Cuando un combativo grupo de empleados y ex empleados de un depósito de Staten Island (Nueva York) decidió promover la formación de un sindicato en Amazon, muchos lo compararon con una batalla entre David y Goliat. David ganó.
La sorprendente victoria del viernes en una elección para decidir si se sindicalizaban o no enfocó la atención en la gente detrás de esta monumental empresa, que derrotó a una compañía gigantesca, consiguiendo algo que no habían logrado entidades sindicales mucho más establecidas, incluida la Retail Wholesale and Department Store Union (RWDSU), que vio frustradas sus esperanzas de sindicalizar a los trabajadores del depósito de Amazon en Bessemer, Alabama.
El rechazo al sindicato en esa consulta lleva 118 votos de ventaja y todavía faltan contarse 416 sufragios que han sido cuestionados.
Chris Smalls, empleado despedido por Amazon que lidera la naciente Amazon Labor Union (ALU), cuestionó la estrategia del RWDSU y optó por manejarse por su cuenta, convencido de que sería mucho más efectivo hacer que los trabajadores se organizasen por sí mismos, restando mérito a la tesis de Amazon de que la sindicalización era impulsada por “terceros”.
“No los veían como gente de afuera y eso es importante”, declaró Ruth Milkman, socióloga especialista en temas laborales de la City University de Nueva York.
Tanto la ALU como la RWDSU remaban contra la corriente, enfrentando a una empresa poderosísima, que había resistido hasta ahora todo esfuerzo de sus empleados por sindicalizarse. ALU, por otro lado, tenía muchos menos fondos y personal que RWDSU.
Smalls dijo que hacia principios de marzo, ALU había gastado los US$ 100,000 que había recaudado para su campaña y vivía de un día para otro. El grupo no tenía oficinas y dependía de la ayuda de dos organizaciones barriales y de dos sindicatos que dieron una mano. Recibió asesoría legal de un abogado que no cobró.
Amazon, mientras tanto, apeló a todos los recursos a su disposición para derrotar la propuesta. Organizó periódicas reuniones de asistencia obligatoria en las que insistió en la noción de que el sindicato era una mala idea.
La empresa reveló la semana pasada que invirtió US$ 4.2 millones el año pasado en consultores laborales, que, según los organizadores de la consulta, Amazon contrató para convencer a los trabajadores de que no se sindicalizasen.
Sin fondos a su disposición, Smalls y los demás activistas explotaron su capacidad de conectarse con los trabajadores de una forma más personal, a través de videos de TikTok, ofreciendo marihuana gratis y organizando asados y encuentros.
A pocas semanas de las elecciones, una tía de Smalls organizó una comida con lo que llevase la gente: macarrones con queso, col berza y pollo al horno con jamón.
En otra actividad a favor del sindicato, un empleado de Amazon convenció a un vecino de que preparase arroz jollof, un plato africano que los activistas pensaron los ayudaría a convencer a muchos empleados inmigrantes.
Kate Andrias, profesora de leyes en la Universidad de Columbia y experta en temas laborales, destacó que, para tener éxito, un sindicato tiene que ser producto del esfuerzo de los trabajadores. “Esto lo demostró claramente. Los trabajadores lo hicieron por su cuenta”, expresó Andrias.
Algunos pasos en falso de Amazon pueden haber contribuido a la derrota en Staten Island. Bert Flickinger III, director ejecutivo de la consultora Strategic Resource Group, dijo que unos comentarios despectivos de un ejecutivo que se filtraron pueden haber incidido.
El ejecutivo en cuestión describió a Smalls como alguien “poco inteligente o elocuente” y dijo que lo quería convertir “en el rostro de todo el movimiento sindical”.
“Quedó como una actitud condescendiente y ayudó a unir a los trabajadores”, señaló Flickinger, que asesora a grandes organizaciones sindicales.
En otro ejemplo del mal manejo de la empresa, Smalls y otros dos activistas fueron detenidos en febrero por ingresar al depósito de Amazon en Staten Island.
ALU aprovechó las detenciones en los días previos a la votación: con la colaboración de un colectivo artístico, colocó un cartel que decía “ARRESTARON A TUS COMPAÑEROS DE TRABAJO” en el depósito. Otro cartel decía “DESPIDIERON A ALGUIEN COMO TÚ”.
“Muchos trabajadores que no estaban seguros, e incluso algunos que se oponían al sindicato, votaron a favor debido a eso”, sostuvo Smalls.
Expertos dicen que es difícil saber hasta qué punto la movilización de la base contribuyó a la victoria de ALU, comparado con la derrota de RWDSU. A diferencia de Nueva York, Alabama es un estado que prohíbe a una empresa y a un sindicato firmar un convenio laboral que obliga a los trabajadores a pagar un abono al sindicato. En Alabama, por otra parte, también se movilizaron las bases.
El jueves pasado, el presidente de RWDSU, Stuart Appelbaum, dijo que la victoria de los trabajadores en Nueva York se debió probablemente en parte a que se trata de un estado que ve con buenos ojos la causa de los trabajadores, y a que el personal votó en persona, no por correo, como se hizo en Alabama.
Activistas de ALU dicen que trabajadores de Amazon de más de 20 estados los contactaron para hablar de la posibilidad de que organicen al personal de otros depósitos de Amazon.
La gente de ALU se prepara para negociar un convenio colectivo, pero es previsible que Amazon demore ese proceso y cuestione el resultado de la votación en los tribunales.
“La prioridad ahora es pelear el contrato. Hay que empezar ya mismo, porque se sabe que cuanto más se demoran las cosas, la gente pierde la esperanza y el interés”, señaló Smalls.