Jenny Lee tiene un sueño: ser propietaria de un departamento en Seúl, la capital de Corea del Sur, donde las casas se venden a alrededor de US$1 millón cada una.
Para la joven de 27 años, que estuvo desempleada durante un año hasta el mes pasado y alquila una habitación en un dormitorio cerca de Seúl, será difícil ganar esa cantidad de dinero.
Carece de un título de una “buena” universidad, clave para conseguir un trabajo codiciado en conglomerados como Samsung Electronics Co. que dominan la economía, y es una mujer en un país donde las normas patriarcales han sido difíciles de eliminar. Mientras tanto, cree que ha encontrado una solución: las operaciones bursátiles.
“En Corea, las personas de 20 y tantos años solo tenemos dos formas de enriquecernos: o ganamos la lotería o comerciamos acciones”, dice Lee, cuyo nuevo trabajo es en un hospital, quizás el único gran empleador en estos tiempos de COVID-19. “Sabemos que nunca seremos ricos con los salarios que ganemos. Nunca ganaremos lo suficiente para comprar una casa”.
En muchos sentidos, Lee, que actualmente apuesta a las acciones tecnológicas de EE.UU., es parte del aumento global en el comercio minorista durante la pandemia.
Dicha inversión ha aumentado su popularidad en Estados Unidos, ya que las personas aburridas o sin trabajo se quedan en casa en medio de los confinamientos y aprovechan aplicaciones sin comisiones y fáciles de manejar, como Robinhood, ademas de su dinero de estímulo.
Lee es una de los millones de inversionistas individuales de Corea del Sur que representan el 65% del valor comercial del índice de referencia Kospi este año, frente al 48% en el 2019. La mayor parte de estos inversores incipientes tienen entre 20 y 30 años, según Korea Investment & Securities, una corredora con sede en Seúl. Y muchos de ellos se endeudan: el financiamiento de márgenes aumentó 33% entre diciembre y junio de este año, según muestran datos del Servicio de Supervisión Financiera.
Sin embargo, lo que hace que estos apostadores sean únicos es que esperan que las ganancias de las acciones les den una salida de una economía en la que las oportunidades se estaban atenuando incluso antes de que el COVID-19 golpeara. El modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones ya sufría el estancamiento de la globalización antes de la pandemia. Ahora, los trabajos son aún más difíciles de encontrar y las hipotecas más difíciles de conseguir.
Muchos conglomerados, como SK Group, están retrasando la contratación. El desempleo juvenil, para aquellos entre 15 y 29 años, alcanzó el 10.1% en el segundo trimestre, muy por encima del 4.4% total. Eso puede ser más bajo que el casi 20% al que se enfrentan los jóvenes estadounidenses actualmente, pero Corea del Sur también es un país donde los empleados son difíciles de despedir.
La mitad del récord de 682,000 personas que renunciaron a buscar trabajo en agosto tenían entre 20 y 30 años, según datos de Statistics Korea. Lee actualmente estudia para un examen que le permite ingresar a la administración pública. La tasa de aprobación del examen es de 40 a uno, mientras que el salario es de solo US$ 1,500 al mes. Su salario inicial, si entrara en un gran conglomerado, sería de alrededor de US$ 34,000 al año.
“La sociología” es un mejor indicador de lo que está impulsando el mercado de valores que la economía, asegura Jeon Kyung-Dae, director de inversiones para acciones de Macquarie Investment Management Korea. Las bajas tasas de interés empeoran las cosas, dijo, erosionando el valor de los ahorros todos los días.
“Los mileniales coreanos están desesperados y se enfrentan a un mercado laboral congelado”, dice Lee Han Koo, profesor de economía en la Universidad de Suwon, y agrega que el aumento de los precios de los bienes raíces está empeorando esta sensación de frustración. “En este entorno, el comercio de acciones se convierte en una oportunidad única en la vida” para obtener riquezas.
El Gobierno, receloso de una burbuja inmobiliaria, ha intervenido para enfriar la especulación, limitando los niveles de préstamopara viviendas por valor de menos de 900 millones de wones en 40%, por ejemplo. Los precios de la vivienda en Corea han subido sin parar desde el 2014, y las casas se han vuelto cada vez menos asequibles.
El precio medio de los apartamentos en Seúl, donde residen la mitad de los surcoreanos y la mayoría de las empresas, es de 918.1 millones de wones (US$ 792,800), en comparación con el ingreso nacional bruto per cápita de US$ 32,047 del país. La proporción ingreso a deuda de los hogares del país de 180% es ahora el mas alto entre los países de la OCDE.
“Es casi imposible para mí comprar una casa sin la ayuda de mis padres, así que espero que mi negociación de acciones me dé las ganancias para hacerlo”, asegura Park Sung-woo, un empleado de 28 años de una empresa de reciclaje comercial en Seúl.
Los inversores individuales de Corea del Sur no son ajenos a la especulación. Se unieron a la burbuja mundial de las puntocom y el colapso resultante a fines de la década de 1990; se aferraron a notas exóticas estructuradas vinculadas a acciones y monedas extranjeras hace una década; estaban enamorados de bitcóin en el 2017 y perdieron dinero en fondos de cobertura ilíquidos el año pasado. Esta vez, sin embargo, todos operan.
“He tenido amigos que acumularon acciones de biotecnología porque les gustó el nombre de la compañía”, cuenta Jang Ho-yoon, un estudiante de economía de 26 años que señaló que los cinco miembros de su familia ahora están negociando acciones.
Si la historia es una guía, en algún momento los reguladores pueden tratar de reprimir parte de la especulación. El Kospi ha subido alrededor de 6% este año, mientras que el Kosdaq, que tiene un alto contenido tecnológico, ha aumentado más de 25%, lo que los pone entre los índices con mejor rendimiento del mundo este año. Pero por ahora, los coreanos ven el comercio de acciones como la ruta más rápida para comprar una casa.
“Solía haber algunas escaleras para que los coreanos subieran y mejoraran su estatus social: estudias mucho, te gradúas de una buena universidad, obtienes un trabajo decente en una gran empresa y finalmente compras una casa en Seúl”, dice Dong-Hyun Ahn, profesor de economía en la Universidad Nacional de Seúl.
“Ahora, incluso si tienes un buen título y un trabajo en un conglomerado, es imposible comprar una casa”.