblaciones, con el fin de frenar la propagación del Covid-19.
Al menos 27 economías emergentes han impuesto restricciones a la circulación en todo el país, según un conteo de Thomas Hale y Samuel Webster de la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford.
Vietnam se convirtió en uno de los últimos países en unirse a la lista, exigiendo a sus ciudadanos que se queden en casa hasta el 16 de abril. El primer ministro de Pakistán, Imran Khan, advirtió en un momento que un confinamiento traería hambre y ruina. Pero incluso Pakistán "ha pasado rápidamente de ‘no podemos arriesgarnos a un cierre’ a ‘no podemos arriesgarnos a no cerrar todo’", señala Charlie Robertson de Renaissance Capital, un banco de inversión.
Ningún país ha aplicado restricciones a los bienes y servicios “esenciales”. ¿Pero qué es esencial? La lista de la India, derivada de una ley aprobada en 1955, al principio no mencionó los productos de higiene femenina, lo que causó confusión. Sudáfrica corrigió sobre la marcha su lista de “productos básicos”, agregando pasta de dientes y productos para bebés, antes omitidos. También ha habido errores de inclusión. Días después de la orden de confinamiento, el gobierno de Sudáfrica descubrió que algunos bares habían recibido por error certificados para seguir operando.
Incluso las industrias consideradas esenciales pueden sufrir restricciones más amplias. Una planta farmacéutica en el norte de la India dice que puede producir, pero no enviar, sus artículos. Un fabricante de cápsulas de medicamentos obtuvo después de un tiempo la aprobación para seguir operando; pero para entonces, algunos de sus empleados habían abandonado la ciudad y otros tenían miedo de volver al trabajo.
Mientras que las crisis anteriores causaron una restricción financiera a la actividad económica, este desastre ha impuesto una “restricción física”, señala Alberto Ramos de Goldman Sachs, un banco. Ramos espera que América Latina sufra su peor contracción desde la Segunda Guerra Mundial, superando incluso su crisis de deuda de los años ochenta. Y mucho depende de cuánto duren los cierres de emergencia.
Se espera que el confinamiento de la India se levante el 15 de abril, pero las restricciones pueden continuar en estados con un alto número de infecciones, señala Priyanka Kishore de Oxford Economics. Varios de esos estados, incluidos Maharashtra y Karnataka, se encuentran entre los principales contribuyentes a la economía de la India. Si el 60% del país permanece bloqueado hasta finales de abril, calcula, se podría perder hasta el 10% del PBI de la India en el segundo trimestre.
Los bloqueos en muchos mercados emergentes son tan duros como en el mundo rico, o más, sugiere un índice creado por Hale y Webster que mide la "rigurosidad" de la respuesta de un gobierno a la pandemia. Pero a diferencia de sus contrapartes más ricas, pocos gobiernos de economías emergentes pueden igualar esta rigurosidad con una respuesta fiscal igualmente generosa, según cifras recopiladas por Sherillyn Raga del Instituto de Desarrollo de Ultramar, un grupo de expertos.
Malasia puede ser una excepción. Ha presentado un paquete de ayuda con un valor nominal de más del 16% del PBI, que incluye garantías de préstamos, subsidios salariales e incluso internet gratis durante el período de distanciamiento social. No muchas otras economías emergentes pueden promulgar algo similar.
India, por ejemplo, ha anunciado un plan para ayudar a los pobres con un valor de 1.7 billones de rupias (US$ 23,000 millones), solo alrededor del 0.8% del PBI. Incluso ello incluye desembolsos previamente presupuestados que simplemente se gastarán antes.
La respuesta fiscal de Sudáfrica se ha visto inhibida por el aumento de costos de financiamiento. La semana pasada, Moody's se convirtió en la última de las tres grandes agencias de calificación crediticia en despojarla de su estado de grado de inversión, calculando que el déficit presupuestario del gobierno este año fiscal excedería el 8% del PBI y que su deuda, incluyendo sus garantías a empresas de propiedad estatal, pasarían de 69% del PBI a 91% en el 2023.
Los bancos centrales han sido un poco más aventureros, reduciendo las tasas de interés a pesar de la caída de las monedas de los mercados emergentes. Algunos, incluidos los de Colombia y Sudáfrica, emularán la Reserva Federal de Estados Unidos comprando bonos del gobierno en el mercado abierto para reducir la volatilidad. Indonesia eliminará al intermediario: las nuevas reglas permiten que su banco central, in extremis, compre bonos directamente del tesoro.
Pero ningún mercado emergente, casi por definición, puede permitirse ignorar su tipo de cambio por completo. El banco central de Rusia, por ejemplo, recientemente se abstuvo de recortar las tasas de interés porque el rublo se ha desplomado dramáticamente a raíz de la guerra de precios del petróleo del país con Arabia Saudita. La disputa provocó que los precios del petróleo cayeran por debajo de los US$ 20 por barril esta semana, según el índice de referencia de Estados Unidos, por primera vez desde el 2002.
En algunos países (como Argentina), los gobiernos todavía tienen una deuda sustancial en moneda extranjera. En otros, son las empresas (Turquía). Y aún en otros (Sudáfrica), una gran parte de la deuda en moneda local está en manos de extranjeros, que serán reacios a renovar sus tenencias si la moneda está a la deriva.
Para medir la vulnerabilidad de los países, los analistas de Morgan Stanley, un banco, han calculado la cantidad de efectivo que las economías emergentes necesitarían para pagar su deuda externa este año y cubrir su balanza comercial, en caso de que los precios del petróleo sigan bajos, las remesas de trabajadores extranjeros disminuyan en un 25%, las ganancias por exportaciones de turismo y viajes desaparezcan y los inversores extranjeros abandonen un tercio de sus tenencias de acciones y bonos. Luego comparan esta cantidad con las reservas de divisas de estos países. Muchas economías emergentes carecerían de suficientes reservas para satisfacer sus necesidades, dejándolas dependientes de más préstamos extranjeros en mercados hostiles.
En tales circunstancias, algunas economías emergentes recurrirán al FMI. De hecho, el fondo dice que más de 80 países ya han solicitado algún tipo de ayuda en las últimas semanas. Otros pueden extender sus bloqueos al ámbito financiero.
En un informe publicado el 30 de marzo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo argumentó que algunos países deberían imponer controles de capital, con la bendición del FMI, para "reducir el aumento de las salidas".
Tras haber evitado que la mano de obra se mueva libremente dentro de sus fronteras, algunos mercados emergentes agobiados ahora pueden verse tentados a detener el libre movimiento de capital en sus dominios.