Cada persona tiene un patrón de sueño. Lo que para unos es sencillo, como levantarse a las ocho de la mañana tras una noche dormitando plácidamente, para otros representa una pesadilla.
Los motivos son variados, pero hay un componente genético, un ritmo circadiano que determina a qué horas se activa o se desactiva nuestro cuerpo. Si tiendes a echarte bien entrada la madrugada y a levantarte tarde, eres un late sleeper. Y tenemos malas noticias: te está matando poco a poco.
Un estudio enorme
Tan inquietante revelación proviene de un gigantesco trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Surrey y de la Universidad Northwestern publicado en Chronobiology International.
El trabajo analiza los patrones de sueño de más de 433,000 personas a lo largo de seis años y medio. Un campo de estudio fértil y extenso que ha permitido a los científicos determinar qué efectos tiene en nuestra vida dormir a según qué horas.
Y los resultados son relativamente previsibles. Los late sleepers tienen un mayor riesgo de muerte que las alondras, aquellas personas capaces de echarse a dormir pronto, madrugar y ajustar su rutina de sueño a los horarios habituales del día a día.
Tras cruzar diversos datos, los investigadores calcularon que un cronotipo tardío aumenta el riesgo de muerte en un 10%, controlando por edad y sexo (alrededor de 10,000 personas murieron durante su realización).
La norma social estipula que la actividad se realiza por las mañanas: las escuelas, las universidades y la mayor parte de los trabajos exigen madrugar. Para un late sleeper la circunstancia es complicada: su cuerpo reclama un horario de sueño determinado (de 02:00 a 11:00, por ejemplo) y sus obligaciones otras.
Como resultado, las personas de ritmo circadiano tardío duermen menos, generan más estrés y tienen otros problemas derivados en su salud diaria.
El estudio no dice que los búhos nocturnos deban morir antes, sino que sus patrones de sueño entrañan riesgo para su salud.
Los investigadores también señalan que dormir tarde está asociado a una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes o enfermedades respiratorias. Si sabemos que dormir mal tiene repercusiones negativas en tu salud y que los late sleepers tienen mayores problemas para conciliar sueño y ritmo social, el resultado es lógico.
¿Soy un late sleeper? En caso de que la respuesta sea afirmativa, hay sociedades que buscan concienciar al mundo de los diversos patrones de sueño (muy marcados genéticamente) en una sociedad.
Los riesgos también son académicos o laborales: otros estudios han identificado un menor rendimiento escolar a un ritmo circadiano tardío. Lo ideal sería una mayor conciliación entre patrones de sueño y vida laboral o académica. Una flexibilidad aún lejana.
Fuente: Xataka / Foro Económico Mundial