El empleo formal privado no ha dejado de crecer en los últimos 30 meses, de acuerdo con data del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Sin embargo, es claro que el dinamismo empieza a perderse. En septiembre, por ejemplo, registró un aumento de solo 1.2%, su menor nivel en el periodo mencionado, y lejos de las tasas de inicios de este año (alrededor de 5% y 6%). ¿Qué se espera hacia adelante? AXPEN, la alianza estratégica entre Apoyo Consultoría y Vinatea & Toyama, hace una revisión a la situación actual y a lo que se viene hacia adelante.
“Ha sido evidentemente un año difícil para las empresas, pero también para las familias. Hay varias maneras de verlo”, comenta Jose Carlos Saavedra, socio en Apoyo Consultoría. A noviembre, menciona, en los hogares del nivel socioeconómico (NSE) C, D y E, “el 60% dice que su situación económica está peor que hace 12 meses”. Lo mismo ocurre en los hogares de clase media y media-alta, donde 40% declaró estar peor.
Desde el lado de las empresas, Saavedra recuerda que a octubre realizaron un sondeo a nivel de empresas grandes, donde el 45% indicó que sus ventas están peores de lo planeado.
¿Qué está detrás de este deterioro?
El economista recuerda que la caída del producto bruto interno (PBI), el impacto negativo de las anomalías climáticas, la inversión privada afectada por la incertidumbre que venía acumulándose durante el periodo del expresidente, Pedro Castillo, “ha tenido una consecuencia directa sobre el mercado laboral, sobre el empleo formal, el de mayor calidad, que venía creciendo a tasas de 5% - 6%, pero que se ha ido desacelerando y crece a una tasa de 1%”.
De hecho, cuando se analiza la información de las 5,000 empresas más grandes del país, ya la mitad redujo personal en el tercer trimestre de este año, señala Saavedra. Esto es relevante porque usualmente el porcentaje es menor, más cercano al 40% (incluso menos).
“No solo es el empleo lo que viene afectando a los hogares. También es este entorno de inflación alta, particularmente la de alimentos. Es tanto así el impacto de menor crecimiento del empleo y alta inflación, que un tercio (32%) de los hogares del país señala que sus ingresos están por debajo de lo que necesitan para vivir bien”, argumenta.
En detalle, ese porcentaje es menor en el caso de los trabajadores formales (uno de cada cuatro percibe que su ingreso no le alcanza para vivir bien); mientras para los informales el porcentaje es de 35%.
“Hay enormes diferencias, pero en promedio el monto mínimo que los hogares señalan necesitan para vivir bien está cerca de S/ 3,000, por hogar. La buena noticia es que la inflación empieza a ceder, y seguirá bajando. El próximo año llegará a un nivel cercano a 3%”, destaca.
El Niño, un riesgo latente
Un riesgo latente para la economía, la inversión y, como consecuencia, para el empleo, es el fenómeno de El Niño (FEN).
“Esto está en la cabeza de los CEO, los gerentes de las empresas. Está afectando de alguna manera las decisiones de contratación. Si bien 2/3 de los líderes de la gestión humana no está modificando sus decisiones de contratación ante una probabilidad de ocurrencia del FEN, hay un 28% que sí está retrasando o posponiendo decisiones de contratación”, comenta Saavedra.
A esas empresas también se les preguntó cuáles son los factores que incentivarían una aceleración en las contrataciones y “lo que está claro es que el factor económico ha acumulado ahora más peso por la coyuntura actual”. Es decir, un 56% dice que el mayor ritmo de crecimiento de la demanda del negocio es un factor que incentivaría a contratar.
¿Qué esperar hacia adelante?
“¿Qué esperamos hacia adelante? Que por primera vez, en mucho tiempo, el empleo formal termine el año cayendo”, indica Saavedra. Axpen proyecta que en el cuarto trimestre de este año el empleo formal se contraiga 0.5%, “en un contexto en el que el 75% de los CEO tiene como estrategia prioritaria ajustar costos para los próximos seis meses”.
