FOTO 5  | 5. No odies tu trabajo. Todos los días date la tarea de apreciar algo de tu empleo. Tal vez disfrutas a tus colegas o tener vacaciones. Tal vez solo sea el café que venden afuera de la oficina.
El punto es que debes buscar las cosas buenas de tu trabajo. Entre más te enfoques en el lado positivo de tu situación actual, más éxito tendrás en todas las situaciones, incluyendo a tu negocio.

Los pensamientos negativos “chupan” la energía, dificultando lograr tus sueños.
FOTO 5 | 5. No odies tu trabajo. Todos los días date la tarea de apreciar algo de tu empleo. Tal vez disfrutas a tus colegas o tener vacaciones. Tal vez solo sea el café que venden afuera de la oficina. El punto es que debes buscar las cosas buenas de tu trabajo. Entre más te enfoques en el lado positivo de tu situación actual, más éxito tendrás en todas las situaciones, incluyendo a tu negocio. Los pensamientos negativos “chupan” la energía, dificultando lograr tus sueños.

Programa tu trabajo más importante para cuando estás más enfocado

Si eres como la mayoría de las personas, batallas para mantener la concentración a lo largo del día. Quizá te distrae el teléfono que suena en tu escritorio, o parece que no puedes evitar ingresar a tu correo electrónico o a Facebook durante las juntas. En lugar de darte por vencido, toma medidas para comprender mejor tu comportamiento. Durante una semana procura notar cuándo aumenta o disminuye tu concentración. ¿En qué momentos del día eres capaz de concentrarte? ¿Cuándo flaquea tu concentración? En la mayoría de las personas el punto álgido de concentración se da en las mañanas, y luego esta cae a su nivel más bajo después de la comida. El patrón varía de una persona a otra, así que aprende cuál es tu patrón específico y usa ese conocimiento para planear tu día. Asegúrate de que tus actividades y reuniones más importantes estén programadas para los momentos en que tu concentración es mayor. Encárgate de asuntos no tan prioritarios cuando tu concentración es menor. No cedas a las distracciones: nota qué tipo de cosas te desvían y haz todo lo posible por evitarlas.

(Adaptado de “Are You Having Trouble Focusing? These Simple Strategies Will Help”, de Rasmus Hougaard y Jacqueline Carter)

No, de verdad, no mandes correos electrónicos a tu equipo en fin de semana

En teoría, deberías poder ponerte al corriente con el trabajo cuando quisieras. Sin embargo, como gerente, debes estar consciente de las señales que envías cuando mandas correos electrónicos a tus empleados en horas no laborales o cuando preguntas cómo van los proyectos durante el fin de semana. Muchas personas verán esto y pensarán: “Si mi jefe está trabajando, yo también debo hacerlo”. Así que, si decides revisar el correo electrónico la noche del domingo, por ejemplo, no les envíes un mensaje a tus empleados sino hasta el lunes. O, si de verdad necesitas enviar algunos correos, aclárale a tu equipo que no esperas que los lean o respondan durante el fin de semana. También puedes escribir los correos, pero dejarlos en la carpeta de borrador hasta la mañana siguiente, o programar que se envíen después (si tu programa de correo electrónico lo permite). De esa manera puedes ser productivo sin interferir con el tiempo que tu equipo aprovecha para recargar pilas.

(Adaptado de “If You Multitask During Meetings, Your Team Will, Too”, de Ryan Fuller, et al.)

Para sentirte más cómodo con los conflictos, deja de tomarlos como algo personal

El conflicto es normal, una parte saludable de trabajar con otras personas. Sin embargo, muchos lo evitamos a toda costa: a menudo porque lo experimentamos como algo personal. Para sentirte más cómodo con los desacuerdos y cosechar los beneficios de los conflictos productivos, olvídate de la idea de que tienen que ver contigo. Si modelas tu comodidad con el conflicto productivo, estarás mostrándole a tu equipo que está bien discrepar, animando así a la gente a presentar sus ideas. Para alejar el conflicto de lo personal, piensa en el panorama completo y en las necesidades de la empresa. A menudo surgen desacuerdos respecto de objetivos y procesos, por ejemplo. Cuando tú y un colega tienen opiniones distintas sobre algo, pregúntate: ¿por qué esta diferencia de opinión es algo importante que debamos discutir? ¿Cómo ayudará a la empresa o al proyecto en el que estás trabajando? Mientras más puedas mantener un conflicto enfocado en la empresa, más probabilidades tendrás de resolverlo de una manera benéfica para todos.

(Adaptado de “Why We Should Be Disagreeing More at Work”, de Amy Gallo)

No dejes que hablar en público se arruine por miedos irracionales

A mucha gente le angustia hablar frente a un grupo, pero recuerda que algunos miedos son reales y otros no (que se te acabe el tiempo debe preocuparte; que el público te abuchee no). Para enfocarte en inquietudes realistas, traza tres columnas sobre una hoja de papel. En la primera enlista tus temores. En la segunda escribe lo peor que puede pasar si esos miedos se hacen realidad. En la tercera apunta lo mejor que podría suceder. Por ejemplo, puedes tener miedo de tropezarte en el estrado mientras hablas. Lo peor que podría pasar sería que alguien lo grabe, lo suba a YouTube y se haga viral. Pero lo mejor podría ser que les recuerde a tus colegas que todos somos humanos, y que más gente descubra tu trabajo por todo el alboroto adicional. Usa esta herramienta para asegurarte de que eres realista respecto de tus miedos.

(Adaptado de “5 Ways to Get Over Your Fear of Public Speaking”, de Mark Bonchek y Mandy Gonzalez)

Toma el control del desarrollo de tu carrera

Todos queremos mejorar en el trabajo, pero a veces parece que eres el único que invierte en tu desarrollo. Si ni tu jefe ni el departamento de Recursos Humanos te están dando lo que necesitas, ¿qué puedes hacer? Una opción es usar la retroalimentación para descubrir en qué necesitas mejorar. Por ejemplo, después de una presentación o una junta importante, dile a tu jefe una cosa que crees que salió bien y pídele consejo sobre algo que puedas mejorar. Lleva una bitácora para dar seguimiento a aquello en lo que debes trabajar. Enlista las competencias que requieres desarrollar y califícate en ellas de acuerdo con la retroalimentación que recibas. Por ejemplo, si eres un mercadólogo de marcas, podrías ponerte una calificación excelente en desarrollo publicitario, una buena en análisis de precios y una regular en comercialización. Enfócate en las calificaciones regulares para cerrar las brechas de tus habilidades y monitorea tu progreso con el paso del tiempo conforme recibas más retroalimentación.

(Adaptado de “6 Ways to Take Control of Your Career Development if Your Company Doesn’t Care About It”, de Carter Cast)