Élida Vega Córdova
El 2020 fue un año de cambios y bastante duro para el sector educativo. Y así lo reconocen en Le Cordon Bleu, que enfrentó una importante deserción de sus alumnos y, por ende, una evidente reducción de sus ingresos en sus dos unidades de negocio: el instituto y la universidad.
“Como red nos afectó bastante la pandemia, pero más al instituto porque el 60% de su malla curricular son cursos prácticos y en el 2020 tuvimos que dictar solo cursos teóricos en su gran mayoría. Eso nos afectó bastante”, detalla Fernando Moscoso, director de Marketing y Ventas de Le Cordon Bleu.
Explica que a pesar de que en el segundo semestre, mediante una normativa del Ministerio de Educación (Minedu), se permitió el uso de talleres, cocinas y laboratorios de manera excepcional, los ingresos del grupo educativo terminaron siendo afectados.
“Cerramos el 2020 con 40% menos de ingresos que el 2019, y eso se debió a la deserción de entre 30% y 35% en ambas unidades de negocios, aunque más afectados por el instituto porque el ticket promedio se redujo debido a que solo se cobraba por cursos teóricos en la mayoría de casos”, indica.
Señala que en el caso del instituto, el ticket se redujo entre 40% y 60%, mientras que en la universidad el impacto no fue tan notorio porque optaron por reducir la pensión en 5%. Por eso la deserción en la universidad fue menor, de 20%, mientras que en instituto hubo un 35% de deserción.
Resultados futuros
Sobre lo que podría pasar este año con ambos indicadores (incremento en alumnos e ingresos), Moscoso señala que se han planteado varios escenarios debido a que no hay un norte definido sobre el retorno a las clases presenciales ante el avance de la pandemia.
“En nuestro escenario más conservador vamos a llegar a los números del 2019 y creceríamos un 40% tanto en ingresos como en alumnos. Hasta el 2019, en el instituto teníamos 1,200 alumnos y en la universidad casi 800 alumnos. A eso apuntamos”, indica.
Con relación a la meta de 2,500 alumnos que se habían planteado alcanzar en el 2022, sostiene que la pandemia también impactará en dicho objetivo. “Son casi dos años de retraso y a partir del 2024 recién retomaríamos el cumplimiento de esa meta”, dice.
Nueva sede
El mismo retraso se materializará en el cumplimiento de otra de sus metas: la construcción de una nueva sede para su universidad, que además de retrasarse tampoco demandará los US$ 5 millones iniciales que habían presupuestado sino hasta un 25% más.
Moscoso asegura que después de descartar al distrito de Breña para la sede del centro académico, hoy en día se encuentran abocados en la búsqueda de la nueva ubicación.
“Estamos trabajando en la elección y preferiría no mencionar el distrito porque no es un trato cerrado y estamos en medio de la negociación”, señala convencido de que este año se iniciará la construcción, en caso sea un terreno, o la habilitación, si se trata de espacios liberados, pero apuntan a abrir operaciones en el 2023. De eso sí están seguros.
Pero también están seguros de recuperar los ingresos que antes provenían de sus cursos de extensión profesional y que representaban el 20% de los ingresos totales del instituto.
“En enero y febrero ya pasamos las metas y creemos que nos va a ir bien con el objetivo que nos hemos propuesto. Este año vamos a tener 180 cursos, que representan la misma cantidad del 2019, cuando el formato era presencial. Es un gran avance y la aceptación está siendo muy buena”, concluye.