El nulo desembarque de fertilizantes agrícolas en los principales puertos del país durante la última semana, adelanta el inicio de una grave crisis alimentaria sin precedentes en Perú. Insumos como la urea y el potasio son claves para alcanzar los rendimientos adecuados de los diferentes cultivos que abastecen a los más de 33 millones de peruanos.
La Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro) adelantó a Gestión.pe que ha estimado una reducción en 30% de las áreas de siembra para la campaña 2022-2023. Y ante la falta de los fertilizantes, la productividad de las hectáreas que se consigan sembrar, bajarán.
“Ya estamos frente a una gran crisis que hay que abordar y prepararnos, hacer un plan de acción para asegurar stocks y distribución, y organizar el apoyo alimentario para los comedores populares”, exhortó el presidente de Conveagro, Clímaco Cárdenas.
La cadena productiva del sector agropecuario ya venía quebrándose desde el inicio de la pandemia. Primero, ante la falta de apoyo de financiamiento oportuno al agricultor familiar. Si bien se creó el programa de créditos FAE-Agro, solo colocó el 10% de los préstamos estimados.
Con el alza internacional del petróleo -acentuado por la invasión rusa a Ucrania-, la distribución de los alimentos se encareció y se ha ido trasladando al comprador. Y la inflación impacta también al último eslabón de la cadena: el consumidor.
En este panorama, los más perjudicados son, para el economista e investigador de Grade, Ricardo Fort, los consumidores de las zonas más pobres del país, ubicados en su mayoría en las periferias de las zonas urbanas, es decir, al 30.1% de la población en situación de pobreza, que incluye también a los más de dos millones de productores de la agricultura familiar. “Son los que más sufren porque más del 40% de sus ingresos se destina a alimentos”, refiere.
El último viernes, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó que el precio de los alimentos a nivel mundial alcanzó un nuevo récord en marzo, con una media de 159.3 puntos frente a los 141.4 puntos revisados al alza en febrero, que en ese momento anotaba un récord de los últimos diez años.
La perspectiva de la FAO es que los precios sigan acelerándose hasta un 20% como consecuencia del conflicto en Ucrania, “provocando un aumento de la malnutrición en el mundo”. Y es que ha reducido a la baja sus previsiones de stock de trigo y otros cereales claves para la alimentación, ante la menor cosecha en Ucrania y las exportaciones por el Mar Negro.
En Perú, ante la subida de precios y una menor producción agraria interna, la propuesta planteada por Conveagro ante el Acuerdo Nacional es recurrir a la masiva sobreproducción de cultivos como la papa -el alimento ‘que salvó a la humanidad’ en el pasado-, la quinua y otros granos andinos, cebada, camote, entre otros. “Es una iniciativa que puede mejorarse pero si no se aborda ahora será un gran problema”, anotó Cárdenas.
Las acciones pendientes
En un escenario así, Laureano Del Castillo, responsable del Programa de Políticas Rurales del Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes), señala que debe actuar la política de descentralización y sumar más actores para fortalecer a quien hoy es el eslabón más frágil de la cadena alimentaria en Perú: el agricultor.
Así, menciona, que los gobiernos regionales no están tomando una posición activa para impulsar, justamente, las extensiones agrarias pese a que la mayoría de regiones tiene como actividad económica principal la agricultura; y son pocas las universidades que ponen atención a los sistemas de desarrollo agrario.
“La Cordillera de los Andes nos plantea también serios desafíos de comunicación, muchos tienen vías accidentadas que encarece más el traslado de sus productos, no hay adecuada cobertura de telecomunicaciones para que puedan ser capacitados en técnicas que les permita reducir el uso de agua y de fertilizantes. Estamos perdiendo también los hábitos de una alimentación tradicional”, refirió.
Mientras que Fort subraya que en los últimos años se han desarrollado políticas pero aisladas para el sector agropecuario que no han permitido su desarrollo. En esa línea, recuerda el proyecto del programa Hambre 0 que articularía la agricultura familiar con la atención a las ollas comunes; sin embargo, no ha habido avances con el actual gobierno. “Todos los países de la región están apostando hoy por la seguridad alimentaria, pero Perú se está quedando”, advirtió.