No se deje engañar por la última caída del cobre: la escasez de oferta será tan grave y los precios tan elevados en los próximos años que se corre el riesgo de retrasar el abandono de los combustibles fósiles en todo el mundo.
Esta es la conclusión de un nuevo estudio de S&P Global que advierte de un déficit de cobre “sin precedentes e insostenible” en la próxima década, ya que los proveedores se enfrentan a una demanda que casi se duplicará en el 2035.
Los precios, que cayeron por debajo de los US$ 7,500 la tonelada métrica esta semana, se dispararán de nuevo por encima de su máximo de US$ 10,845 a fines de esta década, impulsados por el papel clave del metal en las industrias de energía limpia y transporte, dijo S&P Global.
“O la oferta aparece milagrosamente o el objetivo de la transición energética simplemente se retrasa aún más”, dijo el vicepresidente de S&P Global, Dan Yergin.
Las conclusiones alcistas están muy lejos de la desaceleración de los últimos meses, cuando el cobre perdió un tercio de su valor desde el máximo alcanzado en marzo. Analistas de Goldman Sachs Group Inc. a Bank of America Corp. han recortado sus proyecciones a corto plazo en previsión de una caída del gasto de los consumidores y de la actividad industrial. La entrada en funcionamiento de nuevos suministros en Perú y el Congo ha agravado el sentimiento bajista.
Sin embargo, a largo plazo, la ecuación cambia. Según el estudio de S&P Global, la demanda alcanzará unos 50 millones de toneladas en el 2035, frente a los 25 millones actuales. Dado que es más difícil encontrar y desarrollar nuevos yacimientos, las principales fuentes de suministro provendrán del reciclaje y de los aumentos de las minas existentes.
Si se mantienen las tendencias actuales, en el 2035 se produciría un déficit de oferta anual de casi 10 millones de toneladas, según el estudio. Esto equivale al 20% de la demanda prevista para un mundo con cero emisiones netas en el 2050. Incluso suponiendo un crecimiento agresivo en la utilización de la capacidad y tasas de reciclaje históricas, el mercado seguiría enfrentándose a déficits persistentes, incluyendo casi 1.6 millones de toneladas en el 2035, según el estudio.
La investigación de S&P se encargó en respuesta a las preocupaciones planteadas por los Gobiernos y los organismos multilaterales sobre los minerales necesarios para cumplir los objetivos climáticos, y contó con el apoyo de productores de cobre como Anglo American Plc y BHP Group.
El estudio concluyó que la creciente brecha de suministro aumentaría la dependencia de Estados Unidos de las importaciones de cobre del 44% al 67% en el 2035.
Sin duda, los grandes déficits son hipotéticos, ya que los precios más altos podrían impulsar la oferta o frenar la demanda. Esta es la opinión de Ken Hoffman, de McKinsey & Co., que considera que los precios elevados pueden hacer que aumente la oferta gracias a la eficiencia de las minas existentes y al aumento de las actividades de chatarra, así como al impulso para reducir el uso del metal en las nuevas industrias energéticas.
También puede haber más flexibilidad de precios de lo previsto en la demanda de vehículos eléctricos, dijo en entrevista Hoffman, codirector del grupo de investigación de materiales para baterías de vehículos eléctricos de McKinsey. “El remedio para los precios altos son los precios altos”, afirmó. “Los mercados tienden a ajustarse”.