Si bien los casos de contagios en términos absolutos se incrementan con los días, si se considera la base comparativa, que crece a medida que los contagiados aumentan, estos incrementos son cada vez menores en términos porcentuales. Así, por ejemplo, al inicio de la pandemia los casos se incrementaban en 1,000% cada semana; mientras que actualmente lo hacen alrededor de 87%.
Sin embargo, para Thorne & Associates los decrecimientos de la expansión en términos porcentuales son cada vez menores. Es decir, aunque la curva de contagio en términos relativos no crece tanto como antes, esto no implica que estemos cerca de llegar al pico de la pandemia.
“Para llegar allí, sería necesario que el cambio porcentual de infectados decreciera a tasas mayores, cuando parece haberse estancado. Por ejemplo, esta variación porcentual pasó de 282% a 112% (-170 puntos porcentuales) entre el 16 y el 23 de abril; pero del 23 de abril al 30 de abril solo cayó de 112% a 87% (-25 puntos porcentuales). En el límite, cuando ya no haya nuevos casos, tanto la curva azul como la roja deberían converger a cero”, subrayó.
Esta situación también se repite con el número de fallecidos. Si bien ha disminuido su velocidad de crecimiento con respecto a la fase inicial de la pandemia, no parece ser suficiente para afirmar que ya se está llegando al pico esperado.
Cabe recordar que el Gobierno admitió que aún es una incógnita la fecha en la que se llegará al máximo de contagios porque “en las últimas dos semanas la dinámica de la epidemia se ha modificado”. Por ejemplo, a pesar de que últimamente la cantidad diaria de pruebas se ha incrementado fuertemente y supera los 20,000, la proporción de personas que dan positivo a una prueba, ya sea molecular o serológica, no ha disminuido en las últimas semanas.
En este contexto, la consultora indicó que la principal consecuencia del desconocimiento de una posible fecha de contagios máximos genera una mayor incertidumbre con respecto a la implementación del proceso de reactivación económica.
“Esto es consistente con los continuos alargamientos del periodo de aislamiento social obligatorio, pues el Gobierno ha demostrado que no levantará las restricciones a menos que la curva de infección se haya aplanado significativamente. Así, surgen dudas con respecto a si realmente se levantarán las restricciones después del siguiente domingo (10 de mayo); y, en caso así sea, a qué porcentaje de la actividad económica podrá ser restablecido”, anotó.
Es más, agregó, el hecho de que el testeo se limite a las personas sintomáticas (a diferencia de Chile, por ejemplo, que también realiza pruebas moleculares a personas asintomáticas) contribuye a la incertidumbre sobre la reactivación de la economía porque no se conocerá la verdadera dimensión del problema.
“En un escenario como el descrito, el dilema del Gobierno entre medidas de supresión y su creciente costo económico sería más importante, es decir, tomar una u otra decisión sería más costoso de lo que fue al inicio de la pandemia. No es posible descartar el establecimiento de nuevos periodos de cuarentena a futuro”, remarcó la consultora.
La dimensión de la expansión real del virus
Con el avance del covid-19 a nivel mundial, han surgido nuevos estudios que tratan de dimensionar la expansión real del virus. La lógica es que los casos reportados subestiman en gran magnitud la cifra real, por lo que la tasa de fatalidad reportada sobre la base de los casos confirmados sobreestima el problema.
Con esta información, señaló el reporte de la consultora, proponen que “las estrategias de salida (del aislamiento) deberían apuntar a proteger a los más vulnerables, especialmente aquellos de 60 o más años de edad, mientras los demás regresan a las escuelas, universidades y trabajos”. Por ejemplo, en el Reino Unido se podría minimizar las muertes de los 95,000 adultos mayores mientras el resto de la población lidera la reactivación económica.
