La repentina aparición de Leonardo del Vecchio como accionista principal de Mediobanca SpA, el banco de inversión más conocido de Italia, alimenta la especulación de una sacudida aún mayor en la industria financiera del país. La promesa del prestamista de buscar un crecimiento prudente parece vulnerable a un impulso para lograr un cambio más profundo.
Todavía no está claro exactamente qué tiene en mente el multimillonario de las gafas para su participación del 10%. Informes de medios sugieren que el italiano de 84 años desea elevar su participación hasta en un 20%, una inmensa tarea, y no solo a nivel financiero. Sería necesario un esfuerzo considerable para obtener la aprobación del Banco Central Europeo para poseer más del 10%. Del Vecchio debe tener grandes ambiciones.
Además, el magnate no es el mejor amigo del director general de Mediobanca, Alberto Nagel. Ambos han estado en desacuerdo desde que Nagel bloqueó una inversión propuesta por Del Vecchio en un hospital de Milán.
Los comentarios recientes de Del Vecchio son críticos con el jefe de Mediobanca. Puso el dedo en la llaga al sugerir que el banco podría obtener mejores resultados expandiéndose más agresivamente en la banca de inversión y confiando menos en los ingresos de su negocio de financiación al consumo y su participación en el gigante de seguros Assicurazioni Generali SpA.
UniCredit SpA, el banco más grande de Italia, pudo tomar una decisión sobre Mediobanca antes de vender su propia participación en el banco la semana pasada. Tal posición le permitió ejercer influencia sobre Generali también. Ahora la pregunta apunta a qué quiere hacer Del Vecchio con la participación quien, además, adquirió una participación directamente en Generali.
Si bien los inversionistas tienen razón al preocuparse por las peculiaridades de la gobernanza corporativa italiana, donde los accionistas minoritarios pueden controlar la junta directiva mediante sus propias participaciones, cuando el inteligente "outsider" Del Vecchio ha impulsado un útil debate. Mediobanca dijo el martes que quiere mantener su participación de 13% en Generali hasta que encuentre una adquisición en gestión de patrimonio que necesite financiar y sienta la obligación de mantenerla en manos italianas. Pero, ¿es realmente imprescindible?
Con 4,000 millones de euros (US$ 4,400 millones), el valor de la tenencia es mucho mayor de lo que el banco podría necesitar para días de vacas flacas. Los ingresos de una venta podrían acelerar la inversión en negocios más prometedores, como la banca privada, para generar mayores retornos o podrían devolverse a los accionistas. O Nagel podría hacer un poco de ambas. Bajo su plan de crecimiento de cuatro años, Mediobanca prevé rendimientos del capital asignado en gestión de patrimonio del 25% en comparación con el 11% de Generali. Quizás tenga sentido trasladar más capital al primero.
Para ser justos, la estrategia de cuatro años presentada por Nagel esta semana debería permitir a la compañía aprovechar su éxito en banca de inversión, financiamiento al consumo y gestión del patrimonio. Mediobanca espera elevar la rentabilidad a un rendimiento del 11% sobre el capital tangible del 10% y aumentar los desembolsos de los inversionistas en un 50% durante los cuatro años. En un contexto de bancos italianos plagados de deudas incobrables y una industria en Europa que en gran parte se está reduciendo, Nagel tiene el mérito de esquivar préstamos riesgosos y centrarse en los negocios adecuados.
En general, Nagel cuenta con un crecimiento promedio de ingresos del 4% y duplica la contribución a las ganancias de la gestión del patrimonio al crecer orgánicamente. Pero aún depende de los rendimientos de Generali: la participación aporta un tercio de los ingresos.
Es posible que Del Vecchio, quien ejerce un enorme poder en el gigante de las gafas EssilorLuxottica SA, se sienta frustrado con las complicaciones de invertir en finanzas. La regulación, en gran parte, ha mantenido a los inversionistas activistas alejados de la banca. Incluso si no se queda, Nagel podría considerar que sus planes deben cambiar.
Por Elisa Martinuzzi
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.