Cada vez hay más indicios de que la crisis de la cadena de suministro en el mundo, que ha trastocado las previsiones de inflación de los bancos centrales, ha frenado la recuperación económica y ha comprimido los márgenes de las empresas, podría empezar a remitir a finales de este año.
Sin embargo, los canales comerciales se han atascado tanto que podría tomar hasta el próximo año para que las industrias más afectadas vuelvan a ver el negocio como de costumbre, incluso suponiendo que un nuevo giro en la pandemia no cree nuevos estragos.
“Esperamos que en el segundo semestre de este año empecemos a ver un retroceso gradual de la escasez, de los cuellos de botella y de la dislocación general de la cadena de suministro”, dijo el presidente ejecutivo del grupo alimentario Kellogg, Steve Cahillane.
Sin embargo, añadió: “No creo que hasta el 2024 haya ningún tipo de vuelta a un entorno normal, porque la dislocación ha sido dramática”.
El sistema de comercio mundial nunca se había enfrentado a algo como el coronavirus.
A partir del 2020, las empresas reaccionaron a la recesión económica cancelando los planes de producción para el año siguiente, sólo para verse sorprendidas por un repunte de la demanda provocado por la rápida distribución de vacunas y el apoyo fiscal al gasto de los hogares del mundo rico.
Al mismo tiempo, las medidas de contención del virus y los focos de infección provocaron escasez de mano de obra y paralizaciones de fábricas, justo cuando el gasto de los consumidores pasaba de los servicios a los bienes.
El economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Philip Lane, comparó las consecuencias con las de la Segunda Guerra Mundial, cuando la demanda se disparó y las empresas tuvieron que pasar rápidamente de la producción de bienes militares a civiles.
Economías exportadoras, como la alemana, han visto cómo la recuperación se ha visto frenada por los cuellos de botella para el abastecimiento de sus fábricas, mientras que el aumento de los costos de transporte se ha combinado con el alza de los precios de los combustibles para llevar la inflación en Estados Unidos a un máximo de cuatro décadas.
Mensajes mixtos
Ahora, mientras la menos agresiva variante ómicron del coronavirus lleva a las autoridades a relajar las restricciones, hay incipientes señales de que los problemas de suministro pueden estar desapareciendo.
La encuesta del Instituto de Gerencia y Abastecimiento (ISM) de la semana pasada mostró señales de aumento de la mano de obra estadounidense y de las entregas de los proveedores por tercer mes consecutivo, y los testimonios de los gerentes de compras en Europa también sugirieron una relajación de las presiones.
“Aunque las limitaciones de la cadena de suministro siguieron obstaculizando el crecimiento, hubo indicios de que ya había pasado su punto álgido, un factor que contribuyó a una ligera relajación de la inflación de los precios de compra”, dijo IHS Markit sobre la medición en Reino Unido.
Si bien esto ha alentado las expectativas de los bancos centrales de una reducción más perceptible de las presiones inflacionarias hacia finales de año, también saben que los mensajes de la economía real siguen siendo contradictorios.
Soren Skou, director del gigante del transporte marítimo Maersk, afirmó esta semana que su hipótesis era que más personas volverían a trabajar en los puertos, que entrarían en funcionamiento más buques de nueva construcción y que los consumidores empezarían a favorecer de nuevo los servicios.
“En algún momento de este año, veremos una situación más normal”, predijo Skou.
La naviera alemana Hapag Lloyd también observó que los cuellos de botella en las entregas y los precios de los fletes se redujeron en el segundo trimestre, la gran incógnita para el sector es cuánto tiempo durará la vuelta a unos plazos de entrega más fiables.
La firma de análisis de abastecimientos Sea-Intelligence afirma que el actual atasco no tiene precedentes, pero que la experiencia pasada sugiere que las redes portuarias y del interior tardarán entre ocho y nueve meses en recuperarse.
“Dicho esto, el mercado no muestra ningún indicio de que hayamos iniciado el camino hacia la resolución”, dijo el director general de Sea-Intelligence, Alan Murphy, en un análisis de tendencias actuales comparadas con datos del pasado sobre retrasos medios de los buques.
No será como antes
Cualquier resolución dependerá de que no haya nuevos golpes a las cadenas de suministro, ya gravemente afectadas.
Las fragilidades se pusieron de manifiesto el jueves, cuando Toyota, General Motors, Ford y Stellantis , empresa matriz de Chrysler, dijeron que la producción se había visto golpeada en sus plantas norteamericanas debido a la escasez de piezas derivada de las protestas de los camioneros canadienses contra las medidas preventivas por la pandemia.
Entretanto, funcionarios japoneses, alemanes y del Fondo Monetario Internacional (FMI) han expresado su preocupación por un empeoramiento de los cuellos de botella si la política china de “Cero COVID” -que ha incluido el aislamiento de ciudades enteras- se despliega en su totalidad contra los brotes locales de ómicron.
Para el consumidor, pasará algún tiempo antes de que vea una disminución tangible de las presiones en la cadena de suministro, y no debe esperar necesariamente un retorno a los niveles de precios o disponibilidad anteriores a la pandemia.
Ejecutivos de los fabricantes de automóviles y de otros sectores afirman que esperan que los precios de una serie de materias primas suban durante el año, pero confían en poder subir los precios de sus productos para cubrir una parte o la totalidad.
El fabricante estadounidense de motocicletas Harley-Davidson dijo que se estaba arreglando con un inventario mucho más limitado poniendo en marcha un sistema de reservas para que los clientes puedan pedir las motos.
Jens Bjorn Andersen, presidente ejecutivo del grupo de transporte y logística DSV, dijo que la dislocación había sido tan extendida que, resulte lo que resulte, el sector no tendrá el mismo aspecto que antes del COVID-19. “Nunca uso la palabra normalización”.