¿Esto se podría aplicar en el Perú? No del todo, según Thorne & Associates. Una de las razones es que el relajamiento de restricciones solo para adultos mayores (y otros grupos vulnerables) es poco plausible en este país debido a que el número de familias que conviven entre distintas generaciones es mayor, con respecto a los países desarrollados, donde los ancianos suelen vivir en residencias y no con sus familias.
La segunda razón es que, a diferencia de los países desarrollados, y debido a la estructura demográfica, en el Perú no es posible afirmar que solamente los adultos mayores son vulnerables al coronavirus. La consultora puso como ejemplo que mientras en Italia los fallecidos menores de 60 años apenas representan el 4.8% del total; en el Perú, es el 32.2%.
La tercera razón es que si bien evidentemente el subreporte de casos implicaría una menor tasa de mortalidad, también existen dudas con respecto a la precisión de las muertes reportadas. Y, finalmente, la cuarta razón es que la capacidad del sistema sanitario del Perú es más baja que la de los países analizados.
“La toma de pruebas en el mercado de Caquetá, tanto a personas con síntomas como a asintomáticos, donde el 19.4% de los muestreados dio positivo al coronavirus, podría ser una aproximación a la cifra real. Además, la toma de pruebas al total de cadetes de las escuelas de oficiales y suboficiales de Puente Piedra, también hecha sin importar si el muestreado presentaba síntomas, arrojó un número similar: 18.8%”, refirió el reporte.
Incluso se cuestionó la posibilidad de implementar una cuarentena focalizada cuando el sistema de salud no es suficiente. Según el Ministerio de Salud (Minsa), solo quedan 157 de 808 (19.4%) de camas UCI con ventilación mecánica disponibles. Asimismo, persisten las principales diferencias con los países desarrollados: población joven también muy afectada por el virus e interconexiones generacionales.
“Es por esta razón que consideramos factible que, incluso si se levanta la cuarentena el próximo domingo, se decreten más periodos de aislamiento social a futuro. Por ello, hemos revisado a la baja nuestras proyecciones de crecimiento para 2020 y 2021”, puntualizó.
Desde nuestro punto de vista, la disyuntiva entre economía y salud solo desaparecerá por completo cuando esté desarrollada la vacuna contra el virus. La pregunta clave es si el Gobierno está dispuesto a asumir los costos asociados a futuros aislamientos necesarios para no colapsar el sistema de salud.
Reporte de Thorne & Associates
Las cifras de crecimiento
En medio de este escenario, Thorne & Associates revisó a la baja sus proyecciones de crecimiento. “A raíz de la incertidumbre con respecto a la reactivación económica, abordada anteriormente, hemos revisado severamente a la baja nuestra proyección de crecimiento para este año, de - 3% a -12%”, explicó.
Y para el 2021, se espera un rebote de 6.2% (y ya no de 7%). “A la contracción del PBI mundial, que es una proxy de la demanda de nuestras exportaciones, se aúna la incertidumbre a nivel local sobre el pico de contagio del coronavirus y sobre la posibilidad de implantar más periodos de cuarentena”, señaló.
El empleo
Un factor que acompaña a esta revisión de proyecciones es el hecho de que necesariamente los índices de empleo deberán contraerse más de lo anticipado anteriormente. La consultora estima una pérdida de alrededor de 600,000 puestos de trabajo privados formales, alrededor de 16% del total.
Esta pérdida de empleos no debería reflejarse de manera significativa en los reportes del primer trimestre del año, pero sí será evidente en los meses que vienen, particularmente en el segundo trimestre, subrayó.
“El consumo privado deberá contraerse severamente en los meses que vienen. Como hemos mencionado, creemos que una salida ordenada de la crisis sanitaria debería empezar mediante la aplicación aleatoria de pruebas a nivel nacional para conocer la expansión real de la pandemia y diseñar estrategias de salida económica basadas sobre evidencia. Aun así, las cuestiones estructurales (demográficas y sociales) complican la idoneidad de las estrategias de normalización”, finalizó.