El Banco Mundial (BM) mantuvo el martes su pronóstico de crecimiento de 3.2% para la economía peruana este año, en tanto proyecta un rebote de 13.2% en el 2021, según la edición más reciente del informe Perspectivas económicas mundiales. Respecto al 2023, la entidad estima un crecimiento de 3% para el Perú.
“En Chile y Perú, se proyecta que los fuertes repuntes cíclicos en el 2021 se suavicen en el 2022. En Perú, se espera que el deterioro de la confianza empresarial en el contexto de una gran incertidumbre política, junto con el reciente restablecimiento de la regla fiscal, propicie una desaceleración del crecimiento”, señala el informe que publica el BM.
En el último año, el Banco Mundial ha venido reduciendo sus pronósticos de crecimiento para la economía peruana en el 2022, desde 4.5% en marzo del 2021 (según un reporte regional), a 3.9% en junio pasado (él último informe de perspectivas mundiales), hasta llegar a 3.2% en octubre (último informe regional).
“En Chile, el retiro de un sustancial apoyo de la política fiscal, incluida la eliminación de los impulsos a corto plazo de varias rondas de retiros de pensiones, desacelerará drásticamente el crecimiento del consumo, mientras que el crecimiento de la inversión se verá restringido por la incertidumbre de la política interna”, agrega el documento.
Tanto para Chile como para el Perú, -según el BM- las condiciones económicas externas se volverán menos favorables, con un crecimiento más lento en China, el mayor destino de exportación para ambos países, y un debilitamiento de los precios del cobre.
“En suma, se proyecta un crecimiento en el 2022 y 2023 de 2.2 y 1.8 por ciento, respectivamente, en Chile, y de 3.2 y 3 por ciento, respectivamente, en Perú”, indica el informe de 240 páginas.
América Latina y el Caribe
El crecimiento de la región de América Latina y el Caribe se recuperó hasta ubicarse en un estimado del 6.7% en el 2021, impulsado por condiciones externas favorables y diversos acontecimientos relacionados con la pandemia.
La cantidad de nuevos casos de COVID‑19 disminuyó drásticamente en toda la región durante la segunda mitad del año; sin embargo, volvieron a aumentar a fines de diciembre, a pesar del avance en el proceso de vacunación.
La fuerte demanda en destinos clave de las exportaciones (Estados Unidos y China), los precios altos de los productos básicos y el volumen elevado y constante de las remesas enviadas a los países de América Central y el Caribe también apoyaron el crecimiento en el 2021.
La inflación se ha incrementado en toda la región, y en la mayoría de los casos ha superado las metas establecidas por los bancos centrales. Este aumento se atribuye a la consolidación de la demanda asociada con la reapertura económica, al incremento de los precios de los alimentos y la energía, a las interrupciones en la producción de electricidad relacionadas con el clima y, en algunos países, a la depreciación de la moneda y los fuertes incrementos en la masa monetaria.
Varios países, incluidos Brasil, Chile y Paraguay, están sufriendo la peor sequía en décadas, lo que hace necesario utilizar combustibles fósiles más costosos para producir la electricidad habitualmente generada a partir de la energía hidroeléctrica.
Perspectivas: Se prevé que el crecimiento regional disminuirá hasta ubicarse en el 2.6% en el 2022 y el 2.7% en el 2023, a medida que se endurezca la política fiscal y monetaria, la demora en las mejoras en las condiciones del mercado laboral continúen y las condiciones externas se vuelvan menos favorables.
El proceso de recuperación hacia los niveles del producto bruto interno (PBI) anteriores a la pandemia será desigual en la región y prolongado en algunos países. Las proyecciones elaboradas hasta fin de 2023 implican que, si se ponderan las cifras en función del PBI, la región de América Latina y el Caribe perderá terreno en el ingreso per cápita no solo en relación con las economías avanzadas, sino también con las de Asia oriental y el Pacífico y las de Europa y Asia central.
Se proyecta que la economía de Brasil se desacelerará hasta llegar al 1.4% en el 2022 (debido a la limitada confianza de los inversionistas, la erosión del poder adquisitivo derivada de la alta inflación, el endurecimiento de la política macroeconómica, la desaceleración de la demanda de China y la caída de los precios del mineral de hierro) para luego repuntar al 2.7% en el 2023. El crecimiento de México, por su parte, disminuirá según las proyecciones hasta el 3% en el 2022 y el 2.2% en el 2023.
Se espera que los cuellos de botella de las cadenas de suministro persistan durante la primera mitad del 2022, mientras que la demanda externa se verá limitada por la desaceleración del crecimiento de Estados Unidos, y la política macroeconómica se endurecerá. Por otro lado, las proyecciones indican que en Argentina el crecimiento se desacelerará al 2.6% en el 2022 a medida que el consumo privado se atenúe como consecuencia de la reducción del estímulo fiscal y la inversión disminuya, aunque el continuo impacto del fuerte crecimiento del 2021 dio lugar a una mejora del pronóstico para el 2022. Los fuertes rebotes cíclicos observados en Chile, Colombia y Perú en el 2021 se debilitarán en el 2022 y nuevamente en el 2023.
En Centroamérica, el crecimiento se mantendrá sólido en el 2022, en un 4.7%, debido a la mejora en las perspectivas respecto de la vacunación contra la COVID‑19 y la entrada firme y continua de remesas. Asimismo, se espera que, en la mayoría de los países del Caribe, el crecimiento se acelerará en 2022 como resultado del repunte previsto en el turismo internacional.
Riesgos: Estas perspectivas están expuestas a diversos riesgos de deterioro, entre los que se incluyen un aumento abrupto en la cantidad de casos de COVID‑19, tensiones en el financiamiento y estrés relacionado con la deuda, y disrupciones provocadas por acontecimientos meteorológicos extremos y desastres naturales.
La durabilidad de la recuperación económica en América Latina y el Caribe, como en otros lugares, depende de que se controle la pandemia. Los brotes de COVID‑19, incluidos los ocasionados por nuevas variantes del virus, siguen constituyendo un riesgo a la baja incluso en países con altas tasas de vacunación. Un deterioro repentino de la actitud de los inversores, especialmente en un entorno de alta inflación y cuantiosa deuda pública, podría generar dificultades para afrontar el servicio de la deuda y episodios de salidas de capitales.
Las perturbaciones económicas relacionadas con eventos meteorológicos extremos, en parte vinculados al cambio climático, y otros desastres naturales representan un riesgo significativo no solo para las perspectivas de crecimiento regional, sino también para la integridad y los medios de subsistencia de las personas que viven en la región.