Una barra y apenas unas cuantas mesas, si es que el espacio del establecimiento comercial lo permite, los negocios de consumo al paso -como las juguerías- están atravesando por una complicada transición hacia la ‘nueva normalidad’.
Y es que más allá del impacto ante la menor afluencia a los ‘malls’ por el reducido aforo (50%), también hay otras barreras asociadas a la pandemia que van en contra de la esencia de este tipo de formato: el uso de mascarillas.
“Antes el placer de la gente era comprar un jugo en la tienda y consumirlo con toda tranquilidad mientras paseaba por el centro comercial, pero ahora eso no es posible porque hay que mantener las medidas de bioseguridad, y eso implica usar la mascarilla perennemente. Esto, de alguna manera, desalienta la compra del consumidor y nos limita a despachar solo para llevar a fin de que se lo tome en su casa, en el auto o en el patio de comidas”, relata Erika Sakimi, gerente general de la cadena Frutix.
Otro detalle importante es que el aforo interno, dentro del establecimiento, también está limitado. “Antes de la emergencia sanitaria podíamos atender con cinco personas y captar así una mayor venta; no obstante, ahora solo atendemos con dos o tres colaboradores, lo cual reduce la capacidad de producción y dilata los tiempos de espera, y cuando el cliente ve mucha cola se va”, detalla.
Hemos podido acondicionar algunas mesas en ciertos locales con todos los protocolos, pero no es lo mismo, señala.
A esto también se suma que aún el segmento joven –parte del público objetivo de Frutix- no sale tanto como antes por las clases remotas, esto sobre todo lo han experimentado en sus locales cercanos a universidades e institutos, como en el caso de su local en Real Plaza Centro Cívico y en la Av. Salaverry (Jesús María)
Mientras que, de otro lado, el aumento de los fletes y del dólar ha generado que sus costos se eleven en 25% por el mayor precio de los insumos (desde las bolsas de papel hasta la leche), y que tengan que ajustar sus márgenes de rentabilidad, ya que la crisis económica no permite trasladar todo este mayor gasto al consumidor.
Canal de escape
Con todo ello, las ventas de la cadena aún están por debajo de los niveles prepandemia, alrededor del 85%. Pero, sin duda, un gran aporte en la recuperación de la marca ha sido la venta por delivery, a través de su propio canal de e-commerce y de las plataformas de terceros como Rappi y Pedidos Ya, confiesa Sakimi.
Comenta que este canal representaba menos del 10% de las ventas y ahora está entre el 20% y 25%. “Aunque no rentabiliza tanto por el porcentaje que se tiene que pagar a los aplicativos, sí ayuda en la imagen de marca y a llegar a los consumidores que aún no se animan a ir a los centros comerciales”, agrega.
Si las restricciones actuales continúan, ve difícil poder llegar este año al 100% porque para Navidad igual tendrían la mitad de público que antes, siendo este mes muy clave. “Estamos expectantes porque la situación política genera mucha incertidumbre y aún no sabemos cuál será el impacto de la tercera ola, en caso de ocurrir”, dice.
Ampliación de líneas
Para impulsar el consumo, recuerda que ya desde el año pasado incorporaron su línea de frutas y verduras congeladas para preparar en casa; además han apostado por las presentaciones de moldes completos en pastelería y, recientemente, hay incluido la línea ‘gift box’ personales para regalo y para compartir, que está caminando bien y que le ha ayudado a conquistar a un nuevo nicho de mercado: el corporativo. “La idea es ir adaptándose a estas nuevas formas de consumo”, indica Sakimi.
A la fecha, la empresa cuenta con 14 tiendas, dos de ellas se abrieron este año en Mall Plaza Comas y en el patio de comidas de Plaza San Miguel. En tanto, para noviembre próximo prevén tener operativo un local más en Megaplaza (Independencia). “Estas tres tiendas ya estaban dentro de nuestros planes, así que decidimos continuar con ellas”, señala.
El plan para el próximo año es mantener la cautela y concentrarse en seguir impulsando las tiendas físicas y el canal delivery, asegura.