Si se revisa la información del BCRP, solo el primer y segundo año de pandemia se registraron caídas. Después de ello, solo se han registrado mes a mes incrementos, aunque -como se mencionó líneas atrás- se ha venido desacelerando.
“La buena noticia es que luego de pasado El Niño durante el verano del 2024, esperamos una recuperación relativamente clara del PBI y del empleo en la segunda mitad del año. Si no hay FEN, esto se podría adelantar. Es una recuperación clara respecto al 2023, pero tampoco son tasas extraordinarias, no cambian mucho el nivel de vida”, apunta Saavedra.
En un contexto donde la inflación ya entraría o estaría cerca del rango meta del BCRP (entre 1% y 3%), se estima un crecimiento de los salarios el próximo año en 5%. Esto se daría con más claridad en la segunda mitad del 2024.
Esta proyección, dice Saavedra se sostiene en una inflación que se reduce, pero que el nivel de precios queda muy por encima del nivel prepandemia. “Que sea menor no quiere decir que los precios bajan, aumentan a una velocidad menor y hemos visto que los salarios han ido aumentando de manera rezagada, no han acompañado el ritmo de crecimiento de la inflación, entonces hay espacio para un ajuste”, comenta.
Las otras dos razones es que pese al bajo crecimiento económico, se percibe escases de mano de obra calificada y dificultad para encontrar talento. Y la tercera razón es por los sondeos que realizan, donde los líderes de Recursos Humanos argumentan que hay espacio para subir salarios.
La confianza como pieza clave
Saavedra recuerda que las expectativas para invertir estuvieron en negativo durante dos años consecutivos, pero recientemente han regresado a un nivel más neutral, “es un nivel que ya hacia adelante no anticipa caídas de la inversión privada como las que hemos tenido este año, pero tampoco un crecimiento fuerte”. “Estamos esperando un crecimiento moderado de la inversión privada para el póximo año en línea con este indicador”, argumenta Saavedra.
Sobre la confianza para contratar, dice el economista, refleja la incertidumbre regulatoria, el entorno político y también la baja perspectiva de crecimiento económico.
“Populismo y sindicalismo”
Jorge Toyama, Socio en Vinatea & Toyama
La inestabilidad política golpea el interés de las empresas para invertir, para contratar trabajadores permanentemente. Por eso hay fuga de talentos, más de 800 mil trabajadores, de jóvenes, que han salido en los últimos dos años. A esto se suma que en una encuesta complementaria, damos cuenta que la principal preocupación de los grandes empleadores es el fenómeno de El Niño.
En ese entorno, en resumen, lo que se ha visto este año es populismo y sindicalismo. Un Poder Ejecutivo con ministros de Trabajo orientados a la parte de creación de empleo, pero no interviniendo en materia laboral, que es un “terreno espinoso” de flexibilidad y regulación.
Un Congreso de la República populista, con sus proyectos de retiro de los fondos de las AFP, prorrogar la disponibilidad de la CTS, entre otros. No vemos a un Parlamento organizando grandes reformas, sino más bien creando más feriados, más licencias, volviendo más rígido el mercado laboral, más costoso el país.
Un Sunafil muy activo, es la principal fuente de fiscalización de las empresas. Desde hace más o menos cuatro años cambió la tendencia, lo que más usan los trabajadores, los sindicatos, lo que más reta a las empresas, es las inspecciones laborales de Sunafil.
Y también hemos visto sindicatos activos, hay más agitación y activismo sindical que en la época de Pedro Castillo, por la crisis económica, entre otras razones. Eso hace que la conflictividad laboral no disminuya. La percepción de más de 100 gerentes de Recursos Humanos es que los conflictos laborales prácticamente se mantienen.
Editora de Economía y Finanzas del diario Gestión. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Con 9 años de experiencia profesional en el rubro.