A pesar de una opinión ampliamente compartida de que el mercado laboral de Estados Unidos se ha recuperado lo suficiente como para permitir que la Reserva Federal (Fed) comience a reducir sus compras mensuales de bonos a partir del próximo mes, las autoridades del banco central siguen divididas sobre la inflación y lo que deberían hacer al respecto.
El gobierno de Estados Unidos informó el jueves que los precios al productor escalaron 8.6% en 12 meses hasta setiembre, el mayor avance interanual en casi 11 años. Datos del miércoles mostraron que los precios al consumidor en el país se dispararon 5.4% durante el mismo período.
Hablando en una reunión virtual del Grupo Euro50 el jueves, el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, describió la tendencia como “preocupante”.
“Si bien creo que existe alguna probabilidad de que se disipe de forma natural en los próximos seis meses, no diría que es un caso tan sólido con el que podemos contar que suceda”, afirmó Bullard, quien agregó que ve un 50% de probabilidades en cualquier sentido.
Bullard ha estado presionando para que la Fed comience a reducir sus compras mensuales por US$$ 120,000 millones en bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas el próximo mes, y las minutas de la reunión de septiembre del banco central mostraron que los funcionarios en general apoyan hacerlo, con planes para concluir el proceso a mediados del 2022.
Sin embargo, Bullard quiere poner fin a las compras de activos para el primer trimestre del 2022 y así permitir que la Fed suba las tasas de interés tan pronto como en la primavera boreal si la inflación permanece incómodamente alta.
La Fed se ha comprometido a mantener su tasa de interés de referencia para préstamos a un día en el nivel actual cercano a cero hasta que la economía alcance el pleno empleo, y la inflación no solo haya alcanzado su objetivo de 2%, sino que esté en camino de mantenerse modestamente por encima de ese nivel durante algún tiempo.
El banco central estableció esos parámetros cuando la inflación había marchado por debajo de 2% durante años, y se consideraba que el desafío era acelerarla en lugar de reducirla.
Pero ahora puede estar surgiendo el problema opuesto, ya que la reprimida demanda de los consumidores impulsa el gasto en una economía que se reabre y las empresas, complicadas por los cuellos de botella de la oferta, luchan por mantener el ritmo.
En un discurso la noche del miércoles en la Universidad Estatal de Dakota del Sur, la gobernadora de la Fed, Michelle Bowman, hizo sonar la alarma sobre la inflación y sus temores de que la política monetaria expansiva esté ayudando a alimentar los altos precios y posibles burbujas de activos. También instó a que se inicie el denominado “taper” en noviembre.
Pero otros tienen una visión diferente de la situación.
La presidenta de la Fed de San Francisco, Mary Daly, una de las funcionarias más moderadas del organismo, dijo el jueves a CNN Internacional que la inflación no está ligada a la política monetaria en esta coyuntura y que es improbable que una postura más restrictiva haga mucho como para reducir su avance.
Daly sostuvo que el aumento de los precios “va a durar mientras el COVID esté con nosotros”, porque está impulsado por los cuellos de botella de la cadena de suministro causados ??por interrupciones relacionadas con la pandemia, y que la inflación disminuiría una vez que la pandemia lo hiciera.
“Es prematuro comenzar a hablar sobre aumentos de tasas”, afirmó Daly, apuntando, sin embargo, que se había llegado al punto en el que “sentimos que podemos reducir el nivel de soporte que estamos agregando a la economía”.