(G de Gestión) Luego de más de un año caracterizado por crisis política, alza de precios internacionales, inflación, el Yaku y la conflictividad social, todavía no hay claros visos de que la economía peruana se pueda recuperar de manera robusta. Mario Guerrero, head de Estudios Económicos de Scotiabank Perú, explica por qué la recesión se asoma y cómo la falta de mensajes más claros para un mejor entorno de negocios afectará al país.
¿Qué sensación dejó el mensaje presidencial?
Vemos que poco ha cambiado y es probable que el país continúe con una apariencia de relativa estabilidad y bajo crecimiento económico. Nos hubiera gustado mayor énfasis sobre planes para estimular la inversión privada. A nivel de gobierno, las prioridades ahora están enfocadas en reducir la inseguridad ciudadana y prepararse para la emergencia del fenómeno del Niño (FEN).
Nos enfrentamos a dos trimestres consecutivos de retroceso del PBI. ¿Hay recuperación a la vista?
Debió haber recuperación, pero la lectura más reciente de la actividad económica muestra que la situación ha empeorado. La economía peruana depende mucho del contexto internacional, que es favorable. El último consenso apunta a un crecimiento de 2.5% en el mundo, un aumento de la proyección del 1.8% previo.
Si tomamos en cuenta que el Perú normalmente crece 1.2 veces respecto al mundo, nuestra economía debería estar, según el patrón histórico, al alza en cerca del 3%. Pero el deterioro de las expectativas nos lleva más hacia el 1%.
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Y se viene el FEN…
Estamos atravesando un Niño costero que puede desencadenar un Niño global hacia el verano del 2024. Es un riesgo que podría hacernos crecer aún menos, pero no es el único factor. Otro tema es el entorno de negocios. No se han dado las señales con la convicción necesaria para mejorar, lo que pasa por el escenario político. Hay intención, pero las señales no son contundentes para fomentar un clima de mayores inversiones y de atracción de capital.
¿Tiene que ver con falta de certidumbre en políticas públicas?
El impulso de la cartera de proyectos de una manera más decidida es parte de las señales para el sector privado que serían útiles. Otro punto importante que frena es la inversión pública. El Gobierno nacional está mejorando, pero también está la nueva gestión de Gobiernos subnacionales. La curva de aprendizaje va entre seis y ocho meses. Hacia octubre o noviembre podríamos ver una mayor dinámica para ejecutar el presupuesto público.
Normalmente el gasto de inversión pública es creciente trimestre a trimestre; sin embargo, en el segundo trimestre se nota una desaceleración respecto al año pasado por falta de capacitación o demoras en contratación de personal.
El Consejo de Competitividad señaló que, si se quiere regresar al nivel promedio de ejecución de gasto en Gobiernos subnacionales, tendría que duplicarse el ritmo de ejecución. ¿Es factible?
Las proyecciones optimistas del BCR sobre el nivel de crecimiento de la inversión pública (cayó 11% tras 15 meses al alza) están cerca de cero. Hay factores estadísticos que podrían mejorar y, para el segundo semestre, se generaría el 1.4% de crecimiento que pensamos que se dará este año. Pero, en el caso de la inversión pública, los efectos podrían ser más favorables hacia el 2024.
¿Cuál es la expectativa del FEN?
Nos parece que el escenario será moderado. El riesgo es que sea extraordinario. Los especialistas sugieren que lo tendremos más claro con la lectura de setiembre-octubre.
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Comportamiento del consumo en Perú
Con la inflación y un alza de salarios que no van necesariamente a la par, uno pensaría que el consumo se vería afectado, pero no es así. ¿A qué responde?
El de consumo es uno de los sectores más resilientes, pese a que crece menos con respecto a otros años. El empleo formal viene aumentando entre 4% y 5%. Normalmente esto se da por la inversión, que hoy no acompaña con el mismo ritmo. Se parte de una base baja, pero hay otro factor que da sostenibilidad, y está vinculado al emprendimiento.
Vemos un comportamiento que avanza acompañado de créditos mype, demanda por zonas logísticas, digitalización y más transacciones a través de aplicativos y billeteras digitales. Hay una gran oportunidad de fomentar esto, ya que es transversal a la economía y podría ser una vía de crecimiento.
¿Pero impulsar esto no supone un riesgo complejo?
Existen mecanismos que no tienen que ser tradicionales. En México se usan mucho los créditos revolventes, por ejemplo. Estos se pueden emplear para startups y emprendimientos que sean canalizados a través del Produce, con capacitación y seguimiento. No es simplemente dar fondos. Si buscamos motores para despegar en el futuro, uno lo tenemos frente a nosotros.
Cuando se analiza la inversión no como ritmo de crecimiento, sino como porcentaje del PBI, hay algo interesante. Antes de la pandemia estábamos en 15% de aumento de inversión no minera. Con la crisis sanitaria bajamos a 13%, pero pospandemia esto saltó a 18%. Una de las explicaciones es el boom del emprendimiento.
No hay aún una política pública conocida para impulsar esto.
Se podría impulsar de manera sostenible, pues en las últimas lecturas hay un agotamiento. Al cruzar información con empresas formales que se constituyen, con la importación de vehículos para delivery o logística, la demanda de almacenes y la digitalización para ventas, es algo significativo. Se podría tener un nuevo motor adicional, y que permita dar viabilidad social al país.
¿Hay recesión?
Si usamos la data del BCR, sí hay dos trimestres negativos. Pero no hay consenso para fijarnos en un solo indicador. La recesión implica un descenso generalizado de variables como nivel de empleo, de ingreso real, de producción industrial y las ventas retail.
El empleo se ha estancado entre 4% y 5%. El ingreso en términos reales sí está en negativo por la inflación, y la producción industrial también. Las ventas retail, o el comercio mayorista y minorista, no han caído y están en 3.5%.
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No estamos lejos…
Cada nuevo indicador que se publica nos acerca más a eso. No es sinónimo de crisis. Pero la recesión también es la fase más baja en el ciclo económico. Hasta finales del año pasado éramos muy resilientes; pero, ante todos los choques, todo se debilita.
¿Qué se puede esperar en cuanto a la tasa de referencia hacia el 2024?
El ciclo de reducción de tasas empezaría en el cuarto trimestre con un recorte de 50 puntos básicos. Creemos que el BCR será cauto con movimientos de 25 pbs. Para el próximo año, con una inflación de 3.5% y con la tasa de interés real neutral de 1.5%, podría haber un recorte de hasta 200 pbs durante todo el 2024.
Hay indicadores que apuntan a que la inflación en Estados Unidos está mejorando y que el mercado bajista llegó a su fin. Aun así, hubo una nueva subida de la tasa por parte de la FED.
Creemos que la tasa de la FED llegará a 5.5% y se mantendrá por tres trimestres, para empezar a reducirse hacia el segundo trimestre del 2024. Parece que la inflación está bastante dominada, y por eso consideramos que será la última alza.
¿Hacia cuándo habría una inflación local más tenue?
Va a depender mucho del FEN. Si es débil, en el 2024 estamos en el rango meta. Si es moderado o más grave, sería quizá hacia inicios del 2025. Tenemos una de las monedas más estables de América Latina. La tarea ahora es enfocarnos en la viabilidad social.