El precio del bitcóin, primera moneda descentralizada, alcanzó un nuevo récord en la víspera (lunes) en US$ 44,700, más de una década después de su creación. ¿Qué lo hace tan atractivo para los inversores, desde particulares hasta Wall Street y Tesla?
¿Qué es el bitcóin?
Nacido tras la crisis financiera del 2008, el bitcóin promovía un ideal libertario y ambicionaba poner en jaque a las instituciones monetarias y financieras tradicionales.
El 31 de octubre del 2008 se publica en internet el libro blanco fundador, la identidad de cuyo autor, que firma con el seudónimo Satoshi Nakamoto, sigue siendo desconocida.
En ese documento de ocho páginas, Nakamoto describe el objetivo de la criptomoneda: “Efectuar pagos en línea directamente de un tercero a otro sin pasar por una institución financiera”.
El 3 de enero del 2009, se creó el primer bloque de 50 bitcoines.
Desde entonces, han aparecido otras criptomonedas y, actualmente, existen más de 8,000, según el sitio especializado CoinMarketCap.
Actualmente, existen 18.6 millones de bitcoines en circulación y la masa monetaria no deja de aumentar con la continua emisión de nuevas unidades.
Sin embargo, en el momento de su creación se fijó un límite de 21 millones en total.
¿Cómo obtenerlo?
Hay dos maneras de obtener bitcoines. Históricamente había que efectuar lo que los programadores denominan “minería”, una serie de cálculos informáticos que daban lugar a una recompensa en bitcoines.
Pero con la disparada de su precio, el número de mineros creció y las probabilidades de ser el elegido se redujeron considerablemente.
Hoy en día, para “minar” se requiere material de último grito y el gasto en electricidad generado por la operación pude superar con mucho los beneficios.
Alguien que quiera adquirir bitcoines también puede pasar por una plataforma de cambio y comprarlos utilizando monedas tradicionales. Los fondos quedan después en una cartera virtual protegida.
Para evitar la piratería, algunos usuarios escogen colocar los fondos en una cartera no conectada.
¿Cuánto vale?
En el 2013, el bitcóin, que no valía casi nada en sus inicios, superó los US$ 1,000 y empezó a captar la atención de las instituciones financieras. Meses más tarde, enfrentó su mayor crisis con el pirateo de la plataforma MtGox dirigida por Mark Karpelès, donde se intercambiaban hasta el 80% de las unidades en circulación.
Los precios cayeron y la criptomoneda tardó tres años en recuperarse. A finales del 2017, un nuevo repunte situó su valor en los US$ 19,511.
Días después, la “burbuja” estalló y el bitcóin cayó de nuevo fuertemente y, hasta mediados del 2019, no superó el umbral de los US$ 10,000. En noviembre del 2020, alcanzó los US$ 15,000.
Desde entonces, el interés creciente de particulares, fondos de inversiones y empresas hizo progresar la cotización. El constructor de vehículos eléctricos Tesla anunció el 8 de febrero haber invertido US$ 1,500 millones en la criptomoneda.
¿Qué se puede comprar?
Al principio, la criptomoneda se utilizaba mayoritariamente en el “dark net” (la cara oculta de internet cuyo contenido no figura en los buscadores clásicos) para comprar productos ilícitos como droga o armas.
Pero con el tiempo y su creciente renombre, varios restaurantes y comercios empezaron a aceptar los bitcoines, principalmente en las grandes ciudades.
La última oleada de bitcóin la provocó el anuncio en octubre de Paypal, el gigante de los pagos en línea que ofrece ahora a sus usuarios estadounidenses la posibilidad de comprar, vender o utilizarlo como moneda.
A raíz de su inversión, Tesla prometió que sus vehículos estarán pronto disponibles para su compra en bitcoines.
Pero, por el momento, la primera criptomoneda interesa sobre todo a los inversores, tanto particulares como institucionales.
La volatilidad de esta criptomoneda sigue siendo no obstante un obstáculo para su adopción. Otro importante escollo es el tiempo de validación de la transacción, que puede tomar hasta varias horas.
Algunos de sus partidarios abandonaron incluso la idea de utilizar el bitcóin como un medio de pago y ven esta criptomoneda como un medio de conservar su valor al margen de los bancos centrales.