El Perú es un país textil. En el colegio lo repiten como reloj, que los mantos Paracas y los tejidos precolombinos; y en las noticias se escuchan a diario las maravillas del algodón pyma. Sin embargo, en las tiendas pocas veces encontramos una prenda nacional.
Construimos un monstruo de la producción industrial de prendas de vestir, pero le seguimos colocando la estampita de la marca extranjera. E incluso este monstruo local no hace más que palidecer ante la producción masiva de las fábricas asiáticas.
Entonces la paradoja entra en acción. ¿Por qué intentamos competir con el volumen de China o Bangladesh, cuya fuerza laboral es infinitamente más cuantiosa que la nuestra, además de menos costosa? Y por otro lado, ¿por qué no comenzamos a impulsar nuestras propias marcas de una vez?
Fast-fashion
En un principio, el problema parece de demanda. Podían suceder dos cosas: o los peruanos no quieren comprar moda peruana o sencillamente no les alcanza el dinero.
"Antes, quien tenía el poder adquisitivo viajaba y compraba su ropa afuera, el que no, acude a Gamarra o los grandes retailers. Recién en los últimos diez años hemos visto una clase media con ganas de comprar", reveló a Gestion.pe Luis Antonio Aspillaga, presidente del Gremio de Indumentaria de la Cámara de Comercio de Lima (CCL).
Sin embargo, aún no es suficiente.
Es cierto que existe informalidad en el Perú, pero poco a poco va menguando. Lo irónico es que este público desatendido de gente que quiere seguir cierta tendencia, pero no cuenta con el dinero para vestir lo último de Milán, encontró un halo de esperanza: los fast-fashion. Al sector no le gustó mucho.
"El crecimiento económico permitió el ingreso de otros productos. Fast-fashion (Zara, Forever 21, H&M, etc.), quienes cuentan con un valor de diseño alto a un costo muy bajo. Imposible de competir para Perú", observó Edward Venero, coordinador de la especialidad de Arte, Moda y Diseño Textil de la Facultad de Arte y Diseño de la PUCP.
Producir una casaca, explicó el diseñador, cuesta alrededor de S/ 200, con un valor de venta de S/ 400. "En Zara lo encuentras a S/ 150", añadió.
Si cavamos un poco más en el proceso, encontramos que hacer un polo de cuello redondo en Perú cuesta US$ 5, mientras que en Bangladesh el precio es de US$ 1.80, subrayó Aspillaga.
Nadie duda de que la calidad de una prenda peruana es muy superior. No obstante, la mayoría de consumidores va a preferir la salud de su bolsillo.
En consecuencia, los atelieres comienzan a cerrar. "El ingreso de todas estas tiendas ha hecho que reduzcamos casi 80% de nuestras ventas", se lamentó Venero.
Fábricas desconectadas
La industria textil en el Perú ha experimentado una contracción durante los últimos años; específicamente en el sector de prendas de vestir. Por fortuna, la tendencia parece haberse comenzado a revertir, según Aspillaga.
Si bien es descabellado intentar competir con las fábricas asiáticas, Perú tiene una ventaja interesante: su velocidad.
"Los clientes están comprendiendo que comprar barato no es lo más inteligente, sino a tiempo por la volatilidad de la moda. La ventaja de Perú es que nuestras fábricas tienen la capacidad de responder más rápido", apuntó el representante del gremio.
"Un pedido de Asia se pide con cuatro meses de anticipación. Hasta que llegue pasan seis meses. Nosotros podemos abastecer pedidos en dos meses" explicó, además de que los fletes aéreos a Estados Unidos (nuestro principal cliente) son más baratos.
Ha quedado establecido que el Perú cuenta con la capacidad para producir cualquier tipo de prenda a gran escala, señaló Venero. Entonces caemos en el problema de fondo: el diseño peruano.
"Desde la fábrica a la tienda final, el valor de un polo sube hasta diez veces", anotó Aspillaga. Es decir, restando el costo logístico, el diseño y la marca aportan casi todo el valor del producto final.
"El problema es que en Perú se trabaja muy poco el diseño, y no se valora por un tema cultural", añadió Venero.
"La gente cree que poner un estampado es lo único que define al diseño, cuando el proceso está en la confección, estrategia de comunicación, público objetivo, selección de insumos, etc.", observó.
Marca Perú
Solo en el apartado de prendas de vestir, hasta octubre Perú exportó US$ 719.7 millones; es decir, el sector creció 2.7%, y Aspillaga pronostica un crecimiento de 8% en 2018. Esto sin contar el resto de actividades locales como la transformación de materia prima en hilo o el tejido.
El 67.9% se vende a Estados Unidos, y son ellos quienes hacen pedidos selectos de 20,000 unidades, según el experto.
Lo curioso es que al menos el 99.7% de este monto lo exportamos con marca extranjera. Solo US$ 2 millones se exportan en marcas peruanas, reveló.
"Hay que trabajar de la mano entre el gran industrial y los diseñadores. Estos tienen la creatividad, pero le falta el capital y la organización", manifestó.
"El diseñador vive el día a día y compra los insumos individualmente, lo que encarece el producto. Es diferente cuando tienes detrás una gran industria que puede respaldarte", subrayó.
El proceso luce lento, pero Aspillaga espera que, con buen viento, lleguemos a exportar US$ 10 millones en marcas propias para el bicentenario.