En diciembre del 2020, cuando la vacunación contra el COVID-19 apenas comenzaba y la pandemia estaba en su peor momento, la Reserva Federal de Estados Unidos prometió que seguiría apoyando la recuperación con compras de bonos por US$ 120,000 millones mensuales hasta que ver “un progreso sustancial adicional” hacia sus objetivos de 2% de inflación y pleno empleo.
Al final de su reunión de política monetaria el miércoles, es probable que el banco central declare que se cumple el estándar, despejando el camino para recortar el programa de estímulos de compras de bonos y, finalmente, elevar las tasas de interés.
¿Qué tan sustancial ha sido el progreso?
En el caso de la inflación, probablemente más de lo que esperaba la Fed. La tasa anualizada de aumento de precios era de 1.3%, según el índice de precios de Gastos de Consumo Personal (PCE) preferido por el organismo, en el momento en que se estableció el punto de referencia para el “progreso sustancial adicional”. El indicador ha superado el 4% desde mayo.
El mercado laboral ha tenido un panorama más heterogéneo.
El empleo ha tardado en recuperarse, por ejemplo, en relación al nivel general de producción económica. El Producto Bruto Interno (PBI) está ahora por encima de los niveles prepandémicos, mientras que los empleos permanecen más de un 3% por debajo del umbral esperable.
En cierto sentido, es una situación prometedora porque significa una mayor productividad de los trabajadores: menos personas que producen una mayor cantidad de bienes y servicios.
Pero también refleja una cicatriz potencial en la medida en que las personas que quieren trabajar no son contratadas o, dado el nuevo compromiso de la Fed con una recuperación inclusiva, en la medida en que el crecimiento del empleo no se distribuye equitativamente.
Ahí es donde la historia se vuelve complicada y hace que la declaración de la Fed de que espera “un progreso sustancial adicional” sea una decisión muy importante.
Cuando la Fed estableció el punto de referencia, la economía estaba a unos 10 millones de puestos de trabajo por debajo de donde estaba en febrero del 2020, antes de la primera ola de despidos generados por la pandemia. Aproximadamente la mitad de esos trabajos se han recuperado.
Aunque 5 millones de puestos de trabajo perdidos es mucho, las autoridades de la Fed confían en que el número récord de vacantes en la economía significa que el déficit se relaciona más con personas que se vuelven más selectivas respecto a los puestos que aceptarán, un problema que la política de la Fed realmente no puede abordar, en lugar de la demanda inadecuada de mano de obra, un problema que podría enfrentar.
Reducir las compras de bonos es la forma de la Fed de decir que la demanda, de bienes, servicios y trabajadores, es lo suficientemente fuerte ahora sin esa ayuda adicional.
Pero también es una visión más estrecha del mercado laboral que la que la Fed pareció adoptar el año pasado cuando comenzó a referirse al empleo máximo como un “objetivo amplio e inclusivo”.
Varias métricas (la tasa de desempleo de los afroamericanos, la tasa de participación de las mujeres en la fuerza laboral, la proporción de la población en general que está trabajando) siguen siendo significativamente peores que antes de la pandemia.
En un sentido amplio, el progreso puede haber sido sustancial durante el último año. La Fed ahora pasa a debatir cuántos más avances se necesitan para cumplir sus objetivos, en el empleo en particular, y cuánto respaldo es necesario remover para mantener a la inflación bajo control.