El esfuerzo sin cuartel de Colombia para preservar su calificación crediticia de grado de inversión avivó violentas protestas callejeras, le costó el cargo al ministro de Hacienda y llevó al país hacia la peor crisis política en años.
La miseria humana es palpable. ¿Y para qué?
La historia reciente muestra que el impacto financiero fue mínimo para los países en desarrollo que perdieron calificaciones de grado de inversión en su deuda, los llamados ángeles caídos.
Brasil, Hungría y Rusia solo tuvieron picos de corta duración en sus costos de endeudamiento cuando pasaron a la categoría de grado especulativo en la última década, y la mayor parte del daño se borró en unos meses. En otras palabras, los ahorros financieros otorgados por una calificación de grado de inversión son bajos hoy en día.
Así, para algunos parece desorientador que Colombia se esfuerce por apaciguar a analistas de calificación crediticia con aumentos de impuestos y recortes de gastos —incluso pese al brote de violentas protestas a nivel nacional.
A diferencia de los muchos países que continúan con créditos y gastando para estimular el crecimiento en medio de la pandemia, Colombia ahora prioriza mantener a raya a los reguladores de bonos y convencer a las agencias calificadoras de que es uno de los pocos créditos de grado de inversión de América Latina.
“Lo que importa en este momento es estabilizar la economía y el empleo, fortalecer las instituciones, antes de pensar en mantener el grado de inversión”, dijo Juan David Ballén, director de investigación y estrategia de Casa de Bolsa, una correduría en Bogotá.
El presidente Iván Duque retiró la primera propuesta de reforma tributaria a raíz de los disturbios. El impopular ministro de Hacienda que la redactó renunció al día siguiente. Pero eso no sofocó a los manifestantes, que han salido todos los días en la última semana a unirse a manifestaciones que se han tornado cada vez más violentas.
Vándalos incendiaron Comandos de Atención Inmediata (CAI) de la policía y destruyeron estaciones de autobuses. Más de 20 personas han muerto, generando acusaciones a nivel internacional sobre la violencia policial. Ante el bloqueo de rutas por las protestas, los envíos se han quedado varados; productores han tenido que congelar las exportaciones de café y millones de pollos están en riesgo de morir porque no les llega comida.
El peso ha caído a un mínimo de seis meses y los bonos en dólares de Colombia reflejan el peor desempeño en mercados emergentes, lo que ha aumentado el diferencial de rendimiento promedio sobre los bonos del Tesoro a cerca de 2.4 puntos porcentuales.
Es difícil discernir cuánto del pesimismo es impulsado por inversionistas preocupados por los efectos de un recorte a grado especulativo en este momento, pues analistas y administradores de fondos también han advertido sobre la posibilidad de que el caos social afecte el crecimiento económico.
El nuevo ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, afirmó en una entrevista el miércoles su compromiso para evitar una calificación de grado especulativo, un nivel por debajo de la clasificación actual. Dijo que en un nuevo plan tributario que está en proceso, individuos y corporaciones acaudalados apuntalarían las finanzas del Gobierno, y no la clase media.
“Para nosotros, el grado de inversión está íntimamente ligado al compromiso del país que quiere estabilidad fiscal”, dijo Restrepo. “Colombia es consiente de que tiene necesariamente que garantizar la estabilidad de sus finanzas públicas y su estabilidad desde la perspectiva social”.
No obstante, en caso de ser rebajada, Colombia vería que unirse a la comunidad de grado especulativo no es tan malo. Los costos de endeudamiento adicionales para emisores de mercados emergentes con calificación de nivel especulativo frente a pares de grado de inversión se han reducido al mínimo en casi dos años, según datos compilados por Bloomberg.
Esto se debe en parte a que los inversionistas con mucho efectivo están desesperados por obtener rendimientos sobre los más de US$ 13 billones de deuda de rendimiento negativo a nivel mundial y tasas de referencia cercanas a cero en gran parte del mundo desarrollado.
Si bien la moneda y los bonos corporativos probablemente se verían afectados, la mayoría de las ventas generalmente se producen en la fase previa a la rebaja, según una investigación de Citigroup Inc. que se centró en Brasil, Hungría, Rusia y Sudáfrica.
Los rendimientos de los bonos tienden a aumentar en el corto plazo, pero rápidamente volvieron a los niveles previos a la rebaja. Los diferenciales soberanos para tres de esos países están actualmente por debajo del promedio de los países en desarrollo, según datos compilados por Bloomberg.
“Después de esa primera rebaja, tiende a haber estabilización a nivel de tasas, lo que proporciona un mejor punto de entrada y oportunidades”, dijo Álvaro Mollica, macroestratega de Citibank con sede en Nueva York.
Puede que lo peor de la venta ya haya pasado para Colombia mientras los inversionistas esperan a ver qué efectos tendrá la nueva propuesta fiscal. Mientras tanto, algunos están dispuestos a permitir el beneficio de la duda, considerando que el país es uno de los pocos en una región de morosos en serie que paga sus deudas de manera consistente, ya que no ha faltado a ningún pago desde la Gran Depresión.
“Una de las fortalezas de larga data de Colombia desde un perfil crediticio ha sido el constante régimen económico conservador de centroderecha en relación con sus pares en la región”, dijo Jonathan Davis, administrador de fondos para deuda de mercados emergentes en PineBridge Investments LLC, que es detentor de bonos colombianos en dólares y moneda local.
Davis es optimista de que Colombia pueda aprobar una nueva ley tributaria y mantener su calificación crediticia por ahora. Aun así, teniendo en cuenta los acontecimientos recientes, “no es injustificado que los inversionistas asuman una perspectiva de riesgo más alta frente a la probabilidad de una rebaja de calificación”.