En lo que va del 2015 el precio del oro ha caído en promedio 9%, alcanzando durante la primera semana de agosto su nivel más bajo desde febrero del 2010 (US$ 1,085 por onza). A la fecha, el precio del oro mantiene una tendencia a la baja de cuatro años, indicó el banco Scotiabank.
Otro factor que ha impactado en la caída de los precios es la venta de exchange trade funds (ETF) y la salida de inventarios en la Bolsa de Commodities de Nueva York, indicó la analista senior del Departamento de Estudios Económicos del Scotiabank, Erika Manchego.
Aunque estas ventas han sido más moderadas en comparación con años anteriores, han ejercido una presión adicional sobre el precio del oro y contribuyen con el sentimiento negativo hacia los metales. No es claro si este comportamiento es una reacción a los precios bajos o si es un esfuerzo por reducir los precios.
El sentimiento negativo de los inversionistas hacia el oro se ve reflejado en el incremento de las posiciones cortas (apuestas a que el precio va caer) en los mercados financieros.
En lo que va del año, las posiciones cortas han aumentado 131%, alcanzando un máximo histórico durante la penúltima semana de julio.
Es probable que luego de haber alcanzado un nuevo máximo estas posiciones se reduzcan en la medida en que los inversionistas toman ganancias, indicó Manchego.
Por otro lado, a los precios actuales alrededor del 5% de la producción en mina ha dejado de ser rentable (no cubre los costos operativos), mientras que alrededor del 25% sigue siendo rentable pero no es capaz de realizar inversiones para mantener su mismo nivel de producción en el futuro.
Esto implica que la producción de oro en mina podría caer, ajustando el mercado físico del oro. Los precios actuales del oro no son sostenibles en el largo plazo. Eventualmente, tendrá un efecto negativo sobre la producción, generando presiones al alza en el precio del oro.
Finalmente, cuando la Fed empiece a elevar sus tasas, los inversionistas empezaran a rebalancear sus portafolios en base a las expectativas del mercado. El incremento de las tasas podría desestabilizar a la economía.
En un entorno de desaceleración, las economías emergentes podrían verse afectadas y se podría generar una mayor demanda por un activo de reserva de valor como el oro.