De la calle a los campos feriales y galerías. Así fue la formación de los conglomerados de Lima que hoy pugnan por superar los estragos de la pandemia.
Solo el Cercado de Lima alberga cinco grandes conglomerados: Mesa Redonda, Mercado Central, Triángulo de Grau, Damero Pizarro, Las Malvinas.
En la actualidad, Mesa Redonda -conformado en la década de 1980- es uno de los que más factura. En el 2019, la venta diaria llegó a US$ 20 millones, sumando al año US$ 7,200 millones o más de S/ 23,000 millones (al tipo de cambio de ese año).
Sin embargo, la pandemia redujo la venta diaria a menos de la mitad, en este sector conformado por 179 galerías y más de 18,000 negocios en nueve manzanas del Centro de Lima.
Le sigue Las Malvinas, formada en las primeras cuadras de la avenida Argentina en la gestión de Alberto Andrade desde 1996 con la reubicación de comerciantes del Centro Histórico de Lima.
Dicho emporio electro ferretero facturó el 2019 alrededor de S/ 12,600 millones, pero el 2021 redujo su venta al 60% de ese monto debido a la pandemia. Está conformado por 60 centros comerciales, mercados y campos feriales. Cada galería alberga, en promedio, 800 puestos.
Otro conglomerado importante es el Triángulo de Grau –entre las avenidas Grau, Abancay y Nicolás de Piérola- con 74 galerías, que tuvo sus orígenes en el Campo Ferial Grau de 1982 y que luego fue retirado para construir la vía expresa. Sus ventas están al 50% del 2019.
Estrategias
En su crecimiento, cada conglomerado ha seguido diferentes rutas. Así, Mesa Redonda aglutina oferta variada de importación que, según la temporada, va cambiando.
De esa manera, participa activamente en todas las campañas, desde productos de verano hasta el “back to school”, Día de la Madre y el Padre, Fiestas Patrias y Navidad. Asimismo, mantiene una oferta permanente de plásticos, vajilla y bazar.
Por su parte, Las Malvinas apalancó su despegue en el rubro electro ferretero de importación asiática y bajos precios para venta minorista y mayorista. Ahora, se viene diversificando, con 35% de los negocios en otros rubros.
En el Triángulo de Grau, la apuesta es por la venta de indumentaria y calzado, tanto nacional como importado, para reducir riesgos y atender el mercado nacional.
Los retos de expansión
De cara a una mayor expansión, cada conglomerado vive una situación diferente. Así, Las Malvinas tiene una cartera de cuatro proyectos de comercio y vivienda por US$ 200 millones en trámite y terrenos por 250,000 metros cuadrados para futuros desarrollos.
Mesa Redonda enfrenta una situación diferente. Desde hace dos años, ordenanzas de Lima prohibieron el comercio mayorista y licencias de nuevos proyectos, limitando la modernización y renovación de antiguas estructuras, que están dentro de una zona patrimonial.
Así, este sector enfrenta escasez de espacios para expandirse y tener almacenes formales, lo cual lleva a situaciones como el incendio producido a fines de 2021, que detuvo las operaciones del 30% de este emporio.
Por su parte, en el Triángulo de Grau, hay proyectos detenidos a la espera de la mejora de los negocios.
OPINIÓN: Hacia una transición
Omar Narrea, Profesor de la Escuela de Gestión Pública de la UP
La formación de conglomerados es una manera clásica de enfrentarse al mercado. Cuando hay un mayor número de vendedores es más fácil obtener clientes, que quieren stock o variedad. Ahora, el consumidor va cambiando, adquiere nuevas prácticas y estándares, pero el comerciante actúa con cierto grado de informalidad en algunas normas y eso se convierte en una especie de pérdida de competitividad.
El COVID-19 ha enseñado que los conglomerados tienen que transitar hacia nuevas prácticas para poder satisfacer estas nuevas demandas del público. El conglomerado en sí como espacio físico ya no es el único canal de ventas, también lo es el canal virtual. Esa transición hacia una mayor evolución se ha visto detenida porque quizás muchos están en pérdidas, pero es una buena oportunidad para hacer esa transición. Pero no es solo una tarea que le corresponde a las empresas o sus gremios, sino también se requiere fuerte impulso y apoyo de las autoridades en sus distintos niveles, programas de incentivos para su formalización, sería una buena política pública porque defiende o mantiene los empleos y le da seguridad a los clientes o mantiene alto el valor de la propiedad.