“Fuera buitres”, se leía en una de las muchas pancartas que jóvenes manifestantes llevaron a una reciente protesta en Dublín. La causa de su enojo es el fuerte aumento de los alquileres en la capital irlandesa. Esa indignación se está extendiendo en el mundo avanzado. Firmas de capital privado, aseguradoras, fondos de pensiones y otros inversionistas institucionales que elevaron sus compras de inmuebles residenciales durante la pandemia, se están convirtiendo en blanco de la ojeriza.