La escala del soborno y la corrupción no han mostrado mejoras a nivel mundial desde 2012, a pesar del nivel sin precedentes en la introducción y aplicación de nuevas leyes de responsabilidad penal corporativa en muchos países, según los resultados de la 15ª Encuesta Global de Fraude de EY, que encuestó a 2,550 ejecutivos en 55 países.
La encuesta de este año muestra que, a pesar que los reguladores y las agencias a cargo de la lucha contra el soborno y corrupción en EE.UU. y UK han impuesto más de US$ 11,000 millones de multas desde el 2012, el 38% de los ejecutivos encuestados a nivel global todavía consideran que las prácticas corruptas y de sobornos prevalecen en sus mercados.
La falta de mejora en los niveles globales de corrupción en los últimos seis años muestra que la reducción del comportamiento antiético en los negocios sigue siendo un gran desafío, pese al incremente de la persecución de estas conductas a nivel global.
La corrupción sigue estando presente, y las empresas se mantienen vulnerables a impactos financieros y reputacionales significativos. Los equipos de gestión deben identificar y abordar las causas raíz de las conductas no ética en su organización.
Los programas de cumplimiento deben mantener el ritmo de los rápidos avances tecnológicos y del entorno de riesgo cada vez más complejo en las operaciones de los negocios.
Mercados emergentes
La diferencia en los niveles de corrupción entre los países sigue siendo significativa: el 20% de los encuestados en los mercados desarrollados indica que el soborno y la corrupción se producen ampliamente en los negocios, en comparación con el 52% que arrojan los mercados emergentes.
La región en la que el riesgo de corrupción resulta más alto que el promedio mundial es América Latina (74%), siendo en el Perú la percepción del orden del 82%.
El par más alto lo tiene Brasil con 96%, luego se ubica Colombia, con 94%. En tercer y cuarto lugar hallamos a Nigeria y Kenia, con 90% y 88%, respectivamente. Luego viene Perú.
En general, los resultados muestran que no hay correlación entre la introducción de leyes antisoborno y la reducción de la corrupción. Lo que plantea que se esté cuestionando y repensando el estándar del modelo tradicional de cumplimiento, definiéndolo como básico o mínimo.
Intención y realidad
Según la encuesta, la integridad ocupa un lugar prioritario en la agenda del directorio, y el 97% de los encuestados reconocen la importancia que su organización funcione con integridad.
Aunque la mejor percepción de los clientes, la retención del personal y el rendimiento del negocio fueron vistos como beneficios de demostrar integridad, sigue existiendo un desajuste entre las intenciones y el comportamiento real.
El 13% de los encuestados indican que justificarían hacer pagos en efectivo para ganar o retener negocios. Esta cifra se eleva al 20% entre los menores de 35 años.
El informe sugiere que las organizaciones deben dejar en claro que actuar con integridad es una responsabilidad personal, y si bien eso incluye la importancia de que la administración establezca el tono correcto desde el más alto nivel, también comprende a los empleados individualmente.
Los hallazgos muestran que el 22% de los encuestados consideran que son las personas a nivel individual las que deben asumir la responsabilidad principal que su organización se comporte con integridad, mientras que el 41% dice que es la responsabilidad principal es de la administración.
El informe indica que puede haber cierto nivel de decepción sobre las empresas con respecto a su capacidad para "pregonar con el ejemplo" debido a los casos de inconductas que se han presentado al nivel de la alta gerencia. El 78% de los encuestados cree que sus organizaciones tienen la clara intención de penalizar la mala conducta, pero solo el 57% conoce de casos en que las personas han sido penalizadas.
Según el informe, asegurar que la conducta ética se gestione de manera efectiva no solo es un tema que debe abordarse internamente, sino también con terceros y sobre quienes actúan en nombre de la organización. Sin embargo, la debida diligencia de terceros también parece ser una prioridad baja, con solo el 59% de los encuestados indicando que tienen un enfoque personalizado basado en el riesgo para la diligencia debida con terceros.
El mayor reto para la gerencia y el directorio es construir una cultura robusta de integridad y cumplimiento, en la que los empleados hagan lo correcto porque es lo correcto y no solo porque el código de conducta de la empresa lo indique.
Por otro lado, es alentador que los avances de las técnicas de Análisis de Datos (Forensic Data Analytics) permita a las organizaciones aumentar la efectividad y la eficiencia de sus esfuerzos a medida que buscan mejorar los resultados de monitoreo e investigación en el marco de los programas de cumplimiento.