Los profesionales que padecen el síndrome del impostor creen que no merecen sus logros. ¿Podría exigirse más y alcanzar una mayor productividad u obtener un efecto contrario?
Según la Asociación Americana de Psicología, este síndrome afecta principalmente a los millennials, porque fueron educados por padres que enviaron mensajes mixtos, combinados entre elogios y críticas, lo cual provocó un aumento al riesgo de sentimientos fraudulentos.
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Ariadna Silva, directora académica de posgrados de la Universidad Tecnológica de México (Unitec) explica que el síndrome del impostor es la sensación de que no mereces tus logros ni tu éxito. “Te convence de que no eres tan inteligente, creativo o talentoso como pareces. Y, sientes que tus logros se deben a la suerte, el buen momento o simplemente estar en el tiempo y lugar correcto”.
“Viene acompañado del temor de que, algún día, serás exhibido como un engaño o fraude. A menudo ataca memorables situaciones como: comenzar un nuevo trabajo, recibir un premio, un ascenso o nuevo cargo, empezar su propio negocio o convertirse por primera vez en padre, entre otros”, agregó.
Asimismo, menciona que los síntomas más comunes de este síndrome son la de incompetencia, ansiedad, agotamiento físico y emocional, autoexigencia, baja confianza, perfeccionismo, dudas, miedos, entre otros.
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Sebastián Ausin, country manager de Buk Perú, resalta que las personas son la principal piedra angular de las empresas, con lo cual es fundamental que las organizaciones se preocupen por la salud mental de sus colaboradores.
“Así, se deben fomentar espacios de distención para conversar sobre temas extralaborales que ayuden a la cohesión de los equipos. Este síndrome sí puede impactar negativamente en el desempeño laboral, porque la persona pierde confianza y duda de sus capacidades. En el caso de personas que lideren un equipo, puede afectar la comunicación asertiva y liderazgo en la consecución de objetivos”, señaló a gestion.pe.
Según el especialista, es posible identificar qué colaboradores tienen este síndrome mediante sesiones de feedback y evaluaciones de desempeño periódicas, que formen parte de programas de capacitación y desarrollo de talento.
“A través de estas, se identifican las fortalezas, debilidades y oportunidades de mejora de cada colaborador. La ayuda puede partir desde actividades en equipo, charlas motivacionales o incluso ayuda profesional para temas de salud mental”, menciona.
“Las empresas pueden encontrar oportunidades de mejora en lo que respecta a acciones de reconocimiento y motivación. Hoy en día, el colaborador busca sentirse respaldado y reconocido por la organización. En este punto el líder tiene un rol crucial en coordinación con el área de gestión de personas”, agregó.
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En el caso de las mujeres, Maite Moreno, docente de EAE Business School, indica que se basa “en las preconcepciones que hacen ver como inseguras y con falta de confianza a las personas, dudando de esta manera de sus habilidades, haciéndolas sentir vulnerables y en fraude”.
Así, recordó que la primera vez que se habló de este síndrome fue en 1978 mostrando que afecta de manera desproporcionada a las mujeres que ocupan cargos directivos, a quienes les resulta difícil aceptar sus logros, cuestionándose si merecen elogios por su trabajo.
“El síndrome de la impostora no se limita al trabajo, puesto que también sienten la necesidad de aprobación constante y masiva de todo lo que hacen”, advierte.
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Cinco tipos de ‘impostores’
• El perfeccionista: se enfoca en el “cómo” se hace algo, cómo se lleva a cabo el trabajo y cómo resulta. Un pequeño error es igual a fracaso.
• El experto: es la versión de conocimiento del perfeccionista y se basa en “qué” y “cuánto” sabes o puedes hacer. Debido a que espera saberlo todo, un minúsculo error de conocimiento significa fracaso y vergüenza.
• El genio natural: aquí también se preocupa por “cómo” y “cuándo” suceden los logros, pero la competencia se mide en base a agilidad y velocidad. Por ejemplo, el tiempo que te toma dominar un tema, una habilidad o que no puedas lograr algo en el primer intento equivale a un fracaso vergonzoso.
• El solista: se preocupa principalmente por “quién” completa la tarea. Al creer que tiene que hacerlo todo solo, necesitar ayuda, tutoría o entrenamiento es una señal de debilidad y fracaso.
• El superhombre: mide la competencia en función de “cuántos” roles puede hacer a la vez y hacerlos todos bien. Una simple falla como estudiante, hijo, amigo, padre, etc, es señal de decepción y fracaso.
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