La inflación anual viene reduciéndose sostenidamente: llegó a 4.34% en octubre, la cifra más baja desde julio del 2021, de acuerdo con la medición del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Dado el desproporcionado impacto de la inflación, particularmente en alimentos y energía, en los segmentos de la población de menores ingresos, se podría esperar que el acelerado descenso en este indicador se traduzca en una reducción en las cifras de pobreza. Sin embargo, este escenario es poco probable en el contexto económico recesivo en el que se encuentra en Perú.
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) define la pobreza monetaria como la insuficiencia de recursos monetarios para adquirir una canasta de consumo mínima aceptable socialmente.
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De acuerdo con el Instituto Peruano de Economía (IPE), en el Perú, la canasta básica de las personas de menores recursos está compuesta en más de un 60% por alimentos y energía. En contraste, en los hogares de mayores recursos, estos rubros representan solo el 40% de la canasta.
Para Álvaro Monge, socio y gerente general de Macroconsult, la tasa de pobreza del 2023 rondaría el 30% de la población peruana. Si bien no se esperan reducciones significativas en el 2024 por el impacto del fenómeno de El Niño, el rebote del crecimiento económico debería jugar a favor de la reducción de la pobreza.
“Las presiones inflacionarias si van a ir desapareciendo poco a poco hacia fin de año. Cuando desagreguemos la pobreza por trimestres, en el último trimestre va a ser menor. Pero el promedio anual no se va a mover tanto. En promedio, en el 2024 la inflación será más cercana al 3%, poco menos de la mitad de este año, eso va a ayudar a que la pobreza sea menor. Además el crecimiento económico será mayor, eso también debería ayudar”, señala Monge.
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El crecimiento en la tasa de pobreza que se ha visto en los últimos años es principalmente por el deterioro en el poder adquisitivo de personas en situación de vulnerabilidad que habitan en zonas urbanas. “Es justamente donde el choque inflacionario ha sido mayor”, explica Monge. El impacto ha sido desproporcionado en alimentos y combustibles, si bien ambos rubros han empezado a ceder a nivel agregado, la traducción hacia la persona de a pie es muy paulatina.
Para Víctor Fuentes, gerente de políticas públicas del Instituto Peruano de Economía (IPE), la reducción de la inflación por sí misma no generará cambios considerables hasta que no se recuperen los niveles reales de ingresos, que todavía permanecen por debajo de los niveles percibidos antes de la pandemia.
Además, “la inflación va a estar más baja en el 2024, pero el riesgo de que se revierta por El Niño dificulta que la pobreza baje”, señala. Destacó también que la recuperación será mucho más lenta que la pérdida, puesto que el crecimiento del empleo ha sido a cuestas de mayor informalidad y subempleo.