Debido a la llegada de la pandemia, Minsait Payments, la filial de medios de pagos de Minsait, una compañía de Indra, prevé una aceleración en Perú del uso de medios de pago electrónicos, el pago contactless, el pago móvil (NFC y QR) y el e-commerce.
Perú ya registraba cambios significativos sobre los medios de pago utilizados por la población adulta bancarizada en sus gastos mensuales. Por ejemplo, según el IX Informe sobre Tendencias de Medios de Pago, el uso del efectivo ya sufría un fuerte retroceso el país (-8%) en el 2019.
Según Rafael Carrascoso, director comercial de Minsait Payments, la actual coyuntura “redefinirá cambios que ya se vislumbraban anteriormente en las preferencias de los medios de pago, como la aceleración del uso de tecnologías que permiten transitar hacia los pagos NFC –pagos por proximidad con el móvil– y otros métodos para transaccionar en formato cashless”. Los patrones en Perú evidencian que “la transaccionalidad de los pagos electrónicos se concentra en las tarjetas, que se emplean hoy en más de 9 de cada 10 operaciones de pago electrónico”, agrega.
Frente a este escenario, ¿cuál será el futuro del dinero en efectivo? “Ha habido un aumento en el uso del dinero electrónico que puede motivar a que más gente se bancarice, use su celular para transferir dinero y usar productos financieros. Eso nos debería llevar, en el futuro, a pensar que podemos alcanzar a economías como las escandinavas, en las cuales uno va a una tienda y no le aceptan dinero físico. En Europa ya casi no hay cash”, sostiene Marco Ortiz, profesor e investigador de la Universidad del Pacífico.
Sin embargo, precisa que en el Perú aún estamos lejos de esa realidad (por lo menos 25 o 30 años), pues para eso se requiere una mayor penetración de teléfonos móviles y acceso a Internet. Además, el uso del dinero electrónico podría generar exclusión porque aún hay comunidades muy dependientes del efectivo. “Eso va a limitar este avance”, asegura.
Pese a que el dinero electrónico dificulta la evasión de impuestos y el lavado de dinero, entre otras ventajas como la inclusión financiera, es recomendable que la transición del efectivo al dinero electrónico sea de forma orgánica para que las personas aprendan las bondades de utilizarlo y así la aceptación de la población lleve a su mayor uso, sin que nadie quede fuera.
Las implicancias
El mayor uso del dinero electrónico también tiene consecuencias para la política monetaria y la banca. Por ejemplo, Ortiz explica que el hecho de que la gente demande menos liquidez hace que los bancos requieran de menos caja. Ya no tienen que estar atentos a darle cash a la gente en las agencias o cajeros automáticos “Eso permite una mayor eificiencia del uso de recursos. Permite que los bancos trasladen más recursos para créditos”, explica Ortiz.
Sin embargo, tanto la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) como el Banco Central de Reserva (BCR) obligan a los bancos a que mantengan una proporción de sus activos en activos líquidos. “El uso de dinero electrónico, en el límite, permitiría que el BCR pueda bajar más la tasa de encaje”, dice el profesor de la Universidad del Pacífico.
Además, si bien el BCR no puede poner la tasa de interés negativa, cuando ya no hay cash, sino solo dinero electrónico, el BCR sí podría llegar a tener una tasa de interés de referencia negativa, como se vio en algunas economías escandinavas durante la crisis financiera del 2008. “Lo que se veía es que las personas podían sacar su dinero y ponerlo bajo el colchón, pero las empresas no”, dice Ortiz.
Las tasas bajas, a su vez, generan un impacto en los márgenes de retorno de los bancos. Cuando la tasa de interés comienza a caer hacia cero, los bancos ya no pueden bajar demasiado la tasa de depósito, lo que genera un impacto en el spread bancario. Entonces, los bancos comenzarían a concentrar más ingresos por, por ejemplo, comisiones o costos fijos.