Hace 10 años, el Perú celebraba con bombos y platillos el Año Internacional de la Quinua, posicionándose -además- como el primer productor mundial en las líneas de quinua convencional y orgánica, seguido de Bolivia. Una década exacta después, más de 120 países han logrado adaptar el grano andino a sus suelos, entre ellos, China, que ha anunciado abiertamente que espera desplazar a Perú en el 2025, es decir, en dos años más.
La situación -de abundante oferta- ha afectado el precio internacional del grano y los envíos. Los agricultores en Puno, la principal zona productora de quinua en territorio peruano, reciben por arroba menos de S/ 45 este año por la quinua convencional -en 2021 estaba por encima de S/ 100-; mientras que la quinua orgánica se mantiene en S/ 75 el arroba, detalla Alipio Canahua, consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Así, anota, cada año la región altiplánica exporta menos grano. Hoy solo entre el 20% y 30% de lo que produce viaja al mundo, el resto se queda en el mercado local o Lima. El ‘estancamiento de Puno’, como lo define el experto, se debe a la falta de articulación de políticas públicas en la región. Ayacucho, en tanto, ha logrado posicionarse como el primer productor de quinua orgánica en el país y ha cuadruplicado sus envíos desde el 2019.
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“Pero Puno tiene un potencial enorme para seguir desarrollándose en quinua y también en cañihua, sin embargo, el cultivo sigue en manos de agricultores familiares, con menos de 2,000 metros cuadrados cultivados, a los que les falta principalmente asesoría tecnológica para elevar los rendimientos”, agrega.
Solo con la tecnología adecuada y capacitación -porque el clima y las condiciones geográficas ya lo tiene-, dice Canahua, se puede triplicar el rendimiento desde los 1,200 kilos de quinua que hoy se produce por hectárea. “Además, debemos promover la quinua orgánica, es nuestra única diferentes con China y Europa”. En cañihua, en tanto, “es cuestión de política e inversión” porque solo se siembra en 3,500 hectáreas cuando puede triplicarse las áreas y para ello hace falta maquinaria.
“La cañihua se adapta muy bien sobre los 3,850 metros sobre el nivel del mar, hay productores que ya han ampliado su producción pero no todo, lo combinan con alfalfa porque aun no hay un mercado seguro para la cañihua. No es posible que Puno, cultivando cañihua, con un alto valor nutricional y proteínas, tenga un alto nivel de anemia”, cuestiona.
El primer paso
Ayacucho, como lo comentamos previamente, ha pasado a liderar la producción de quinua orgánica. Su proceso para poder posicionarse incluyó la articulación de diferentes actores.
“Lo que hicimos fue identificar dos líneas, la producción orgánica y lo convencional, haciéndolo así pudimos armar un programa específico para lo orgánico por su mayor rentabilidad. Establecimos los presupuestos, los servicios que se necesitaban, el personal para la capacitación. Todo, para que el proyecto se consolide con el tiempo”, detalla Jonathan Contreras Gavino, CEO en Aspagro, asociación integrada por 132 productores de quinua en Ayacucho y que ya ha logrado hacer envíos directos del grano.
La base -anota- es una estrategia tenga como pilares el desarrollo social, económico y medio ambiental. “Este último punto es muy importante en nichos de mercados que valoran el Comercio Justo y otras certificaciones”, añade. Esta ruta podría aplicarse en Puno.
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Europa mas restrictivo
Un nuevo desafío afronta la quinua peruana. Desde el 1 de enero de este 2023 entró en vigencia nuevas medidas para el ingreso de la quinua peruana a la Unión Europea que ya , desde el 2020, venía advirtiendo a los productos de Latinoamérica sobre la presencia de algunas sustancias químicas prohibidas en productos orgánicos, indicó Luis Gomero, de la Red de Acción de Agricultura Alternativa.
Al respecto, Contreras agregó que ahora, para exportar quinua al mercado europeo se tiene que cumplir dos procedimientos adicionales: que las certificadoras emitan un certificado de transacción que valida que el 10% del volumen total del producto orgánico que se envía pasó por un análisis para descartar presencia de componentes químicos.
“Actualmente no se sabe cuál es el origen de algunos componentes que se han detectado en algunas muestras de quinua orgánica, está en análisis y probablemente el estudio tarde un año. Sin embargo, ya venimos trabajando con el Senasa y el INIA para buscar una forma de revertir la situación. Esta situación repercute al productor y a toda la cadena”, indicó.
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